Morena Domínguez, asesinada por motochorros camino de la escuela –veinte cuadras cada día– atravesó con negra pena a la Argentina que desespera. Le arrancaron la mochila y el celular con el que hablaba siempre con su abuela para verificar que hubiera llegado bien: los chicos que aún van a clase son atacados en esas cuadras sin vigilancia de ningún tipo ni presencia.
Con la pandemia y su cuarentena alucinante no solo se desarticuló la economía, el comercio de empresas medianas y aún mínimas sobre todo, además de las vidas y víctimas del virus, desquicio mental de los encerrados, el abandono de los sectores más frágiles, los sucesos en comisarías – se recuerda una “detenida” niña en Santiago del Estero- sino también el sistema de estudio y aprendizaje.
Un millón de asistentes al secundario desertaron y no volverán. Muchos en edad de empezar la primaria ni siquiera la empezaron, y se sigue de ese modo. La violencia es una tempestad impiadosa y en ascenso, con el añadido de la muerte como posibilidad alta en cada uno de los casos imposibles de contar.
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La pena negra por Morena es un mojón plantado por las consecuencias de una manera de manejar, administrar y resolver de cualquier modo el poder. Envuelta por la corrupción que ni siquiera se trata de ocultar, se pudo con premeditación el desgarramiento de la sociedad y con él la degradación generalizada, al obrar como estrategia, impedir la necesidad imprescindible de una armonía básica sin la cual la manipulación de los humanos que habitan este sitio se hace fácil y de maniobra sencilla. Es la materia prima de los demagogos. La pena negra que lo recorre todo nació en ese paisaje.
Hay una gran cantidad de abusos contra chicos en muchos lugares de la Tierra, pero aquí se trata de robo y el asesinato de una argentina de ojos inteligentes y bondadosos, entusiasmada con los ídolos del trap, fantasías de ser policía alguna vez (“cuando sea grande”), y sueños interiores al mecerse del tiempo. Asaltar chicos de escuela o de secundarios es pan comido para los motochorros y de quienes roban al paso: las víctimas se despojan de zapatillas, teléfono, cartucheras, lo que sea antes de ser golpeados.
Pasa entre los más pobres, llamados como moda vulnerables, del mismo modo en que los que viven a la intemperie son designados como “en situación de calle”. Hay disfraces para toda circunstancia. El sendero que lleva hasta Morena tiene curvas. Hay que apuntar la idealización del delincuente como vanguardia revolucionaria en estado puro. Desde Robin Hood hasta Foucault como ensayo de pensamiento, era un filósofo – por cierto no leído: solo leen imbecilidades predigeridas, dazibaos a la manera china de Mao- , aunque son sabios en ilusiones, promoción de rencores y resentimiento, especialidades de la casa.
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Está Grabois, pongamos por caso. Es un hombre formado en el método universitario, peronista raigal y genético, presumo que buen lector variado. “Si tuviera que juntar cartones a los 17 o 18 años, saldría de caño”, en la imitación canchera de la jerga tumbera, el idioma de las cárceles, que queda fantástico, sostuvo el precandidato a presidente.
Es precandidato por Unión por la Patria para dirimir candidato con Massa. Con permiso, sin molestar: ¡Qué vas a salir de caño, por favor! No está solo, son varios los subidos a la última: nunca visitaron una cárcel. Imposible que Perón lo aprobara porque es lo contrario de la comunidad organizada, pero da igual.
Legisladoras de perfil feminista han votado contra penas severas a los violadores, como para que nadie entienda nada, tal vez a propósito. En las cárceles los reclusos son ferozmente recibidos por los violadores y, vean ustedes, los ”matanenas”, un castigo inflexible.
Morena fue sacrificada por la edificación provocada que separa intramuros de extramuros. Los valores son distintos: extramuros es un grado y de gran mérito matar un policía, por ejemplo y así en toda la línea. Por eso es de enorme cinismo sobar y exponer la idea de inclusión al tiempo que se excluye.
Lo han conseguido, chiquita de Lanús un día por la mañana. La pena negra. Se ha logrado el odio – también para adjudicárselo a cualquiera que disiente- , se ha logrado la ruptura, se ha impedido por distracción o por lo que fuera- el hecho es que sucede- la difusión de drogas con miles y miles de adictos en destrucción.
Por eso Morena. Por poner en marcha y revolver la olla de las ideas perversas y ajenas a las nociones de justicia social o progreso verdadero, con ayuda y el trabajo de seres repugnantes.
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