En un reciente e indispensable artículo, The Economist plantea con serios fundamentos la posibilidad que América Latina pueda dentro de la próxima década convertirse en lo que los autores denominan la “Superpotencia de Materias Primas en el Mundo”. Un mundo que en pocos años estará ávido de materias primas que se producen mayormente en esta región, donde está nuestro eternamente pendulante pais.
Las materias primas que el mundo estará demandando son irremplazables, no pareciera haber alternativas a esas demandas. Podríamos resumirlas en dos grandes grupos: energía sustentable y alimentos.
En lo que respecta a energías sustentables, Argentina junto a Bolivia concentran por partes iguales prácticamente el 40% del litio mundial. El consumo de litio en la próxima década sera exponencial, la mayor cantidad de autos eléctricos, paneles solares, tecnología son todas industrias en auge que dominarán el mercado. El elemento central para que funcionen estas energías sustentables -y con mínimo impacto ecológico- es el litio.
Por otro lado nos encontraremos en una década con un incremento de la población mundial en 1000 millones de personas, esto implica un aumento mayor al 10% sobre el total. Este incremento demográfico tendrá impacto tanto en el consumo de esas energías basadas en el litio como asi también en los alimentos.
En el caso de los alimentos que produce Argentina nos encontramos frente a una oferta de commodities cuya elasticidad precio es prácticamente “inelástica”. No se pueden sustiruir los alimentos. Esto implicará un aumento de los valores en dólares de las materias primas, dado que cada vez resulta más difícil ampliar la frontera agropecuaria para producir una mayor cantidad de alimentos.
Resumiendo: en pocos años Argentina se encontrará frente a un escenario donde todo el mundo la estará observando, y a su vez necesitando.
Tanto eventuales gobiernos como empresarios deben observar con mucha atención este fenómeno para no repetir, en el caso del Estado Nacional, los errores del pasado cuando se dio el llamado “boom de la soja” de comienzos del siglo XXI, donde Argentina podría haber modificado su espiral económico descendente para transformarse nuevamente en “El granero del Mundo”, pero nos encontramos dos décadas después con la mitad de la población en la pobreza o por debajo de ella.
Cómo seguir
El Estado Nacional (administrado por el gobierno de turno) debe ser garante de la seguridad jurídica y la ausencia de trabas para aquellas empresas mineras que están buscando dónde invertir, principalmente en litio y plata. No hay nada que inventar, simplemente dar certezas y exigir normas que protejan el medioambiente. Esto es posible y así funciona el mundo. Hoy existen elementos auspiciosos respecto a esto, que pueden darnos una luz de esperanza. Los gobiernos de Catamarca, Jujuy y Salta (de signos politicos opuestos) concentran la mayor cantidad de litio del pais. Dichas administraciones manifestaron ante el Estado Nacional su desacuerdo con una eventual nacionalizacion de la minería, afirmando que el sector privado aportará los capitales, el know how y por ende la generación de empleo genuino.
Reconversión
Así como nos encontramos frente a una oportunidad única en lo que respecta a un (muy posible) aluvión de divisas, debemos tener presente el efecto que traerá aparejado esta catarata de divisas. Una apreciación del peso.
En dicho escenario, Argentina se encuentre muy posiblemente frente al denominado “Mal Holandés”. El Mal Holandés se produce cuando un país experimenta un aumento repentino en sus ingresos de divisas debido a una inusual e inesperada demanda exterior de recursos naturales o sus derivados, como petróleo o minerales, lo que lleva a la apreciación de su moneda. Esto puede hacer que otros sectores de la economía, como la industria y las economías regionales, sean menos competitivos a nivel internacional debido a esta apreciación del peso y se produzca el cierre de determinadas industrias.
Por eso la importancia para el empresario argentino de encontrar la manera de reconvertirse, ya sea en elaborador de productos derivados de los commodities de alimentos o de la minería o especializarse en alguna actividad donde tenga una ventaja comparativa versus otros productores mundiales del mismo bien o servicio, o mejorando la eficiencia de sus procesos, para lo cual las empresas nacionales también necesitan seguridad juridica y previsibilidad.
Esta apreciación tendría por otro lado como factor positivo una desaceleración del gran problema argentino: la inflación.
Cómo protejerse del Mal Holandés
Hay diferentes teorías macroeconomicas que presentan la manera que tienen los países de hacer frente al “Mal Holandés”. Desde creación de fondos anticíclicos, inversiones en infraestructura que mejoren la competitividad de los productos producidos en el pais, inversión en educación en nuevas tecnologías y otras tantas de mayor o menor efectividad.
Lo que no puede dejar de hacer el gobierno y la clase empresaria es negar la realidad y pretender que algo que puede ser un evento que cambie para bien la historia de la Argentina, se convierta en una nueva frustración a través de políticas proteccionistas, subsidios a los servicios y otra gran batería de paliativos demagógicos que no resuelven el problema y solo logran que sea aún mayor en el futuro.
Porque si no se empieza a ver hoy lo que está por venir y se pierde nuevamente el tren, va a llegar el día en el cual el litio sea reemplazado por algún otro elemento, aún desconocido, y en ese momento volveremos a repetir la historia, pero seguramente con un número más triste y vergonzoso que el 60% de niños en la pobreza.
* El autor es asesor en estrategias corporativas.