La cuarta batalla entre el post peronismo y el pan peronismo

Desde Cristina a la CGT, y del empresariado al FMI, Massa apuesta a una convocatoria amplia y contradictoria. Larreta y Bullrich intentan frenar una ola que no pudo detener Macri

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Massa competirá en las PASO contra Juan Grabois en el espacio de Unión por la Patria, mientras que Larreta y Bullrich se disputarán la candidatura a Presidente en Juntos por el Cambio
Massa competirá en las PASO contra Juan Grabois en el espacio de Unión por la Patria, mientras que Larreta y Bullrich se disputarán la candidatura a Presidente en Juntos por el Cambio

Siempre es interesante leer o escuchar a Loris Zanatta. Siendo italiano de nacimiento, ensayista y profesor de Historia en la Universidad de Bolonia, el hombre ha querido complicar su vida estudiando al peronismo. Fenómeno incomprensible, todavía, para los cientistas políticos de casi todo el planeta. Sin embargo, Zanatta ha escrito varios libros en los que advierte, con astucia hay que decirlo, sobre el protagonismo que el peronismo ha logrado finalmente para sostener la decadencia de la Argentina.

En algún momento de la historia reciente, a cualquier intento revisionista y crítico del peronismo se lo ha descalificado con el término “gorila”. Era el contraataque perfecto de los peronistas. El que atacaba al peronismo era un gorila. Y allí se terminaba cualquier discusión. El derrumbe de la Argentina ha contribuido también a desacralizar incluso al peronismo. Y ya a nadie le importa si lo llaman gorila por criticar al enclenque movimiento.

Entre sus libros, Zanatta se ha metido con Perón y con Evita. Pero su víctima propiciatoria de los últimos años ha sido el Papa Francisco. “El Papa, el peronismo y la fábrica de pobres” es uno de sus best sellers. “El Papa Francisco es comunista y fascista, como Perón”, le dijo al diario español El Confidencial hace tres meses. En la década del ‘70, habría podido tener una condena a muerte de Montoneros o de La Triple A. O de las dos bandas armadas a la vez. Eran tiempos violentos, pero no era cine.

En una entrevista por CNN Radio con el periodista Pepe Gil Vidal, Zanatta planteó esta semana que la candidatura presidencial de Sergio Massa, con el acompañamiento de Cristina Kirchner como coequiper de sus actos de campaña, era la amenaza del triunfo del pan peronismo. Otra etapa en la que un líder peronista contara con el apoyo de la CGT, de la izquierda siempre funcional, de un sector de los empresarios y de un sector de la prensa.

Sergio Massa durante el acto en la CGT (Foto: Nicolas Stulberg)
Sergio Massa durante el acto en la CGT (Foto: Nicolas Stulberg)

“Una Grosse Koalition”, explica Zanatta, acudiendo al término alemán para describir esas coaliciones mayoritarias con aliados en todos los engranajes del poder. El profesor italiano cree que la Argentina solo tendrá escapatoria de la decadencia cuando salte hacia el post peronismo. Y ubica entre las alternativas de esa opción política a la candidatura presidencial de Patricia Bullrich.

Es raro que a un experto como Zanatta se le escape, o le reste importancia a que Bullrich también viene del peronismo. Del sector más combativo de la Juventud Peronista en los malditos ‘70. Del menemismo en los ‘90, de Gustavo Beliz a fines de esa década y de la Alianza a comienzos de los 2.000. Hoy Patricia es una muy competitiva candidata presidencial del sector más confrontativo de Juntos por el Cambio, acompañada por dirigentes como Cristián Ritondo, peronista nacido en el barrio de Mataderos. Perdón Loris, la Argentina es un nido de sorpresas.

Del resto de los candidatos a presidente, tampoco se puede decir que sean propuestas anti peronistas totales. Horacio Rodríguez Larreta, de formación desarrollista, abrevó en las aguas del peronismo cerca de Eduardo Duhalde y de Palito Ortega, y desde allí llegó al PAMI en tiempos de la Alianza. El peronista Diego Santilli es su candidato a gobernador bonaerense, y Miguel Angel Pichetto su primer candidato a diputado nacional en la provincia, además de ex candidato a vicepresidente junto a Mauricio Macri.

También es candidato a presidente el peronista cordobés, Juan Schiaretti, y quizás sea el libertario Javier Milei el menos peronista de los presidenciables, aunque trabajó algún tiempo asesorando al peronista Daniel Scioli. Hasta Loris Zanatta deberá reconocerle a Perón aquello de que los peronistas son como los gatos, cuando se pelean, en realidad se están reproduciendo.

La hipótesis de Zanatta es que en el peronismo, desde su origen, “siempre convivieron fascistas y comunistas”. Le endilga esa categoría iconoclasta al propio Perón para terminar ahora adjudicándole el mismo alimento al Papa Francisco. Tal vez le sirva recordar que durante el gobierno de Néstor Kirchner convivieron Guillermo Moreno y Nilda Garré, mientras que en el de Cristina compartían gabinete el ex montonero, Jorge Taiana, y el inclasificable Sergio Berni. Todos unidos en la contradicción.

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Más allá de que se comparta o no el análisis de Zanatta, el justicialismo tuvo su primera gran experiencia pan peronista al regreso a la Argentina de Juan Domingo Perón, en 1973. Un primer ensayo con la izquierda extrema en el comando y Héctor J. Cámpora en la presidencia decorativa. El experimento duró apenas 49 días. Lo que siguió fue la asunción del ya anciano Perón, para conformar un gobierno trasnochado con Isabel en la vicepresidencia y José López Rega en la consultoría astrológica.

Ya se sabe como terminó todo aquello. Con el país empezando un declive del que no volvería a recuperarse. Con los cadáveres en las calles como instrumento de negociación y con el descenso hacia el infierno de la dictadura militar entre una dirigencia ciega y una sociedad indiferente que tardaría demasiado en reaccionar.

Luego vinieron las experiencias pan peronistas del menemismo y del kirchnerismo, una por derecha y alimentada con las vitaminas de neoliberalismo que les obsequió la Ucedé de la familia Alsogaray. Y otra de izquierda progre, como la que lideraron Néstor y Cristina, acompañada por la generación frustrada del Frepaso y del comunismo senior que vio llegar su demorada oportunidad de atracar en el poder. En los dos casos, los aliados prefirieron ignorar las evidencias de corrupción que crecieron con Menem y se perfeccionaron con la voracidad de los Kirchner.

Hay que decir que los intentos post peronistas siempre fracasaron. La dictadura militar se obnubiló en la pesadilla del terrorismo de estado hasta caer por la Guerra de Malvinas, que mostró su inoperancia, además de su desprecio por la vida.

Raúl Alfonsín y el Pacto de Olivos solo ayudaron a Carlos Menem a consolidar su poder, y a instaurar la trampa de la reelección presidencial. Mientras ni el Socialismo de Hermes Binner, ni las denuncias de Elisa Carrió ni el desafío interno del primer Sergio Massa (aquel de los ñoquis de La Cámpora) alcanzaron para frenar al cristinismo. Fue Mauricio Macri el que armó un partido (el PRO) y quien dispuso de la mejor chance de herir definitivamente al pan peronismo. En palabras de Alfonsín, quizás no pudo, quizás no quiso o quizás no supo hacerlo.

Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner en la inauguración de un simulador de vuelo de Aerolíneas Argentinas (REUTERS)
Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner en la inauguración de un simulador de vuelo de Aerolíneas Argentinas (REUTERS)

Massa, como lo advierte estupendamente el profesor Zanatta, es la reencarnación perfecta del neo panperonismo. Reconciliado, al menos hasta las PASO del 13 de agosto con Cristina y el kirchnerismo, ensalza a la categoría de milagro el gasoducto Néstor Kirchner o se sienta junto a la Vice en el simulador de un avión de Aerolíneas Argentinas para celebrar los U$S 8.000 millones que perdió en sus quince años que lleva reestatizada.

Como un verdadero cosplayer de la épica peronista, Massa se deja abrazar por los Gordos de la CGT o se jacta de los contactos que tiene en Washington para estirar hasta el último minuto una negociación con el Fondo Monetario que lo ha llevado al límite de sus posibilidades. Lo ayudan sus aliados entre los empresarios, que no son pocos, y su buena relación con los medios de comunicación. La inflación anual de tres dígitos, el dólar disparado y la economía cerrada por los cepos son los flancos débiles de este pan peronismo de última generación.

¿Será Patricia Bullrich o será Horacio Rodríguez Larreta el que tenga la gran oportunidad de frenar la cuarta arremetida histórica de un peronismo que carga las contradicciones en el lomo y sin sonrojarse porque son parte de su adn existencial?

Cualquiera de ellos que lo logre, incluso el desconcertado Javier Milei quien parece haber perdido la magia de los meses anteriores pero que conserva la vitalidad en las encuestas, lo haría con algo de peronismo en las venas opositoras. Como si fuera el veneno necesario para nutrir la fórmula del antídoto.

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