Así como la obra de Quinquela Martín le permitió ganarse el mote de “creador” de La Boca podríamos decir que la obra del Gobernador Ricardo Quintela con su intento de reformar la Constitución de La Rioja podría ubicarlo como el “destructor” del sistema republicano. Déjenme que les describa esta obra maestra del populismo kirchnerista.
En diciembre del 2022, en la legislatura unicameral riojana ingresó un proyecto del gobernador Quintela para declarar la necesidad de una cuarta reforma a la Constitución de 1986. En tan solo una hora, en un trámite sobre tablas, exprés y sin mayores debates, se sancionó la ley gracias a “la fuerza del número”: el 86,11% de los legisladores responden a un partido en las últimas 3 elecciones ha sacado un promedio aproximado del 50% de los votos. Así de distorsivo es el régimen electoral de esta provincia K.
Fue “la fuerza del número” lo que le permitió a Quintela convocar con una facilidad sorprendente a la Convención Constituyente recientemente constituida. Y es “la fuerza del número” de convencionales lo que le permitirá imponer la reforma que mejor se adapte a sus necesidades porque, de 36 convencionales, tres cuartos de sus miembros le responden directamente.
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Hasta acá, la tela ya nos muestra un “paisaje” bastante explosivo. A este cuadro debemos sumarle ahora el árbol que nos impide ver el bosque que se oculta detrás. Como ya nos tiene acostumbrados el kirchnerismo, invocando causas nobles, como pretender garantizar el derecho al agua, la energía y la conectividad o una renta básica universal, nos esconden el clásico caballo de Troya K o, en nuestra metáfora, el bosque.
¿Cuál es ese bosque? Lo encontramos en los incisos 10, 11, 12 y 13 del artículo 4 de esta ley, donde tenemos, en primer lugar, una norma que si no busca lograr al menos una tercera reelección de Quintela, no se entiende para qué la incorporaron, porque le indica a los convencionales que regule la periodicidad en los mandatos de los tres Poderes del Estado. Acto seguido, el inciso 11 reitera la necesidad de limitar la periodicidad del legislativo y después, en el inciso 13 prácticamente se habilita al constituyente a reformular todo el Poder Judicial en tanto pueden renovar el Tribunal Superior, el Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento, el control de constitucionalidad y, lo más alarmante, la “periodicidad en el cargo” de jueces y fiscales.
Nombrar jueces sin estabilidad equivale someter a los jueces al poder político. Sin estabilidad no hay independencia y sin independencia se desnaturaliza el sistema de frenos y contrapesos sobre el que se sostiene nuestro sistema.
Como dijo Alexander Hamilton hace ya más de 200 años: “Los nombramientos periódicos, cualquiera que sea la forma como se regulen o la persona que los haga, resultarían fatales para esa imprescindible independencia.” (El Federalista, Nro. 78, del año 1788).
El cuadro se completa con otro elemento propio del kirchnerismo: el avance contra la prensa. Con la excusa de la “gobernanza”, un concepto por demás ajeno al de libertad de expresión, quieren terminar de controlar a los pocos medios locales que no han sido comprados por la pauta del gobierno y hasta restringir la trasmisión de medios nacionales críticos a su gestión.
Este cuadro nefasto donde otra vez estamos ante un Ejecutivo que quiere perpetuarse en el poder a través de la reelección y controlar a todos aquellos que puedan llegar a exponer sus chanchullos o ponerle un límite debe ser exhibido públicamente. Los debates de los convencionales deben ser transmitidos en vivo y los ciudadanos deberemos seguirlos bien de cerca para frenar con nuestra voz este intento de destruir nuestro sistema republicano.
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