Con un acto no alcanza

El Estado argentino tiene una deuda con las víctimas, sus familiares y con la sociedad en su conjunto que anhela y merece el fin de la impunidad

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El edificio de la AMIA fue volado por un coche bomba el 18 de julio de 1994. Los responsables aún no han sido juzgados
El edificio de la AMIA fue volado por un coche bomba el 18 de julio de 1994. Los responsables aún no han sido juzgados

Recuerdo el día que siguió al del atentado a la AMIA: una multitud se congregó en la Plaza del Congreso para reclamar justicia y su esclarecimiento. Y así cada 18 de Julio, desde hace exactamente 29 años, en el acto de recordación y memoria exigimos justicia por la masacre impune de la AMIA, para honrar la memoria de las 85 víctimas fatales y brindar algo de consuelo, si esto fuera posible, a sus familiares, quienes duelan y sufren las ausencias y sus vidas truncadas, muchos de los cuales, y precisamente por el paso del tiempo, fallecieron sin haber obtenido una respuesta que debe ser dada no solo por el Poder Judicial, estamento encargado de investigar y juzgar a los responsables, sino por el Estado Argentino en su conjunto.

¿Por qué digo esto? porque, aunque con sus falencias, desprolijidades y deficiencias, la Justicia investigó, acopió pruebas, formuló una hipótesis delictiva, señaló a presuntos responsables, los imputó y, toda vez que existen motivos que sugieren la sospecha de su participación en la perpetración del más cruento atentado terrorista de la historia ocurrido en suelo argentino, los citó a indagatoria a fin que formulen su descargo.

Merced a dicha investigación, en la actualidad sabemos varias cosas: sobre la mecánica del hecho conocemos asertivamente que se utilizó un coche bomba que contenía explosivos y se estrelló contra el frente del edificio de la Amia; que el coche bomba fue una camioneta Trafic; que el chofer de la Trafic fue Ibrahim Hussein Berro; que el explosivo utilizado fue amonal; y presuntivamente quienes fueron los ideólogos del plan criminal y su brazo operativo, lo que deberá probarse en un juicio oral y público.

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Es importante recordar a las víctimas y no cejar en el reclamo de justicia, como un valor inclaudicable, pero no es suficiente. Amén de a los familiares, ¿importa realmente la Causa AMIA o es una efeméride? Cada año, días antes del 18 de Julio, desde las altas esferas de los poderes del Estado se emite un anuncio o una declaración rimbombante o se hace una promesa que después no se cumple, y el día del aniversario nos congregamos en la calle Pasteur, en el acto central, cada vez con menos afluencia de público, para exigir avances en la causa. Esto se replica en algunas instituciones comunitarias ¿no hay nada más que hacer, como postulan los agoreros de siempre intra y extramuros? ¿estamos condenados a no saber qué pasó y que no se castigue a los responsables? Albert Einstein dijo que el mundo no será destruido por los que hagan el mal sino por los que lo vean y no hagan nada al respecto.

El frente del edificio en calle Pasteur, en la Ciudad de Buenos Aires, con la inscripción de las 85 víctimas (Adrián Escandar)
El frente del edificio en calle Pasteur, en la Ciudad de Buenos Aires, con la inscripción de las 85 víctimas (Adrián Escandar)

El Estado argentino tiene una deuda con las víctimas, sus familiares y con la sociedad en su conjunto que anhela y merece el fin de la impunidad que hasta ahora se yergue como un destino que parece inevitable. La deuda no es solo de la Justicia. Hoy hay reunidos sobrados elementos de prueba que permitirían realizar un juicio oral y público para corroborar o desestimar la hipótesis delictiva planteada en la investigación. Pero lamentablemente la Causa Amia yace inerte. Está paralizada porque los sindicados como responsables de la masacre se sustraen voluntariamente al llamado de la justicia argentina y la actual legislación procesal no permite avanzar si no se les toma declaración indagatoria.

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Actualmente no hay objeción racional alguna que permita resistir la incuestionable validez constitucional del Juicio en Ausencia que implicaría juzgar a los imputados aún sin estar presentes en el juicio por decisión propia y deliberada; son los imputados los que están renunciando a su derecho a defenderse. El Juicio en Ausencia es un imperativo categórico; un deber moral. “Tzedek, Tzedek, Tirdof”; “Justicia, Justicia, Perseguirás” (Deuteronomio 16:20), pero no a cualquier precio sino con todas las garantías del debido proceso; posibilidad de revisión de la sentencia y de ofrecer nuevas pruebas. Entonces, la pelota la tiene el Poder Legislativo; es obligación del Congreso de la Nación debatir seriamente y sancionar una Ley de Juicio en Ausencia. Se trata de una cuestión de Estado que debe formar parte de la agenda política más allá de cualquier ideología y bandería política. Una obligación de toda persona de bien comprometida con la verdad ¿o esa verdad a algunos perjudica o incomoda?

Tomando prestadas palabras del Dr. Raúl Woscoff, ex asesor de la unidad especial de investigación del atentado a la Amia, que expresara en su disertación durante la reciente jornada sobre Juicio en Ausencia organizada en conjunto por el Colegio Publicó de la Abogacía y la DAIA, “el hombre es tiempo, sus actividades son tiempo y el proceso es tiempo, y un proceso que se paraliza es inhumano, y a la Causa AMIA hay que devolverle humanidad”. Ben Ferencz, el recientemente fallecido último fiscal de los juicios de Nuremberg señaló que en las sociedades civilizadas no hay limitación para juzgar a quienes cometen delitos contra la humanidad y sus perpetradores no pueden encontrar refugio en ningún sitio.

Una imagen captada en 1994 cuando se produjo el peor atentado en la historia de Argentina
Una imagen captada en 1994 cuando se produjo el peor atentado en la historia de Argentina

Un refrán español dice “nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer”. Tempus fugit; el tiempo es fugaz. Ha llegado la hora de recuperar el tiempo perdido. La escritora estadounidense Lois McMaster Bujold dice que los muertos no pueden pedir justicia, así que está en las manos de los vivos luchar por ella ¿Vamos a aguardar a que producto del paso del tiempo se sigan muriendo los responsables sin ser juzgados, los testigos cuya declaración resulta imperiosa para probar los hechos, y los familiares sin recibir justicia? Y si no es ahora ¿cuándo? (Hilel, Pirkei Avot, 1:14).

Porque nunca es tarde y el tiempo solo se acaba cuando termina la vida y hasta ese momento siempre hay una posibilidad: Ley de Juicio en Ausencia YA!, con aplicación inmediata a la Causa Amia. Para que no se trate únicamente de un acto de recordación y de un reclamo vacío de contenido sino de justicia concreta, real y eficaz. Amén.

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