Las declaraciones del Presidente Lula da Silva a su regreso de la cumbre entre CELAC-UE no debieran pasar desapercibidas. El Presidente Lula descalificó a Gabriel Boric, asumió el patronazgo del Acuerdo MERCOSUR-UE y reiteró que Ucrania debe negociar sin condiciones con Vladimir Putin para acordar el intercambio de territorio por paz.
El Presidente Lula emprendió desde que asumiera funciones una intensa agenda internacional donde existían expectativa por la posición de Brasil después de los desaciertos y rechazo a las posturas del gobierno de Jair Bolsonaro. En menos de seis meses, participó del G-7 en Japón, fue recibido en Washington, viajó a China para reafirmar su apoyo al BRICS y presentar su plan de paz, logró la nominación de Dilma Rousseff como presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo con sede en Shanghai y se entrevistó en sus giras europeas con los líderes de Portugal, España, Italia, Francia y el Papa Francisco I. La Cumbre CELAC-UE lo mostró en el centro de la escena concentrando la atención de los miembros y funcionarios de las instituciones de la Unión Europea interesados en escuchar sus opiniones sobre el cambio climático y la conservación de la Amazonia.
La Cumbre Sudamericana convocada en mayo para revivir UNASUR también presenció un intercambio de opiniones con el Presidente de Chile cuando se hizo referencia a la situación en Venezuela. Si bien el Presidente Lacalle Pou se expresó en términos similares, las discrepancias con Boric reflejan una disputa por el liderazgo en el mismo campo donde parecieran ensancharse las diferencias. El Presidente Lula en su discurso en el Foro de San Pablo el 30 de junio llamó a la unidad de la izquierda mencionando como ejemplo la actitud de Fidel Castro quien formulaba las críticas en privado mientras los elogios los hacía públicamente.
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La presencia de un presidente electo constituyó un importante mensaje para la unificación de la izquierda. El Presidente Lula afirmó en la inauguración: “muchas veces la izquierda latinoamericana se autodestruye. Porque utilizamos los medios de comunicación para hablar mal de nosotros, para intentar destruirnos, para exponer nuestros defectos. Porque las virtudes nunca son mostradas”. El Presidente señaló también que decidió volver porque tiene una misión. En sus palabras, no se trata de un gobierno o un programa sino de encarar “el fin de la desigualdad en el mundo” para impedir que “aumente todos los días el número de pobres en el mundo”.
La participación de Lula en el Foro, decisión inesperada para muchos, puede deberse a la necesidad de contener a un sector radicalizado del PT o directamente relacionados con el PCB ante la posibilidad de aplicar políticas que no satisfagan las expectativas creadas durante la campaña electoral. Pero sus palabras parecieran orientarse a lograr la confluencia de las distintas izquierdas para consolidar el poder en la región y evitar la alternancia con otras opciones de derecha duramente criticadas durante la disertación.
No es la primera vez que el Presidente Lula manifiesta su deseo de convertir a Brasil en un referente internacional. El artículo de Celso Amorim sobre política internacional durante el período 2003/10 se dedica a describir los éxitos de la participación en el G-4, en la Declaración de Teheraní, G-20, UNASUR, MERCOSUR, BRICS, IBSA, África, Países Árabes y otros que parecieran querer reintentar en esta tercera presidencia según muestra la agenda desplegada en un semestre. Quizás la búsqueda de ese liderazgo no haya tomado en cuenta los cambios en el escenario internacional con la consolidación de China e India, el expansionismo de Rusia, el conflicto China-EE.UU. y la pérdida del posicionamiento relativo de Brasil. China hoy sola es el 18% del PBI mundial, India 3,4%, Rusia 2,3% y Brasil 2% cuando hace 20 años atrás existía paridad entre las cuatro economías. Esta nueva realidad condiciona la cruzada del Presidente Lula y quizás solo contribuya a involucrarlo en disputas que difícilmente aporten a los intereses de Brasil y la región.
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