El presente exige reconocimiento y humildad (y si no, silencio absoluto)

Preguntamos a Aranguren si él, en plena pandemia y con un desplome de la demanda y la producción como la registrada en 2020, realmente era la prioridad para el pueblo argentino invertir cientos de millones de dólares en el nuevo gasoducto

La inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner el último domingo 9 de julio (Télam)

Quien ocupó el cargo de Ministro de Energía de la Nación portando durante aproximadamente un tercio de su mandato acciones de la compañía de la que había sido presidente entre 2003 y 2015, respondió en este medio de comunicación la nota del diputado nacional Máximo Kirchner titulada “El futuro se planifica”. Tanto el escrito del legislador, como el del ex ministro-accionista en su réplica “El pasado no se inventa”, obedecen a la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), el pasado domingo 9. No ejercitaré aquí una defensa de lo escrito por el referido diputado, pues este sabe defenderse solo. Lo que sí haré, en mi calidad de Subsecretario de Hidrocarburos de la Nación, es responder a la procesión de mentiras, sesgos y convenientes omisiones hallados en la nota del ex funcionario-accionista y que no pueden ser soslayadas.

Dijo Aranguren: “Esa posibilidad [la de construir el nuevo ducto] no estaba por entonces prevista [en 2015] por una simple razón, no producíamos el gas natural suficiente para poder llenar el nuevo caño en la mayor parte del año”.

Aranguren ya no era parte del gobierno neoliberal cuando se publicó el Decreto 465/19, decreto mediante el cual el ex presidente Macri instruyó a la entonces Secretaría de Energía de la Nación a convocar a licitación pública nacional e internacional para el otorgamiento de una licencia de transporte sobre un nuevo ducto entre de Tratayén (Vaca Muerta) y San Nicolás (provincia de Buenos Aires). No obstante haber sido desplazado, Aranguren debería haber prestado más atención a su lectura, ya que en uno de sus considerandos se lee: “Que según surge del informe técnico de la SUBSECRETARÍA DE HIDROCARBUROS Y COMBUSTIBLES de la SECRETARÍA DE GOBIERNO DE ENERGÍA del MINISTERIO DE HACIENDA, a partir de la recuperación de la producción de la Cuenca Neuquina desde 2015 y, particularmente desde 2018, se comenzó a verificar la saturación de los gasoductos que evacúan el fluido desde ese origen”. En otras palabras, y como justificación de la obra que se proponía dar inicio a mediados de 2019, fue el propio macrismo quien reconocía, en el mismísimo Decreto 465/19, que la capacidad de transporte “a partir de la recuperación de la producción de la Cuenca Neuquina desde 2015″ (¡sic!) comenzaba a tener menor disponibilidad para la creciente producción. Nos preguntamos entonces, señor Aranguren: Ud. afirma que supuestamente no producíamos el gas natural para llenar el nuevo caño en 2015… ¿Cómo se explica entonces que a mitad de 2019 su gobierno recordó que la recuperación de la producción neuquina iniciada el mismo año en el que Ud. ingresó al ministerio ya era indicativa de futuros problemas en la normal evacuación del fluido? ¿Ud. nunca se enteró? En este presente, señor Aranguren, reconocimiento y humildad. Y si no, silencio.

Complementamos con datos más precisos reflejaba la citada norma, partiendo de informes del ENARGAS, la Subsecretaría de Planeamiento Energético y la Subsecretaría de Hidrocarburos, ambas últimas bajo la conducción de Darío Lopetegui como Secretario de Energía. En estos informes se menciona que en “noviembre de 2018, la capacidad de transporte hacia los grandes centros de consumo (GBA, Litoral y Bahía Blanca) se encontraría saturado”. En particular, “el Gasoducto Centro Oeste, perteneciente al sistema TGN, operó al máximo de su capacidad durante todo el 2018″. A su vez se menciona que “los gasoductos Neuba I y Neuba II, que también tienen origen en la cuenca Neuquina pero que pertenecen al sistema TGS, se fue saturando a medida que aumentaba la producción de dicha cuenca, alcanzando un pico en el mes de noviembre de 2018″.

En suma, el horizonte cercano de saturación del sistema de evacuación del gas neuquino ya era conocido desde 2015. No obstante ello, durante los dos años y pico de “gestión” arangurista siquiera se contempló trabajar al respecto. De hecho, entre 2016 y 2019 el sistema licenciado de transporte se expandió en apenas 48 kilómetros de nuevos gasoductos, contra 653 km entre 2012 y 2015, 1.514 km entre 2007 y 2014 y 902 km entre 2004 y 2007. Para ser más precisos, desde el retorno de la democracia a esta parte, la administración neoliberal ostenta el triste récord de haber sido protagonista de la peor expansión del sistema de transporte de gas natural de las últimas cuatro décadas. Reconocimiento y humildad, señor Aranguren. Y si no, silencio.

El presidente Alberto Fernández y la vicepresidente Cristina Kirchner en la inauguración del gasoducto. También la fórmula presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa y Agustín Rossi. Además, Axel Kicillof

Aranguren: “Bueno es recordar que por entonces la producción de gas natural había experimentado un franco descenso. Después de alcanzar un pico productivo en 2004 de 143 millones de metros cúbicos por día, llegó al mínimo de 114 millones de metros cúbicos por día en 2014. Luego de una modesta recuperación a 117 millones de metros cúbicos por día en 2015 merced a la implementación del Plan Gas I y II ideado por el equipo del ministro Kicillof (que remuneraba la producción de gas adicional, tanto convencional como no convencional, a un precio de 7.5 dólares por millón de BTU), la administración del presidente Macri llevó la producción de gas natural a 135 millones de metros cúbico por día en 2019″.

Vamos a echar un poquito de luz a esta oda maestra a las deliberadas omisiones. En primer lugar, entiendo que es la primera vez que Aranguren reconoce que heredó una producción en crecimiento. Cabe recordar que durante su primera aparición pública —luego ratificada por su alocución en la recordada audiencia pública de 2016—, expresó todo lo contrario. Esto es, que había heredado una producción en franca caída. Igual para todos los informes de gobierno vinculados al sistema energético y gasífero. El documento “Ocho Puntos sobre la Economía” confeccionado por la Jefatura de Gabinete en 2019 mencionaba: “Recibimos una situación dramática y nos planteamos un rumbo claro: lograr el abastecimiento, que estaba destruido, diversificar la matriz, normalizar mercado, asignar mejor los recursos del Estado y garantizar un suministro confiable para los hogares y las empresas argentinas”. En dicho informe se mencionaba: “Volvieron a crecer la producción de petróleo (después de 20 años de caída) y la producción de gas, que en los primeros nueve meses del año tuvo la mayor producción de la última década, 16% más que en 2015″. El mismo Macri en el debate presidencial del 20 de octubre de 2019 se animó a decir: “Nos habían dejado sin gas ni petróleo”. Todo mentira. Ahora bien, ¿modesta recuperación? En 2015, la producción se recuperó en 3,4% (esto no es un porcentaje modesto, pasa que el pillín del ex ministro-accionista compara interanualmente en metros cúbicos). Y más importante aún: en 2016 la producción creció 4,6% y solamente por el proyecto Vega Pléyade. De no ser por el mencionado proyecto, iniciado en la última gestión de Cristina Fernández de Kirchner, la producción se hubiese estancado en 2016 y descendido un 2,9% en 2017. Increíble, además, que omita reflexionar acerca de cómo hizo el ex ministro Kicillof para lanzar el Plan Gas (destacado por todas las productoras y el entonces ministro de Energía del Neuquén en la audiencia pública de 2016) sin trasladar el mayor costo a las tarifas del servicio público. Ya que supuestamente Ud. continuó el mecanismo de estímulo gasífero del actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires, emerge el siguiente interrogante: ¿Por qué no lo hizo también evitando trasladar ese subsidio a los millones de hogares con acceso a la red de gas natural? Sigamos con la frase maestra de las omisiones. Luego de una “modesta” recuperación acumulada del 3,4% de la producción de gas nacional entre 2015 y 2016 producto de las “ineficientes” políticas kirchneristas, la gestión de Aranguren tiró abajo la producción de gas en 2017 en un 0,5% (o 2,9% sin el proyecto heredado del gobierno anterior Vega Pléyade que comenzó a inyectar gas al sistema recién en febrero de 2016). En 2018, es cierto, la producción aumentó. Pero… ¿por qué habrá aumentado? Responde debajo el propio ex funcionario-accionista.

Aranguren: “Es decir que durante la administración del presidente Macri aumentó la producción de gas natural en 15%, gracias a que honramos el compromiso generado por la administración anterior con el Plan Gas I y II hasta su finalización en 2017 y a la implementación de la Res. MINEM 46/2017, que renumeró durante 4 años con precios a la baja de 7.5 a 6.0 dólares por millón de BTU de 2018 a 2021…”.

Habiendo dilapidado la recuperación de las inversiones y la producción a partir del Plan Gas de Kicillof, catapultada a su vez por la renacionalización de YPF en 2012, lo que Ud. olvida mencionar es que únicamente consiguieron levantar la producción de gas del país con… ¡subsidios! ¿Pero cómo, no era que con la lluvia de inversiones generada por la irresistible confianza del mundo en el prolífico y arrollador capitalismo macrista los “malditos” subsidios (razón de ser de los tarifazos que empobrecieron energéticamente a más de 12 millones de compatriotas) iban a ser eliminados de por vida, demostrando así a los argentinos y a la civilización occidental que por esa misma confianza y pujanza capitalista planificada por las brillantes mentes del Cardenal Newman los inversores extranjeros y nacionales invertirían sin necesidad alguna de la más mínima ayuda del Estado Nacional? Enésimo fracaso. La realidad: tuvieron que apelar a los “perversos” subsidios para recuperar la producción, con un precio estimulo de 7,5 dólares el MMBTU en 2018 y un sendero que iba a los 7 USD/MMBTU en 2019, Iguacel, a mediados de ese mismo 2018, reconoció que a 3,5 USD/MMBTU se podían desarrollar las reservas de Vaca Muerta; más aún, en agosto de aquel año el propio Iguacel anunciaba un precio del gas para usinas de 4,2 USD/MMBTU cuando con el sendero de Aranguren a esa fecha se suponía en 5,2 USD/MMBTU. Para colmo de males, aunque no debería sorprender a nadie, se trataron de subsidios que en su inmensa mayoría no pagaron, ya que casi el 70% de los subsidios de la Resolución 46/2017 lo terminó pagando este gobierno. ¿Recuerda el lector a algo más que tuvo que pagar este gobierno? Otro ejemplo es el Decreto 1053/2018 mediante el cual se pretendía que todo el pueblo argentino se hiciera cargo de la deuda generada por la dolarización del gas natural. De aquella deuda su gobierno concretó un (1) único pago de los 30 estipulados, dejando el resto al gobierno siguiente.

Obras del gasoducto Néstor Kirchner

La Resolución 46/2017 fijaba un precio para 2021 de 6 USD/MMBTU que el Plan Gas 2020/24 obtuvo a 3,5 USD/MMBMTU para 70 millones de m3 día planos, de los cuales 52 millones de m3 día provienen de la Cuenca Neuquina, precio que las nuevas rondas de 2023 incluso redujeron todavía más. Por último, hagamos lo que Aranguren no puede hacer, que es decir la verdad y contextualizar correctamente: si restamos los aportes del “populismo energético” (Vega Pléyade) y de la producción originada en los malditos subsidios que había que erradicar de la faz de la Tierra (gas provisto por la Resolución 46 y su espejo en la Cuenca Austral), la producción netamente atribuible a la gestión macrista en tiempos de Aranguren no sólo que hubiera declinado también en 2018, sino que hubiera caído 3,6% en relación a la de 2015. Reconocimiento y humildad, señor Aranguren. Y si no, silencio.

Aranguren: “A esta altura del repaso de los acontecimientos regulatorios en la materia, podríamos preguntarle al diputado Kirchner por qué, si todo estaba listo para comenzar con el gasoducto en 2015 y la administración Macri había aumentado la producción de gas natural en 15%, la administración del presidente Fernández no hizo nada para ejecutar el proyecto y —un año después del inicio de su administración— su segundo secretario de energía Darío Martínez decidió derogar el 29/12/2020 la licitación lanzada por la administración anterior”.

Leyendo el párrafo anterior y a modo de conclusión, le pregunto al ex ministro-accionista: si la saturación de los gasoductos ya comenzaba a anticiparse desde 2015, por qué el gobierno del que fue parte se demoró tres años y medio (casi cuatro) en dar el primer paso hacia la construcción de un nuevo ducto… ¿Será que ese gobierno no produjo el gas que creía iba a producir o anunciaba iría a producir? ¿Será que nadie quería poner un centavo en dicho emprendimiento?

Aranguren: “Tenemos el gas y una primera etapa del gasoducto. En pocas semanas más podrá circular fluido por él y seguramente, el próximo invierno —plantas compresoras mediante— podremos evacuar poco más de veinte millones de metros cúbicos adicionales de Vaca Muerta”.

En esto coincidimos. Sin embargo, agregamos una reflexión/inquietud obligada acerca de la afirmación “tenemos el gas”. Vamos a ser más precisos: desde la adjudicación de los proyectos de la ronda incremental para la Cuenca Neuquina en diciembre de 2022 a este mes de julio, tenemos 11 millones de metros cúbicos días para el llenado del ducto. Y a partir de enero de 2024, un total de 14 millones de metros cúbicos diarios, que para el próximo invierno alcanzarán los 21 millones de metros cúbicos diarios, es decir llenando la totalidad de la nueva capacidad del GPNK. En pocas palabras, en tan solo 6 meses, apareció el gas que demandaba el nuevo ducto. Si en 2018 por fin se recuperó la producción de gas, para una evacuación que desde 2015 mostraba signos de saturación, ¿cómo fue que no hizo nada ni en 2016 ni en 2017 para que esa mayor producción de 2018 proveniente de Vaca Muerta no comenzara a ser evacuada por el nuevo caño? Este gobierno construyó el nuevo ducto en un extraordinario plazo de 10 meses, mientras que en 6 meses consiguió 11 millones de m3 adicionales para su llenado, gracias a las nuevas rondas del Plan Gas y por firme decisión e instrucción del ministro de Economía Sergio Massa. En su nota Ud. destaca que de 117 millones de m3 en 2015, pasó a 135 millones en 2019. O sea, 18 millones nuevos por día luego de cuatro años. Le damos el changüí de no descontar Vega Pléyade. ¿Tardaron 48 meses en aumentar 18 millones de m3/día a 7 USD/MMBTU? Este gobierno consiguió 11 millones m3/d en 6 meses y 14 millones en 12 meses (a partir de enero de 2024) a 3,3 USD/MMBTU o un 50% más barato del que proponía Aranguren en su tablita ascendente de precios del gas y manteniendo dicho precio a 2028. Reconocimiento y humildad, señor Aranguren. Y si no, silencio.

Finalmente, la frutilla del postre. Escribió Aranguren: “…cabe preguntarse por qué la administración del presidente Fernández no decidió su implementación como obra pública en ese momento en lugar de esperar más de 2 años, hasta febrero de 2022, para que su gobierno declarara de interés público la construcción del gasoducto por parte de IEASA (ahora ENARSA) y otorgarle a esta su concesión”.

Preguntamos a Aranguren si él, en plena pandemia y con un desplome de la demanda y la producción como la registrada en 2020, realmente era la prioridad para el pueblo argentino invertir cientos de millones de dólares en el nuevo gasoducto. Quizás responda que sí, desde que para el neoliberalismo el ser humano constituye un número más en una planilla Excel. Pues bien, para el peronismo genuino, no es así. Reconocimiento y humildad. Y si no, silencio.

A modo de cierre, el Gasoducto Presidente Néstor Kirchner que en su primer tramo se construyó marcando un hito histórico y récord mundial, además de sus ingentes beneficios económicos y energéticos, incluso actúa como disparador de un debate energético que brillaba por su ausencia, necesario en estas decisivas elecciones y sobre todo de cara a una muy preocupante escasez de genuina y sana discusión política de ideas y proyectos. Nunca tan oportuno el nombre que lleva este gasoducto: el de un Presidente, un estadista y un hombre que fomentó siempre una sana y responsable confrontación política para resolver los problemas de los argentinos y las argentinas.

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