El problema no es la ideología sino la capacidad de conducción

Necesitamos salir del mundo del poder del dinero y avanzar hacia el debate de proyectos y la convocatoria a una nueva generación

Daniel Passerini, Juan Schiaretti y Martín Llaryora (Foto: Télam)

La Academia Argentina de la Historia en un acto realizado en el Club Francés incorporó al prestigioso docente e historiador israelí Raanan Rein. La obra y el punto de vista son de fundamental importancia para ayudarnos a superar algunos enfoques frívolos del pasado reciente. Su aporte desinteresado es vital para definir la integración en nuestra sociedad. Somos dueños de un devenir tan inestable como complejo y demasiados se ocupan además de deformarlo. Del otro lado se encuentra mi denostado y nada respetado Loris Zanatta, de indudable inferioridad tanto en formación como conclusiones pero que aporta en mucho a nuestra confrontación. El primero estudia a fondo la relación entre el peronismo y el pueblo judío, además de abarcar a toda la política exterior de esa época. El italiano, nos define como heridos por el catolicismo y el peronismo, sin duda lo hace como empleado tardío de los reiterados golpes de Estado y de algunos inversores financieros. En su liviandad intentó explicar a Fidel Castro por su formación en colegios jesuitas, a veces con ser imbécil alcanza para parecer original.

Llevamos más de cuatro décadas de decadencia, desde el desgraciado golpe de Estado, donde la democracia discute la responsabilidad de cada quien mientras nos acercamos al 40 por ciento de marginados y a un porcentaje parecido de ciudadanos que dejan de votar. Los errores son de todos y cada uno de los gobiernos, lo cierto es que al no tener un rumbo común cada elección es el preámbulo de un nuevo fracaso. El kirchnerismo decidió convertir al peronismo en heredero del Che Guevara sin considerar al General Perón ni al movimiento obrero ni a la misma integración social. La grieta es demasiado rentable para algunos sectores que necesitan invertir en odios extranjeros como si no fuera suficiente con los autóctonos. Pareciera que de ambas partes se hurga en las heridas que permiten seguir en esta confrontación entre enemigos, donde las denuncias asumen ser suplentes de las ideas.

Las elecciones en Córdoba llamaron la atención, quedó en claro que el problema no es la ideología sino la capacidad de conducción de sus dirigentes. La versión kirchnerista no pudo ni asomarse en esa provincia, sin embargo un peronismo bien pensado y con dirigentes de talento se impuso, donde podemos decir que es el lugar más afín a la ensoberbecida oposición. El gobernador derrotado sigue inventando excusas dejando en claro su limitado respeto por la democracia. Por el contrario, en Santa Fe las cosas fueron muy distintas, aun cuando la política se impuso con fuerza sobre la ideología mediática. En las candidaturas nacionales todo es más complicado, las ideas fueron aplastadas por los intereses. La política en su verdadera dimensión, ese espacio desde el cual se impone el proyecto común sobre el egoísmo e instala la verdadera vocación de trascender, ese lugar parece no tener quien lo ocupe.

Hay partidos convertidos en negocios por emisión de boletas, fui acusado de ser parte de ese oscuro negociado pero dejé en claro que los candidatos que acompañamos no tenemos nada que ver con ese tema. Duele, queda como la idea de que comprometerse para expresar la propia visión es un riesgo, me niego a aceptar que la prostitución impida que opinemos quienes vivimos a la política desde un lugar opuesto a semejante egoísmo. Agradezco que me hayan permitido aclarar mi situación, claro que también imagino que un buen periodismo hubiera fácilmente averiguado que los candidatos nada tienen que ver con la impresión de boletas, salvo los que son propietarios de un partido.

Necesitamos salir del mundo del poder del dinero y avanzar hacia el debate de proyectos y la convocatoria a una nueva generación. Siento que quienes transitamos esta compleja situación de empobrecimiento estamos obligados a dar nuestra opinión, asumir errores y proponer soluciones. Fui diputado con el General Perón y luego, representando al peronismo, dos años durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Estuve dos años de Secretario de cultura de Menem y por cuatro acompañé a Néstor Kirchner. Nunca participé del festival de privatizaciones y enriquecimiento de la modernidad. Me dolió y mucho ser acusado sin razón, sin embargo quiero seguir apoyando a los jóvenes con mi voluntad de recuperar la política como sueño de un mejor mañana colectivo. Me lastima que se pueda hacer política sin ideas pero no sin dinero. Por favor, apostemos a soñar un mañana mejor. Mientras no se detenga la concentración de la riqueza tampoco lo hará la multiplicación de la miseria, asumamos que ambos fenómenos son parte esencial de la actual desesperante realidad. Y asumamos que los dos grandes partidos, más allá de sus pretensiones discursivas se benefician parasitando la dolorosa fractura social. Nunca la prostitución pudo matar al amor, tampoco lo podrá lograr la corrupción con la política.

Seguir leyendo: