En nuestra Argentina signada por una una inflación estimada en 140 porciento anual, con fuertes evidencias que la próxima medición de la pobreza dará por arriba del apocalíptico 42 por ciento de la población, donde se debate si los jóvenes NI Ni o sea que no estudian ni trabajan llega a 2 a 3 o más millones y donde la pobreza infantil supera el 60 porciento, algunos han decidido poner en el centro del debate a Julio Argentino Roca.
Los noticieros muestran videos de cómo se derriba un busto de Roca en Santa Cruz y se trasladará el histórico monumentos al dos veces Presidente de la Argentina de su actual emplazamiento en el centro cívico de Bariloche. Llama la atención que un gobierno que se denomina peronista, con particular énfasis cuando se acercan elecciones y deja por un tiempo de lado figuras históricas que nada tienen que ver con el peronismo como el Che, Fidel Castro y otros, vea con buenos ojos ese revisionismo.
Cabe recordar cómo era el pensamiento de Perón con respecto a Roca, tan respetado que no dudó en ponerle su nombre a toda la red de vías que iban hacia al sur del país. Asimismo, el kirchnerismo suele recurrir a Juan Manuel de Rosas como una figura destacada y a honrar. Mejor evitar pensar qué haría el Restaurador de las leyes con los que alentaron criticas a la Iglesia Católica, sus tradiciones, a la propiedad privada y o profesaran doctrinas marxistas.
Habrá que recomendar volver a ver ese clásico del cine argentino de los años 80 que es Camila. Ese mismo caudillo político y poderoso hacendado llevó adelante una expedición militar 4 décadas antes que Roca, para extender el control del protoestado argentino hacia el sur. Estas peleas político culturales con el pasado nacional tienen un aroma muy poco peronista y sí muy gramaciano. Mejor explorar qué opinaría Perón de eso.
En 1966 él mismo, durante una entrevista en la revista Primera Plana, define a Roca como uno de los hombres mas sagaces de la historia política Argentina. Otra guía bastante certera la tenemos en YouTube en dos memorables videos. En uno de ellos en 1973, el general Perón es entrevistado por tres grandes del periodismo como Villarroel, Maidana y Timerman. Ahí da una clase magistral sobre la ola izquierdista iniciada en el Mayo del 68 francés y sus irreconciliables diferencia con el pensamiento nacional y occidental del peronismo.
El otro está filmado en 1974 y donde el ya por tercera vez Presidente vierte una dura reprimenda y advertencia a los diputados de la Tendencia ligados a Montoneros. Volviendo al presente, el kirchnerismo tiene un incoherente mix de nacionalismo redentista con las Islas Malvinas, al mismo tiempo que parece ver con buenos ojos todo activismo político ideológico que debilita el control del Estado nacional y sus instituciones en la Patagonia. Un extraño nacionalismo selectivo. Pero dejemos por el momento la historia y focalicemos en el presente y futuro.
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Si algo queda claro de la dinámica que va asumiendo este nueva estructura de poder bipolar entre los EEUU y China, es que el Cono Sur en general y el Atlántico Sur, pasos estratégicos y la Antártida en particular están adquiriendo quizás la mayor importancia en al menos un siglo. Tanto la Argentina, Brasil, Uruguay y Chile son y serán importantes proveedores de todo tipo de recursos naturales a China. Washington y sus aliados en Asia y en Europa lo saben y no tienen la intención de evitar lo inevitable. Pero si están y estarán atentos a que no se crucen líneas rojas en temas de seguridad nacional.
La Patagonia argentina y su proyección sobre el mar y el Polo Sur, serán un factor clave de la política exterior y de Defensa Nacional de la Argentina en las próximas décadas. Asimismo, muchas de las riquezas naturales como gas, petróleo en tierra y en el mar y minerales en esa region para su pleno desarrollo y potencial necesitarán la presencia activa, coherente, sólida e inteligente del Estado en esa zona. La versión 2.0 del Orden y Progreso que fomentaba Roca y el mismo Perón décadas después.
En el kirchnerismo abundan admiradores de China y Rusia. Sería inconcebible para los regímenes de esos países atacar sus tradiciones históricas y menos aún que flamearan en su territorio banderas y símbolos que pusieran en duda el monopolio del uso de la fuerza del Estado y la integridad territorial. La fuerza de las tradiciones se refleja en Putin honrado a los Zares, criticando duramente a Lenin por debilitar al imperio ruso en 1917 y en China poniendo en el centro de su relato político y cultural a Confucio y los reclamos territoriales sobre espacios conquistados por Rusia siglos atrás.
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