La falta de justicia por el atentado terrorista perpetrado contra la sede de la AMIA-DAIA, que asesinó a 85 personas e hirió a más de 300, es la deuda más grande que tiene la democracia recuperada hace 40 años en la Argentina.
Lo seguiremos diciendo hasta que ese momento llegue, porque ese salvaje ataque, en pleno corazón de Buenos Aires, marcó una herida que sigue abierta 29 años después.
Nada indica que esta situación pueda modificarse en el corto plazo. Este nuevo aniversario llega en medio de un proceso electoral por lo que pedimos a los y las candidatas que este caso se encuentre presente en la agenda política y en el debate público.
Sabemos que la Argentina necesita liderazgos fuertes y comprometidos para resolver los grandes problemas que la atraviesan. Este liderazgo también es necesario para empezar a salir del inmenso pozo que fueron cavando, desde aquel 18 de julio de 1994, las instituciones judiciales y políticas de nuestro país. La gran mayoría, no estuvo a la altura y algunas de ellas, por acción u omisión, hasta fueron cómplices de la impunidad.
Nunca perdemos la esperanza porque sabemos que es posible llegar a la verdad. Quedó demostrado, en este largo tiempo, que cuando hay decisión política, recursos y funcionarios judiciales y políticos comprometidos con su trabajo, la verdad está más cerca.
No olvidamos que fue la justicia argentina la que acusó, con pruebas contundentes y avaladas por organismos internacionales, a miembros importantes del entonces gobierno iraní, de ser los responsables del atentado, así como al grupo terrorista Hezbollá de haber sido el brazo operativo.
Como siempre ocurre, al aproximarnos a la fecha aniversario de este ataque aparecerán pronunciamientos públicos sobre la necesidad de hacer justicia. Pero la causa AMIA-DAIA exige una política de Estado clara y contundente de una vez por todas.
Son las fuerzas políticas las que deben pensar y construir herramientas para terminar con la impunidad.
La Justicia fracasó en estos 29 años para dar una respuesta a las 85 personas asesinadas y a toda la sociedad argentina.
El dolor de los familiares nunca terminará. Lo que necesitan es que los responsables de ese crimen sean juzgados y condenados.
No hay más tiempo para perder en especulaciones políticas y judiciales que solo dilatan las decisiones que se necesitan para llegar a la verdad.
El caso AMIA-DAIA es hasta ahora una historia de derrotas.
Hace 29 años conocimos en la Argentina lo que es el mal y aprendimos que, para que no se repita, se necesita ni más ni menos que justicia.
Los familiares de las víctimas y algunas organizaciones de la sociedad civil lo tenemos bien claro.
Que el Estado se haga cargo de esta deuda que arrastra nuestra democracia.
Para que podamos sostener que los 40 años de plena democracia tuvieron sentido, necesitamos justicia.
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