“Desde lejos no se ve”, dice la canción. La política parece haber caído en lontananza, y quedó tan alejada que apenas puede distinguirse desde la sociedad. En época de elecciones, cuando la política busca acortar distancias, la sociedad, quizás cansada de segundas o terceras oportunidades, parece buscar abstenerse.
Está en boca de todos los análisis, y es observable en casi todos los comicios de este escalonado calendario electoral, la presencia de una baja en la participación electoral. Esto, combinado con un moderado aumento del voto en blanco y/o nulo, tiñe el presente ciclo electoral de ciertas dudas. Sin ir más lejos, la reciente elección en Chubut presentó una caída en la participación de casi 4 puntos porcentuales y entre blancos y nulos sumaron algo más de 10% de los votos emitidos, algo menos que en 2019. En Córdoba, Santa Fe y La Pampa el escenario fue similar. Si bien es cierto que cada provincia tiene un contexto propio y las elecciones se “provincializaron”, en vísperas de las PASO y de elecciones concurrentes en la Ciudad de Buenos Aires esta realidad nos convoca a mirar con mayor detalle.
Desde sus picos durante los 80, la participación electoral ha ido paulatinamente retrocediendo. Esta baja se agudizó en 2021, durante la última elección legislativa nacional, cuando el número fue apenas superior al 70%.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se observa un escenario similar, con algunos matices. Tras la crisis del 2001, tomando como referencia la categoría de legisladores, la participación electoral se posicionó en torno al 75%. Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias no han sido, al menos en este distrito, disuasorias para los votantes. Incluso en 2015 hubo una mayor participación en esta instancia por sobre las elecciones generales. La gente, está claro, quiere votar.
Si vemos la información en perspectiva, podemos asegurar que existe una leve caída de la participación en la última década y media. Esta tendencia nos interpela de cara a las elecciones primarias del 13 de agosto y las generales de octubre.
Hay una sensibilidad del votante que no parece estar siendo atendida, incluso cuando la oferta política parece más rica que en otras elecciones y el resultado, más incierto.
En el marco de una inflación agobiante, una educación pauperizada, un sistema de salud deteriorado y la inseguridad que nos rodea, “conectar” se vuelve aún más difícil. A eso se agrega la dinámica de las nuevas herramientas de comunicación que obligan a innovar en el intercambio, afectando la cercanía tradicional y la identificación con las grandes ideas, proyectos y camino que proponen las distintas campañas.
Frente a la última semana de campaña, desde la política, nos corresponde redoblar esfuerzos y rendir cuentas, porque debemos impulsar el acto cívico de acudir a las urnas. “Votar” es mucho más que una herramienta de convertir votos en bancas, es la base misma del sistema. Y es la principal oportunidad de todos los ciudadanos de manifestarnos, de dejar plasmada nuestra opinión, seleccionando entre una multiplicidad heterogénea de opciones a quienes hacemos responsables del acto de representarnos.
El camino hacia adelante es el cambio. Desde Juntos por el Cambio, reconociendo errores de nuestra experiencia de gobierno, insistimos en el uso de las primarias para mostrar de manera abierta nuestros matices, opciones y propuestas. Desde Evolución puntualmente, junto a Martín Lousteau, durante toda la campaña nos enfocamos en las propuestas. En un contexto en que la gente está enojada con la Política, porque siente que esta no le da soluciones, promovimos el debate de ideas para centrar la discusión, en este caso, en los problemas de los porteños, en cómo podemos vivir mejor, y no en las peleas de los políticos. Un diálogo de cara a la gente en recorridas diarias, charlando con vecinos, tomando sus reclamos, sugerencias y opiniones. No peleas, competencia electoral sana, seguros que en estas PASO, la lapicera la tienen los porteños y las porteñas que son quienes deben definir, por sobre aparatos políticos, encuestas, linajes familiares o canales de televisión, el rumbo de la Ciudad.
En este contexto que busca imponer la apatía, confiamos en que la ciudadanía se activará plenamente en la última semana, consciente de que “quedarse en casa” sólo favorece a quienes quieren conservar el poder, a quienes buscan mantenerse en un contexto estanco. Cambiar también es un llamado de atención, y este 13 de agosto tenemos la oportunidad de hacerlo.
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