El voto es tuyo y secreto

Las PASO no son irrelevantes, definen cosas. Más, mucho más que ninguna otra PASO hasta aquí

Familiares y amigos reclamaron justicia por Morena (Maximiliano Luna)

La muerte de Morena cortó de un tajo la campaña electoral. Nada de cisne negro. Fue la irrupción de la cruda realidad en una de sus versiones más brutales. Un crimen salvaje que superpone las más horrorosas señales de una sociedad en proceso de descomposición.

Una nena arrastrada por las ásperas calles del conurbano, asesinada a golpes para robarles sus poquitas cosas camino a las escuela. Dos cuadras del barrio que separan la vida de la muerte. Dos salvajes estragados por el paco y la desconexión. Una banda de adictos en la retaguardia repitiendo el ritual de trasnoche, consumos y violencia.

Conmoción no es sorpresa. No lo fue para los que a diario esquivan el acechante latigazo de la delincuencia. No lo fue para el ministro de la Seguridad de la Provincia que, habló de la “crónica de una muerte anunciada, lo de siempre”. Sergio Berni, jugó a fondo su rol de panelista. Se autopercibe inimputable.

El impacto que produjo la exposición de la impotencia, el dolor y la extrema vulnerabilidad con la que la inmensa mayoría de los argentinos enfrenta el día a día dejó al funcionariato en estado de desorientación.

La política quedó vacía de argumentos, aplastada por el ominoso costo de su fracaso, expuesta en su ineficacia para resolver los problemas y, lo que es aún peor, señalada como parte del problema más que de la solución.

Superada la perplejidad inicial, los principales referentes del oficialismo dieron rienda suelta a la incontinencia que los caracteriza.

El ministro de Seguridad de la Provincia tomó la delantera para dejar en claro que “estos casos se resuelven fácil”. Axel Kicillof lo cruzó renegando de” consignas facilistas”. Para el gobernador del partido que tuvo a su cargo la Provincia en 16 de los últimos 20 años, se trata de problemáticas de lenta y difícil solución.

Sergio Berni

Nada dijo, Kicillof, de las decisiones políticas que, maceradas en el caldo de ideologías rancias, lejos de proponer salidas, complican día a día el cuadro de situación. Nada del estado de disgregación social que corta todos los lazos de empatía y solidaridad. Ni una palabra del avance irrefrenable de los consumos que agujerean la cabeza de los adolescentes convirtiéndolos en mutantes carentes de todo rasgo de humanidad. Zombies alienados por las raciones de droga barata que deambulan por los oscuros laberintos de la devastación. De eso no se habla.

La liberación de presos por las peores causas, alegando razones humanitarias en plena pandemia, volvió a la conversación pública para remover el avispero. La narrativa kirchnerista en torno al tratamiento de quienes delinquen, está vez les jugó fuerte en contra y gatilló otro recurso gastado, la transferencia de responsabilidad. La culpa, según Berni, es siempre de otro. Esta vez de los jueces que liberan a los detenidos. Solo una parte de la razón.

No hay caso. Los planetas parecen alinearse contra el oficialismo en vísperas de las elecciones. No solo los “especuladores del mercado” conspiran agitando el mercado del dólar paralelo para dañar al ministro.-candidato sino que los desaforados del conurbano salen a matar gente a lo loco.

No conformes con llevarse la vida de Morena Domínguez, otros dos motochorros dispararon un tiro en la cabeza a Juan Carlos Cruz, un cirujano de 55 años. El jefe de emergencias del hospital Ramón Carrillo, estaba en la puerta de su casa, en Morón. Los que lo conocían no encuentran consuelo, lo definen como una persona intachable, un profesional impecable de origen muy humilde, alguien que se hizo de abajo.

Salvó a cuántos ladrones baleados y ahora se los llevaron”, dijo entre lágrimas Victoria al pedir justicia por su hermano.

Velatorio de Juan Carlos Cruz (Adrián Escandar)

Ya comenzada la veda electoral, un joven de 33 años fue masacrado en Berisso mientras lavaba su moto en la calle.Y con una diferencia de apenas horas asesinaron a Nelson Peralta, un profesor de educación física de 56. Habría recibido tres balazos desde dos armas diferentes. No dan tregua.

Cosas de todos los días, diría Sergio Berni. Fáciles de resolver, aunque la vida no regrese.

La muerte de un manifestante que participaba de una protesta de izquierda en contra de las elecciones permitió introducir otro asunto en la exasperante agenda preelectoral.

Facundo Molares, integrante de la agrupación Rebelión Popular, fotoreportero y ex miembro de las FARC, cayó abatido por un paro cardiorrespiratorio mientras era detenido por la policía de la Ciudad junto a otras tres personas. Echale la culpa a Larreta. La consigna del oficialismo llenó las pantallas de multimedio K aportando nuestros ejes para la conversación.

Hace apenas unos días Molares fue entrevistado por Télam. Reivindicó su paso por la lucha armada y defenestró a la izquierda argentina: “Hoy no genera ni miedo… es un perro sin dientes, que ladra pero que no puede morder”. Este jueves pasó de combatiente a mártir mientras intentaba quemar urnas en el obelisco.

Quienes sin llegar a quemar urnas, pusieron en cuestión las elecciones del domingo fueron dos altos funcionarios del gobierno nacional.

Facundo Morales murió de una hemorragia pulmonar

El ministro de Seguridad Aníbal Fernández coincidió en tiempo y espacio con el titular de la cartera de transporte Diego Giuliano, un hombre de extrema cercanía con Sergio Massa. Ambos, casi al unísono, se manifestaron sorprendidos por el corte de vías en el Roca con gomeras y capuchas. Ambos cerraron sus sugestivos tuits con una única y sugestiva pregunta enigmática: ¿Hay elecciones el domingo?.

Señalados como una rara especie de “quema urnas” virtuales, los dos ministros se excusaron alegando haber echado mano a una ironía. Torpes ejecutores de una estrategia a la desesperada desplegaron una jugada audaz. Si pasa, pasa.

Mientras en los medios se discutía el sentido último de esta movida, en las calles ardientes de la Ciudad, una manifestación pacífica terminó con la irrupción de un grupo violento que la emprendió a pedradas con todo lo que les pasaba por delante. Un relato recontra salvaje.

Se vivieron escenas de inesperado dramatismo, cuando una mujer se arrodilló en el pavimento, interponiendo su frágil humanidad entre el cordón policial y los protagonistas de la intifada de cabotaje. Los manifestantes denunciaron infiltrados más interesados en “pudrirla” que en permitir la protesta. Verdad o consecuencia.

Protesta en el Obelisco (Gustavo Gavotti)

En este contexto llegó el momento de votar. Votar importa. Es el momento en que todos y cada uno de nosotros somos más iguales que nunca. Todos los votos cuentan y todos valen lo mismo. Todos pesan lo mismo. Es hora de recordar que el voto es tuyo, te pertenece en exclusividad y además, es secreto.

Las PASO no son irrelevantes. Estas primarias abiertas, simultáneas y obligatorias definen cosas. Más, mucho más que ninguna otra PASO hasta aquí.

La coalición opositora define su perfil y liderazgo. Con Mauricio Macri fuera del juego la tensión entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta expone mucho más que la elección del candidato que competirá por el sector en las generales. Se pone también en juego el futuro de Juntos por el Cambio. Más allá de los debates acerca del qué y del cómo, importa saber que grado de cohesión mantendrá la principal fuerza de oposición en orden a gobernar el país devastado.

El enfrentamiento en campaña, expuso a los precandidatos con sus pulsiones exacerbadas.

No se privaron de infringir lesiones difíciles de restañar. Más temprano que tarde tendrán que recomponer.

Sin nadie que enamore, muchos votantes cambiemitas llegan a este domingo sin decidir a quién votar. En una suerte de tateti electoral buscan posibles argumentos para optar por un voto estratégico que imponga al que esté más capacitado para llevarse puesto al kirchnerismo que para gobernar.

En la retaguardia Mauricio Macri pretende presentarse ecuánime mientras fogonea el voto a Patricia Bullrich. Explicó sus razones. Quiere cambios rápidos sin esperar consensos ni acuerdos con quienes, frente a un escenario de transformaciones, están llamados a perder sus privilegios.

Horacio Rodríguez Larreta en cambio asegura que sin leyes no hay cambios y sin acuerdos no habrá leyes. No hace falta decir que una fuerte pulseada por el control del PRO se pone en escena este domingo. Es entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta.

En el radicalismo también se cuecen habas. Los resultados del domingo reparten poder al interior del partido centenario. Por un lado Maxi Abad, Sanz y Cornejo, por el otro Morales y Martín Lousteau miden su musculatura política.

El oficialismo también juega en las PASO. Lo de la unidad y es solo una formalidad, un convencimiento parido con fórceps.

Unión por la Patria presenta dos fórmulas. Una principal, la que componen Sergio Massa y Agustín Rossi y otra, con bajas chances pero desafiante. Juan Grabois y Paula Abal Medina gozan de la bandera verde de Cristina Fernández de Kirchner y ponen en riesgo el principal objetivo de STM de ser el candidato más votado el próximo domingo.

Juan Grabois y Sergio Massa

La interna del peronismo también está sacudida por la confrontación. Egos, vanidades y narcisismos ponen en disputa quién se quedará con el liderazgo de un peronismo que no logra definir cuánto de kirchnerismo está dispuesto en seguir asimilando.

Hostigado por el perfil contestatario de Juan Grabois, Sergio Massa recurre al catecismo kirchnerista. Ni tan cerca que queme ni tan lejos que hiele. Este miércoles se trepó al paravalanchas cegetista fatigando el “nosotros o ellos” tan propio del relato cristinista mientras Pablo Moyano daba gas al dirigente social, desacreditando a Malena Galmarini.

“No creo que votar a Grabois sea tirar el voto”, dijo el más contestatario de los Moyano.

“Cristina apoya a Massa pero también me apoya a mí porque, si no, no habría PASO… A Massa no hay que darle un voto en blanco”, concluyó Grabois.

Cristina Fernández de Kirchner se esfumó de la escena. La última de sus apariciones junto al candidato que entronizó fue a bordo de un simulador de vuelo. Una imágen un tanto extravagante para un contexto atravesado por las suspicacias políticas. No se la espera este domingo en el bunker. La lideresa opta por perderse la partida.

Los últimos empeños de CFK estuvieron puestos en atenuar las situaciones más calientes de la interna bonaerense. Recibió a Fernando Espinoza, el cacique matancero que va por un nuevo mandato y el domingo deberá enfrentar el desafío de Patricia Cubría. La precandidata a intendente, esposa de Emilio Persico, recibió el fotográfico respaldo de Massa.

En el distrito más populoso del conurbano profundo una mala performance peronista pondría en riesgo la Provincia. Cristina lo sabe y también por eso pretendió interceder para que Julio Zamora pueda competir con la boleta de Kicillof luego de que la Cámara Nacional Electoral lo desprendiera de la posibilidad de presentarse bajo la boleta massista. En Tigre también cada voto cuenta para el resultado en PBA dónde el kirchnerismo libra “la madre de todas las batallas”.

Maximo Kirchner, primer candidato a diputado por Unión por la Patria, también se retiró a sus aposentos. Le sacó el cuerpo a la campaña, se lo vió poco. Se dedicó a reforzar la candidatura del camporista Damián Scelci, quien disputa la candidatura a la intendencia de Hurlingham con Juanchi Zavaleta, en la más feroz de todas las internas bonaerenses.

Hasta donde se sabe hay mucho delivery de sastrería electoral. Mucha boleta cortada a medida de la necesidad de los intendentes que no se resignan a perder votos por el efecto arrastre de la fórmula presidencial.

Javier Milei, por su parte, gana en el silencio. Los episodios de estos días recalentaron el escenario de bronca y desde allí se propone repuntar. Sabe que por fuera de sus consignas económicas, puede morder voluntades tanto por izquierda como por derecha

La morfología de su voto fue cambiando sobre la marcha. Hoy se le reconoce mucha atracción entre los desencantados del conurbano profundo. El suyo es un fenómeno disruptivo que desconcierta a los encuestadores.

Nos asomamos a un fin de ciclo. Sin la participación de quienes llevan casi dos décadas polarizando, Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner ponen en juego en este proceso electoral su capacidad de seguir influyendo. Conforme les vaya a los referentes de su espacio, retendrán o no, algo del liderazgo desgastado que los trajo hasta aquí.

La noche del domingo va a ser larga. El lunes 14 será otro día. El resultado de las urnas marcará de manera inexorable el curso de la economía. La oferta electoral es amplia y mucho más allá de enojos, broncas, desencantos y apatía de nosotros dependen delinear cómo será el día después de mañana.

Seguir leyendo: