Gasoducto: ¿por qué es necesario fracturar el consenso fósil?

La inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner plantea la necesidad de un debate genuino sobre la transición energética.

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Imagen de las obras en el gasoducto Néstor Kirchner, inaugurado el 9 de julio
Imagen de las obras en el gasoducto Néstor Kirchner, inaugurado el 9 de julio

El pasado 9 de julio se inauguró el primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. Más allá de un intenso debate en redes sociales entre las dos principales fuerzas políticas sobre el nombre, los méritos de la obra y los plazos, la posición de ambas fuerzas sobre Vaca Muerta, el fracking, la explotación de hidrocarburos offshore (e incluso el litio) logran el consenso a ambos lados de la grieta que no deja margen a una necesaria discusión sobre la matriz energética.

El primer tramo del gasoducto efectivamente expande la capacidad de abastecimiento interno de gas y energía a una parte de la población. Pese a ello, Argentina aún se encuentra lejos de resolver la provisión de servicios básicos para segmentos amplios de sus habitantes.

El hecho de que el GPNK colabore con una mejora en la balanza comercial del sector energético no debe invisibilizar lo que sucede en pueblos como Sauzal Bonito, donde las actividades de los set de fractura generan movimientos sísmicos que impiden que su población goce de una vida de calidad, saludable y literalmente destruye sus hogares. La expansión de la infraestructura de ductos provoca el aumento de las emisiones de gas y acelera las perforaciones en un entorno en el cual los Estudios de Impacto Ambiental se realizan sobre proyectos individuales sin contemplar los impactos acumulativos.

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Cuando se habla del gasoducto tampoco se mencionan los importantes volúmenes de agua dulce que acueductos o las llamadas “anacondas” transportan a Vaca Muerta desde el Río Neuquén, mientras gran parte de la población de la provincia no tiene acceso al agua potable; ni sobre la contaminación de las denominadas “aguas de retorno”, o el inadecuado tratamiento de los residuos petroleros. El “consenso fósil” también invisibiliza a la población que padece estas consecuencias.

Ambiente, una visión alternativa sobre el impacto del gasoducto Néstor Kirchner
Ambiente, una visión alternativa sobre el impacto del gasoducto Néstor Kirchner

En su discurso, el Ministro de Economía y candidato presidencial insistió en la idea de que el gas constituye un combustible puente hacia la transición energética y afirmó que “modifica el perfil productivo”. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que la matriz energética de la Argentina es preeminentemente fósil (84,3%), con una participación del gas del 53% según datos del Balance Energético Nacional de 2022.

Por otra parte, un simple recorrido con una cámara que permite visualizar emisiones de gases como el metano realizado por organizaciones de la sociedad civil -entre las que se encontraba FARN- en mayo de 2023, expone las importantes emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero del yacimiento. Esto supone un grave problema en un contexto de crisis climática, provocado principalmente por la extracción y quema de combustibles fósiles, y en el que la Argentina se ha comprometido a alcanzar la carbono neutralidad a 2050.

El principal mito se genera a partir de la idea de proponer un “futuro” de prosperidad económica y solvencia energética alrededor de Vaca Muerta. A partir de cifras sobre elevados salarios nominales de algunos trabajadores del sector aparece una idea de “derrame” económico que no es tal y se expande un modelo laboral basado en la tercerización y otras formas de precariedad. La explotación de la formación de Vaca Muerta está por cumplir 10 años y la realidad socioeconómica de Neuquén dista de ese progreso prometido. Precisamente en Añelo solo un 35% de la población tiene conexión de gas natural y una gran parte de la población no accede a agua potable.

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Dentro de la lógica económica, se estila reiterar cifras sobre el ahorro de importaciones de gas. Es falso que Vaca Muerta está colaborando con resolver el problema de la restricción externa ya que las firmas operadoras cuentan con el beneficio de acceso a un tipo de cambio diferencial y mecanismos para fugar divisas mediante su esquema de propiedades de empresas y relación con las casas matrices. Todo esto se lleva adelante bajo un esquema en el cual las grandes compañías hidrocarburíferas -no sólo YPF sino también Total, Pan American Energy y especialmente Tecpetrol- se llevan una masa de subsidios directos por operar.

La operatoria de Vaca Muerta que tiene importantes impactos socioambientales negativos que son invisibilizados, ni siquiera es “un buen negocio” para sectores amplios de la población, sino para un puñado de empresas que reciben importantes subsidios. A la Argentina le quedará una infraestructura que los cambios en el paradigma energético global transformarían en obsoletos o “activos varados”.

Frente al discurso sin grietas del “gas como combustible puente” y Vaca Muerta como “futuro” se debe plantear una verdadera transformación de la matriz productiva y de la matriz energética basada en energías renovables, con empleos que no estén sujetos a la volatilidad de los precios de los hidrocarburos. Algo viable desde lo técnico y económico redireccionando financiamiento y subsidios hacia dichas fuentes.

Es hora de repensar la energía como un derecho y en una transición genuina del sistema energético que sea democratizado, descentralizado y genere empleos de calidad. La salida no es la expansión de la infraestructura ni de los yacimientos en explotación de fósiles. Anhelamos festejar la independencia nacional dejando atrás la dependencia de los combustibles fósiles y contribuir de manera genuina con una transición energética justa.

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