Los principales candidatos y equipos de campaña entrarán finalmente en la recta final de cara a las PASO. Será una semana clave, tanto para consolidar los posicionamientos y fidelizar los votos propios, como para -más importante aún- desplegar los últimos esfuerzos de persuasión en relación no solo a los indecisos sino también a los que aún no decidieron si concurrirán a votar.
Si en cualquier proceso electoral es cierto que es en el último tramo de la campaña donde están en juego -en términos de persuasión- más franjas del electorado, en esta inédita e incierta campaña, lo es aún más. Así, teniendo en cuenta que se trata -como lo ha definido Antoni Gutiérrez Rubí- de una elección en “tres tiempos”, los distintos espacios y candidatos redoblan los esfuerzos para alcanzar los objetivos que se plantearon para esta primera escala de cara al casi inexorable balotaje de noviembre.
En este contexto, un fantasma recorre los diversos búnkeres del oficialismo y la oposición, el fantasma del ausentismo que ya tuvo un fuerte impacto en las 18 elecciones provinciales que tuvieron lugar en este prolongado calendario electoral de 2023: casi 6 millones de electores habilitados -1 de cada 3- no eligió a nadie o ni siquiera concurrió a votar. Además, en un escenario caracterizado por un “humor social” y un clima de expectativas de futuro marcadamente negativo, varias elecciones provinciales han dado cuenta no solo de un extendido sentimiento de frustración y enojo que se plasma en el ausentismo o el voto en blanco, sino de la existencia de un nada despreciable sector del electorado silencioso y oculto.
Un electorado que, como quedó palmariamente en evidencia en las elecciones de Santa Fe, pareciera ser de una orientación indescifrable, lo que condiciona fuertemente cualquier proyección de indecisos que se realice en base a las encuestas. Si se analizan algunas de estas elecciones provinciales, con toda la cautela que demanda este escenario de altísima incertidumbre, hay una sugerente hipótesis posible: una porción del electorado subrepresentado en las encuestas, que está más desinteresado que enojado y que, cansado de la política de la confrontación permanente, se inclinaría tendencialmente por opciones más bien moderadas. Algo de lo que ya comienza a designarse como el “efecto Santa Fe” pero que, claro está, se manifestaría con fuerza de materializarse la participación electoral.
Por ello, entre los principales estrategas de las diversas terminales políticas del oficialismo y oposición se discute por estas horas a quién beneficiaría un abstencionismo por encima del promedio habitual. En el oficialismo, por estas horas trascendió incluso que el gobierno debate internamente la conveniencia de estimular la participación, con algunos referentes que consideran que en las PASO una mayor participación pudiera beneficiar a JxC en general y a Larreta en particular, y “opacar” el principal objetivo de Massa para esta etapa que es consolidar el “voto duro”, tratar de ser el candidato individualmente más votado, y mostrar un “piso alto” que lo proyecte como un contendiente competitivo de cara a las generales.
En JxC, donde tiene lugar la compulsa más atractiva de estas PASO, las lecturas no son unánimes, pero la mayoría coincide en que una mayor participación electoral, incluida la de los indecisos/desinteresados, podría favorecer al actual alcalde porteño.
Por ello, en ambos comandos de campaña encaran el sprint final con toda la artillería disponible. Si hace algunas semanas la mayoría de las encuestas, analistas y referentes del “microclima” político aventuraban una ventaja a favor de Bullrich, hoy parece haber indicios que abonarían una mayor cautela. A los recurrentes “errores no forzados” de la ex ministra en las últimas semanas, se suma el hecho que en las últimas 72 horas el Jefe de Gobierno porteño cosechó el apoyo del escurridizo y díscolo radical Facundo Manes, que trae como capital político su buena performance en la elección bonaerense del 2021 y, sobre todo, la adhesión explícita de María Eugenia Vidal, una de las referentes de más peso en el PRO y en la coalición.
Es más, el apoyo de la ex gobernadora bonaerense al proyecto larretista reavivó la interna y desató una serie de cuestionamientos del ala dura del PRO, en la que se destacó una reacción intempestiva y visceral de Macri, quien le endilgó haber “tomado varias decisiones sucesivas en las cuales ha desdibujado su perfil”. Si bien luego matizó sus comentarios, ya que aspira a ser el garante de la unidad y se concentra en este último tramo en apuntalar a su primo en la Ciudad, las declaraciones trasuntan cierta inquietud en un ex presidente que aunque se ha cuidado de no explicitar su apoyo a Bullrich, con su aporte a los equipos de la exministra, sus recurrentes guiños, y sus respaldos off the record ha dejado muy en claro su preferencia.
Así las cosas, mientras también sigue en pie la gran “incógnita Milei”, Larreta parece encarar la última semana con un movimiento ascendente no solo por los apoyos conseguidos en las últimas horas y algunos deslices de su rival interna, sino también por la ventaja que podría darle la extensa estructura territorial del radicalismo de Gerardo Morales. Sin dudas, un aliciente para uno de los candidatos lanzados hace más tiempo (2 años), que experimentó un fuerte ascenso inicial, una inocultable baja, y que hoy, todo indicaría que encara el final con las expectativas intactas.
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