Lula III, Boric y el síndrome del Viejo Vizcacha

El patriarca de la izquierda latinoamericana llegó al poder como un nuevo hombre con una visión para la región que incluye la influencia china

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El presidente de Brasil, Luiz
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, saluda al presidente de Chile, Gabriel Boric, durante una reunión bilateral en el Palacio de Itamaraty en Brasilia, Brasil, el 2 de enero de 2023. REUTERS/Adriano Machado

Pocos días atrás se concretó la cumbre de mandatarios de los países de la Unión Europea y de la CELAC. La cáscara vacía que las dictaduras supuestamente de izquierda de América Latina usan como foro internacional. Nadie con un mínimo de conocimiento de la política global tenía alguna mínima expectativa sobre ese evento.

La clave del futuro de la relación de nuestros países con Europa pasa por el moribundo o zombi acuerdo UE - Mercosur.

Ahí deberían estar puestas nuestras energías diplomáticas, políticas, académicas y empresariales de los miembros de nuestro bloque. Pero todo indica que no es así. Intereses sectoriales de uno y otro lado lo dejan como un listado de buenas intenciones.

Para nosotros sería un vínculo fluido con más del 20 por ciento del PBI global y una forma inteligente y realista de moderar en algo el creciente tironeo de las dos grandes potencias de la ascendente bipolaridad, EEUU y China.

Para los europeos, un acceso mas fluido y creciente de petróleo, gas, hidrógeno verde, litio, cobre, alimentos y materia gris para tecnología de la información a menores costos. Aprovechando las afinidad culturales, étnicas e idiomáticas.

Para el mismo Washington, tendría la potencial utilidad de restarle espacios de penetración china en nuestros países. No sería la primera vez, como lo demuestran el apoyo del poder americano a empresas de Finlandia y Suecia que compiten con empresas chinas de 5G.

Segunda Sesión Plenaria de la
Segunda Sesión Plenaria de la III Cumbre CELAC-UE

Pero volvamos al micro cosmos de la reunión UE - CELAC.

Desde ya parte sustancial de las expectativas de los que se centran en la escenificación o capital simbólico de estos eventos, era la presencia de Lula III. El patriarca de la izquierda latinoamericana, si bien en sus dos gobiernos anteriores sus políticas económicas hubiesen sido llamadas neoliberales ortodoxas por la izquierda castro chavista. Como en la canción de Roberto Carlos, Lula I y Lula II tenían un millón de amigos. Bush hijo, Fidel Castro, Chávez, Putin, los líderes chinos, Gadafi, Evo Morales, etc.

Se ofrecía a mediar entre Irán y los EEUU en temas nucleares, invitaba dos días a Brasil a Bush hijo después de la agitada cumbre de Presidentes de las Américas en Mar del Plata y lanzaba un masivo programa de compras militares a países de la OTAN como Francia y el Reino Unido. Pero ahora está Lula III y con una activa ambiciosa hoja de ruta forjada por Celso Amorin.

Con un diagnóstico sobre la existencia de un mundo multipolar y no bipolar y donde el denominado (fantasiosamente) Sur Global, está llamado a ir reduciendo el poder de los EEUU y sus aliados. Para otros, entre los que me incluyo, el Sur Global es un inteligente y pegadizo marketing de China para hacer creer que hay fuertes intereses en común entre países del norte como la misma China, Rusia, Turquía, Irán, India, etc., con Brasil, Venezuela, Sudáfrica, etc. Siendo el PBI de China superior a los de todo este listado de países así como por su desarrollo tecnológico y magnitud de su presupuesto militar, no tiene mucho sentido el colocarlos en la misma categoría.

Entre las anécdotas de la Cumbre antes mencionada, sobresale el reto y lección en vivo y en directo que Lula III le hizo al Presiente Boric.

Él mismo rompió, como ya lo hizo en otras oportunidades, con el clima de amiguismo y comprensión de países democráticos con las dictaduras que existen en el hemisferio. Claramente no se sumó al cliché de que los problemas en Cuba, Nicaragua y Venezuela deben ser tema de exclusiva incumbencia de los ciudadanos de esos países.

Boric no se sumó al
Boric no se sumó al cliché de que los problemas en Cuba, Nicaragua y Venezuela deben ser tema de exclusiva incumbencia de los ciudadanos de esos países. REUTERS/Mike Blake

Cabría pensar que hubiese pasado si entre 1973 y 1989 en Chile o entre 1976 y 1983 en Argentina o entre 1964 y 1979 (año que los militares dan una amplia amnistía a derecha e izquierda) en Brasil se hubiese usado el mismo argumento. Por lo tanto atrás de este cliché se esconde un profundo desconocimiento de la historias y o una gran hipocresía.

Boric tambien rechazó poner a Ucrania y Rusia como igualmente responsables de la guerra iniciadas en febrero 2022. En una versión en portugués del famoso personaje de José Hernández, el Viejo Vizcacha, Lula III tildó a Boric de joven e inexperto. Dando a entender que con el paso del tiempo, más experiencia y cumbres aprendería a decir lo mismo que él.

En otras palabras, trató a un Presidente democráticamente electo y con mas de dos décadas de actividad política, como un profesor trata a un alumno con potencial futuro pero que falla en el presente. Lula sabe muy bien que al interior del Brasil el debe negociar y ceder con poderosos sectores legislativo de centro y de derecha así como con importantes gobernadores y factores de poder que opinan igual o aún peor que Boric sobre las dictaduras en cuestión.

En Boric se nota una persona formada por ideas de izquierda pero sin el cemento de los partidos forjados en la fe y rigidez del marxismo leninismo. Los cuales solían repetir y quizás lo sigan haciendo aquella ridícula frase, más aún para un pensamiento supuestamente científico y de vanguardia: Mejor estar equivocado dentro del Partido que tener razón fuera del Partido.

Por el bien de la región esperemos que Lula III vaya asumiendo el mismo pragmatismo que tiene en la política interna de Brasil. O quizás tanta exageración y sobreactuación externa en parte se deriva de compensar eso mismo.

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