9 de Julio: soberanía, estrategia militar y ámbito espacial

Este nuevo aniversario de la Independencia es una buena oportunidad para reflexionar y comprender que la defensa nacional es un problema de todos los argentinos

Radar en Río Grande, Tierra del Fuego

Hace poco más de dos siglos nuestro país comenzaba su historia como Nación independiente y soberana. Los hechos políticos y sociales de una época convulsionada por las decisiones extranjeras sobre nuestra patria en formación, dieron inicio a un cambio trascendente. Desde nuestro rol como Fuerzas Armadas, Estado y soberanía son el marco de nuestra existencia, como lo fueron en aquel entonces, aunque la situación fuera más confusa e incierta. A pesar de los profundos cambios ocurridos en el plano internacional, el Estado-Nación sigue siendo el actor central en las relaciones internacionales y en la forma de organización de los pueblos, y esta es la herramienta principal para lograr nuestros objetivos. Por ello me parece oportuno, a partir de esos profundos cambios, relacionar los conceptos de soberanía, defensa y la influencia que el ámbito espacial ejerce hoy sobre los mismos.

Resulta innegable la estrecha relación que la actividad espacial tiene con la defensa, a tal punto que en las naciones más avanzadas del planeta como es el caso de Estados Unidos, Rusia y Japón, han organizado Comandos y Unidades Espaciales para asumir los desafíos de la defensa nacional en el espacio exterior, un ambiente operacional tan concreto como los convencionales.

Las tareas que los satélites de empleo militar desarrollan son variadas, pero radican esencialmente en comunicaciones y exploración o reconocimiento. Además, pueden realizar otras adicionales, tales como localización geográfica, guiado de sistemas no tripulados (incluyendo misiles de muy largo alcance) o incluso la neutralización o destrucción de satélites de eventuales enemigos en caso de conflicto (aunque esta última capacidad no ha sido oficialmente empleada por ningún estado, excepto en pruebas de validación contra satélites propios).

El propósito de este artículo es alertar desde el nivel Estratégico Militar, la seria amenaza a la seguridad nacional que supone la puesta en operaciones de la instalación de antenas de radar para el seguimiento de satélites de órbita baja, por parte de la empresa de capitales británicos LEOLABS en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Esta instalación, en construcción desde principios de año en nuestro territorio, pone de manifiesto la necesidad de disponer de una alerta temprana que permita adoptar a tiempo contramedidas que eviten la afectación de nuestros intereses soberanos.

Abrirle la puerta del gallinero al zorro

La empresa LEOLABS tiene sede en California (EE.UU) pero está compuesta de capitales británicos pertenecientes al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RUGB). De su propia página web, LEOLABS publica que es la principal empresa mundial proveedora de los siguientes servicios: A) Monitoreo y consciencia situacional de utilidad militar (LEOGUARD); B) Monitoreo de la posición orbital de los satélites (LEOTRACK); C) Identificación y alerta por riesgos de colisión en el espacio (LEOSAFE); D) Asistencia para la ubicación, seguimiento y recuperación de contacto con cargas útiles recién lanzadas a la órbita baja terrestre (LEOLAUNCH); E) Evaluación de los riesgos de colisión satelital; F) monitoreo de lanzamiento de vectores.

Tal es el perfil dual de la empresa (es decir civil y militar) que en la composición del directorio de LEOLABS hay ex miembros del Departamento de Defensa de los EE.UU y de la comunidad de inteligencia de dicho país así como también de la Real Fuerza Aérea Australiana. En efecto las 6 estaciones de radar de LEOLABS están situadas en Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Portugal y Costa Rica. Los tres primeros países pertenecen al famoso acuerdo de “Five Eyes” que dichos Estados posee con el RUGB y Canadá que tiene por objetivo compartir datos de inteligencia.

Estación aérea y radar Villaguay, Entre Rios

En lo que respecta a la amenaza a nuestra seguridad nacional, el RUGB mediante esa instalación está en capacidad de:

1- Brindar alerta temprana y consciencia situacional del espacio de batalla espacial en la órbita baja en la Argentina. Esto en concreto significa que el RUGB podrá monitorear nuestra actividad satelital tanto civil como militar (cuyos proyectos son justamente satélites de órbita baja) desde nuestro propio territorio en Tierra del Fuego.

2- La banda de operación (banda S) declarada por la empresa, coincide con la banda de operación de las estaciones terrenas de emisión y recepción de datos en banda S, recepción en banda X y Ka de los satélites argentinos. Esta significa que podrían interceptar datos y consecuentemente observar objetivos terrestres, marítimos o detectar aeronaves.

3- Seguimiento de trayectorias y lanzamiento de vectores como los que está desarrollando la Argentina desde la CONAE (familia de vectores Tronador).

En algunos foros virtuales se pretende desviar la atención y decir que se estaría aplicando un doble estándar contra la empresa británica LEOLABS, al no pedir el retiro de las agencias espaciales de la Unión Europea (UE) y China por las estaciones de exploración de espacio lejano en Malargüe (Mendoza) y Bajada del Agrio en Neuquén. En primer lugar, ni la UE ni China usurpan territorio nacional desde hace 190 años ignorando todas las resoluciones de la ONU que llaman al RUGB a negociar y solucionar el conflicto por vías pacíficas. Tampoco la UE ni CHINA instalaron bases militares, como Mount Pleasant, en territorio nacional ni militarizaron el Atlántico Sur realizando ejercicios militares cuyo objetivo es mantener la usurpación y coercionar militarmente a la Argentina. A su vez, ni China ni la UE han bloqueado el proceso de recuperación de capacidades militares a nuestro país mediante el veto sistemático a los sistemas de armas que contengan componentes de dicho origen.

En segundo lugar, las instalaciones de las agencias espaciales de la UE y China surgieron de convenios celebrados entre las partes realizados de acuerdo al marco legal vigente. En las cláusulas de dichos convenios Argentina puede usar las antenas instaladas (tanto de China como de la UE) para llevar a cabo sus actividades científicas de interés y en ese uso, también se puede controlar las actividades que las contrapartes realizan.

Por otro lado, no hubo intervención por parte de los ministerios competentes para tal efecto (Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio y Culto y el Ministerio de Defensa). Así por ser LEOLABS una empresa privada y al no mediar ningún tipo de acuerdo como los existentes con la UE y China, LEOLABS estaría en condición de brindarle inteligencia sensible de la Argentina al RUGB o a cualquier otro Estado que quisiera conocer los datos obtenidos por esas antenas de radar. Finalmente, las antenas de la UE y de China por ser concebidas para exploración de espacio profundo no suponen una amenaza a la seguridad nacional.

Misión del Instrumento Militar y el rol de la Inteligencia Estratégica Militar

La Directiva la Directiva de Política de Defensa Nacional (DPDN) es el documento de máximo nivel que describe el escenario internacional, le impone la misión al instrumento militar y establece los lineamientos que debe seguir el instrumento militar para cumplir esa misión. Esa Directiva es impartida por el Presidente de la Nación que de acuerdo a nuestra Constitución es el Jefe del Gobierno y Comandante en Jefe de las FF.AA.

La DPDN vigente establece que “(…)la persistente presencia militar, ilegítima e ilegal del REINO UNIDO DE GRAN BRETAÑA E IRLANDA DEL NORTE en las ISLAS MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR, SÁNDWICH DEL SUR y los espacios marítimos e insulares correspondientes obliga a tomar los recaudos de planificación de capacidades, despliegue y organización acordes por parte de nuestro sistema de Defensa.

A los efectos de garantizar los intereses vitales de la Nación, deben preverse y mantenerse los mecanismos necesarios para el control, la vigilancia, el reconocimiento y la producción de inteligencia militar estratégica de los espacios aeroespaciales, marítimos, terrestres y ciberespaciales. Este marco situacional debe ser abordado a partir de niveles de disuasión razonables, en cumplimiento de la misión primaria y esencial del INSTRUMENTO MILITAR”.

Como se puede apreciar la instalación de la base de radar de la firma de capitales británicos LEOLABS resulta totalmente incompatible con la misión militar impartida por el Presidente de la Nación a las FF.AA a través de la DPDN.

En efecto como bien señala la DPDN el dominio aeroespacial resulta de vital interés para la nación en lo que se refiere a la producción de inteligencia estratégica militar. En el marco de nuestra Estrategia Militar Multicapa de Restricción de Área el dominio aeroespacial constituye nuestra primera capa de defensa a los fines de monitorear y estar en condiciones de anticipar mediante el empleo de satélites las maniobras de posibles Amenazas Estatales Militares Externas (AEME). Ser vulnerable en esta primera línea de defensa nos dejaría sin consciencia situacional para monitorear el ejercicio de nuestra soberanía en nuestro territorio y espacio jurisdiccionales y quedaríamos sin la capacidad de anticipar un ataque de una AEME.

Como muestra el conflicto en Europa del Este y las imágenes que son de público conocimiento, el empleo de satélites y radares es de vital importancia a los fines de desplegar a las FF.AA. de acuerdo a la dirección de la maniobra militar del enemigo; mantener la comunicación y poder saber la situación de las unidades empeñadas e identificar las posiciones/blancos de interés del enemigo. Cabe destacar que no sólo están participando los satélites de Estados sino que existe una vasta red de empresas satelitales privadas proveyendo información en tiempo real a las partes involucradas. El caso más conocido es el del mediático empresario de origen sudafricano. Esta tendencia del conflicto moderno del empleo de empresas con fines militares nos obliga a repensar algunos aspectos de la capa de defensa anticipar.

¿Y por casa, cómo andamos?

Nuestro país se encuentra a la vanguardia regional en el desarrollo, puesta en órbita y operación de diferentes tipos de satélites, con una experiencia que se remonta al LUSAT 1, lanzado al espacio en 1990 y que ha dejado de cumplir las funciones de comunicaciones previstas por agotamiento de sus baterías; sin embargo su radio baliza, de diseño argentino, aún sigue enviando datos de telemetría y continua en la órbita original, constituyendo un récord internacional en la materia.

En el año 1991, se crea la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), responsable del Plan Satelital Argentino, el cual ha llevado a la puesta en órbita de una serie de satélites de investigación científica (serie SAC A a D), de apoyo en casos de emergencia emergencias en colaboración con Italia (SAOCOM) y de comunicaciones (ARSAT 1 y 2).

Otras organismos desarrollaron nano satélites y micro satélites con aplicaciones variadas, entre los que se pueden citar a los CubeBug-1 y CubeBug-2, desarrollados por la empresa Satellogic en colaboración con INVAP y el PEHUENSAT 1, para comunicaciones, desarrollado por la Universidad Nacional del Comahue, entre otros.

Todos los descriptos precedentemente son satélites de órbita baja, con tiempo de cobertura efectivo reducido sobre el territorio nacional, con excepción de los ARSAT que son geoestacionarios, es decir, orbitan a gran distancia de la tierra siguiendo su movimiento de rotación y asegurando la cobertura permanente.

Son muchas las empresas y organizaciones nacionales (esencialmente centros de investigación universitarios o militares) involucradas en la concepción, diseño, desarrollo, fabricación, puesta en órbita y operación de satélites, pudiendo mencionar a INVAP, Satellogic, DIYsatellite, la Universidad de San Martín, la de Córdoba, el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Defensa (CITEDEF), VENG, y muchas otras de reconocida experiencia y consistencia tecnológica.

Estas capacidades son una muestra de soberanía tecnológica que es preciso mantener e incrementar.

El dominio espacial: necesidad excluyente del planeamiento estratégico militar

Como hemos expresado en otras oportunidades el Estado Mayor Conjunto ha adoptado, producto de los estudios y conclusiones de un detallado trabajo de planeamiento, una estrategia o concepto de empleo del Instrumento Militar que se denomina multicapa ya que concibe a la defensa como varios sistemas de operaciones multidominio dispuestos en profundidad o capas, compuestos por diversas capacidades que operan en forma sincronizada, ágil e integrada en sus dimensiones físicas (aire, mar, tierra, espacio exterior) como no físicas (información, ciber, espectro electromagnético), procurando limitar la libertad de acción del enemigo en una zona de operaciones mediante acciones militares no lineales de desgaste, rehusando el enfrentamiento decisivo.

La vigilancia espacial constituye un recurso insustituible en la estrategia de defensa adoptada y, en tal sentido, se han definido necesidades, características generales, prestaciones requeridas y prioridades para el desarrollo y operación de satélites, en el corto y mediano plazo, siendo considerados inicialmente necesarios, los de comunicaciones y los de observación y vigilancia.

A pesar de que nuestro instrumento militar se encuentra en un proceso de recuperación de capacidades militares, basado en la incorporación de nuevas tecnologías y en un marco de recursos financieros reducidos, las capacidades nacionales en la materia se encuentran en un incipiente desarrollo, lo que hace factible considerar que los futuros satélites militares argentinos sean de construcción nacional, y en un período un poco más extenso, puestos en órbita por nuestros propios vectores.

Tal es así que, en base a requerimientos operativos preexistentes en las Fuerzas Armadas y en el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCFFAA), se implementó en el ámbito del Ministerio de Defensa, una “Mesa de Satélites”, con el objeto de constituir un espacio de conocimiento mutuo entre las organizaciones militares y los organismos especializados en la materia, definir los requerimientos de detalle, y poder satisfacer de manera sinérgica y eficiente, las necesidades satelitales de la defensa.

A partir de esto, y partiendo de un convenio existente entre el Ejército Argentino y CITEDEF, el Estado Mayor Conjunto puso a consideración de las autoridades, un programa esquemático para el desarrollo del Sistema Satelital de la Defensa.

Dicho convenio entre el Ejército y CITEDEF, considera, a partir de un nano satélite aportado por CITEDEF, su equipamiento por parte de la Dirección General de Comunicaciones e Informática del Ejército Argentino, con medios de retransmisión de comunicaciones, la instalación de una estación terrena de control, seguimiento y operación del satélite y la capacitación y adiestramiento de personal de las tres fuerzas armadas en dichas actividades.

El lanzamiento, será realizado por SPACE X a mediados del año 2024, a través de los servicios brindados por una empresa española.

El satélite del tipo CubeSat ήSatélite, tiene una vida útil mínima de 3 años, un peso inferior a dos kilogramos equipado y el retransmisor de comunicaciones, tendría una velocidad mínima de transmisión de 19,2 kbps.

Como vemos, las capacidades tecnológicas existentes y el know how local, permitirán disponer de una red satelital de comunicaciones propia del sistema de defensa, y capacidades propias satelitales de vigilancia y observación, en un horizonte de entre 5 y 8 años.

Radar de Vigilancia y Control Aéreo

Política, Defensa y Soberanía

Como mencioné en párrafos anteriores, estas capacidades expresadas constituyen una muestra de soberanía tecnológica y traen aparejado el desarrollo de una infraestructura de generación de conocimientos científicos y tecnológicos vinculados a la Defensa y de un aparato industrial capaz de producir equipamiento y sistemas a partir de esos conocimientos, traccionando consecuentemente al resto del sistema productivo del país con una fuerte repercusión en la generación de puestos de trabajo altamente calificados.

No obstante, desde varios sectores del ámbito nacional se potencia esta situación en un nicho tecnológico en el cual nuestro país se encuentra avanzando a paso firme, razón por la cual resulta importante considerar desde el punto de vista de la competencia por la conectividad en el Atlántico Sur analizar en detalle las infraestructuras que se desarrollan, fundamentalmente aquellas que puedan ser de interés para el ámbito militar por las ventajas o desventajas que representen para nuestra soberanía en el espacio a partir de la autorización para la instalación de sistemas de seguimiento y rastreo de objetos en el espacio, por parte de estados o de empresas extranjeras, especialmente si las mismas se encuentran relacionadas con la potencia militar extra regional que mantiene usurpada parte de nuestro territorio soberano, explota nuestros recursos naturales y veta sistemáticamente nuestro acceso a sistemas de armas que permitan recuperar capacidades perdidas a nuestro instrumento militar aunque solo contengan un chip o tornillo de origen británico.

En el marco de una estrategia basada en el principio de la Conectografía, que relaciona Infraestructuras con Cadenas de Suministros, disponer de una constelación de satélites geoestacionarios propios constituye una infraestructura vital que contribuirá en forma exponencial a mejorar la conectividad de nuestro país en general y de nuestras FFAA en particular.

Conclusiones

La Maniobra Estratégica está compuesta por mensajes, que se transmiten con hechos, palabras e inclusive con silencios. Nuestra Maniobra Estratégica está compuesta de hechos de importancia como la reapertura de la Brigada X de la Fuerza Aérea en Río Gallegos, el puente aéreo entre la Argentina Continental y la Argentina Insular (Tierra del Fuego), el radar de vigilancia aérea en río Grande, la creación de una Guarnición Militar Conjunta en Tierra del Fuego, materializada por la Base Naval Integrada y la Base de Despliegue Adelantada de la Fuerza Aérea en Ushuaia, la apertura de una Unidad del Ejército Argentino en Tolhuin y la reapertura de Petrel como nueva puerta de acceso a la Antártida. Este mensaje que materializa nuestra maniobra tienen lógicamente que tener una respuesta de nuestro oponente, con quien estamos compitiendo. Cuando se produce una competencia en un escenario (en este caso el Atlántico Sur) ambos competidores emiten sus mensajes. Al mensaje estratégico argentino, Gran Bretaña responde instalando en forma indirecta, a través de una empresa privada un radar…en Tolhuin!!!. Sería de una inocencia inaceptable en este nivel de Conducción considerar lo acontecido como una mera casualidad.

La utilización de empresas privadas con estrechos vínculos con las Fuerzas Armadas de otros Estados para obtener información y de esa manera aumentar su capacidad militar, ya resulta una tendencia insoslayable en los conflictos armados de la actualidad.

En un mundo en el que las tensiones se diversifican y multiplican nuestra misión principal sigue siendo la defensa integral de nuestra soberanía nacional. Sería ingenuo no comprender que estamos inmersos en la competencia estratégica de los grandes actores globales. Argentina y el Atlántico Sur son parte de su escenario competitivo, impactando en términos de nuestros intereses en la soberanía de los territorios usurpados, sus recursos naturales y la conectividad en la proyección sobre la Antártida. En esto radica la superlativa importancia de invertir en nuestro Instrumento Militar como una verdadera política de Estado con su consecuente continuidad en el tiempo.

Por ello este nuevo aniversario de la Independencia de nuestra patria es una buena oportunidad para reflexionar y comprender que la defensa nacional es un problema de todos los argentinos, y debe constituir la primera luz de alarma para estar atentos ante situaciones como la analizada en este artículo, si es que realmente pretendemos seguir siendo un país libre y soberano.