El -por ahora- ministro de Economía, Sergio Massa, percibe la posibilidad de triunfar en primera vuelta con la fórmula 40% y 10% de diferencia con el segundo.
Para que se concrete este escenario, especula con una oposición dividida. Necesita que su amigo (y hoy contrincante) Horacio Rodríguez Larreta le saque del camino a la peligrosa Patricia Bullrich y que una parte de los votantes de la ex ministra de Seguridad se vayan con Javier Milei.
En las reuniones del oficialismo se recibió con alegría que Facundo Manes y María Eugenia Vidal se pronunciaran en favor del jefe de Gobierno porteño.
Los operadores territoriales justicialistas y kirchneristas ven con preocupación el crecimiento de Bullrich, aún en votantes peronistas. Imaginan que una parte de los que siguen a Milei la podrían acompañar en una hipotética segunda vuelta.
Con la “Piba”, como la bautizó (despectivamente) el camionero Hugo Moyano, todo es más difícil. Tiene una genética en la lucha electoral que les resulta conocida, no trepida en golpear con dureza inusitada a la propia CFK, sobre la que llegó a decir que “tendría que estar presa”.
Pero lo cierto es que el oficialismo, que hace dos meses temía salir tercero, ha vuelto a soñar. Aunque antes de llegar a las elecciones generales de octubre el candidato de Unión por la Patria debe pasar por esa “super encuesta” que son las PASO.
Massa quiere ser el más votado en forma individual para constituirse como el nuevo “macho alfa” del peronismo y el kirchnerismo. El mismo objetivo tiene el gobernador Axel Kicillof.
Cristina Kirchner decidió preservarlo y habilitó la candidatura presidencial de Juan Grabois de cuya boleta también irá “colgado” el actual mandatario bonaerense.
Un avezado dirigente bonaerense asegura: “Los intendentes tienen como prioridad el destino de Axel y, naturalmente, el de ellos”.
Una serie de sordas batallas (Tigre y La Matanza con las más notorias) dividen a ambas tribus.
Por supuesto que si Massa llega al sillón de Rivadavia nadie podrá discutirle el liderazgo. Empresarios, sindicalistas y dirigentes territoriales verían con alegría que se imponga ante Kicillof y sobre todo ante CFK.
Como se ve, el 13 de agosto está en juego mucho más de lo que parece.
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