En las últimas semanas surgió un nuevo discurso según el cual si llega al Poder Ejecutivo la derecha va a haber un ajuste brutal, con muertos en la calle y caos social. Es decir, estalla la Argentina, aunque no está claro qué es esa derecha. Categorías políticas bastante difusas, por cierto.
¿Derecha es Reagan o Mussolini, Churchill o Perón? Así se podría seguir encasillando políticamente a todo aquél que no me gusta como candidato. De la misma forma que, del otro lado, se ha puesto de moda tildar de socialista o zurdo a cualquier intendente que hace una plaza, mientras se olvida que Domingo Faustino Sarmiento debe haber sido el presidente más zurdo de Argentina, porque fue el que hizo el Parque 3 de Febrero, más conocido como bosques de Palermo.
Llama la atención que se hable del peligro futuro si gana la “derecha”, por el ajuste que va a hacer cuando, en este momento, se observa que el salario real está cayendo como piano de piso once en el promedio del sector privado, mientras sube en el sector público.
Según los últimos datos del Indec correspondiente a abril, el promedio de los salarios en el sector privado formal aumentó 106,4% comparando con un año antes; el del sector público se elevó 114,7% y el sector informal 77,5%, en un contexto de una tasa de inflación del 108,8% en igual período.
Al mismo tiempo, en abril, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) -anticipa el comportamiento del PBI-, tuvo en abril una caída interanual del 4,2% y del 1,9% respecto a marzo en forma desestacionalizada.
Con una inflación del 8,4% en abril, claramente la economía estuvo en estanflación. Agregando que el acumulado del EMAE en lo que va del año comparado con igual período 2022 muestra una baja del 0,1 por ciento.
Más recesión con inflación y caída del salario real que esto no se puede encontrar y, por lo tanto, no se entiende de qué ajuste se asustan algunos políticos que puede venir, ya lo está sintiendo el sector privado.
El costo del cepo cambiario y otros atrasos
Hace décadas que la palabra ajuste ha pasado a ser una mala palabra en la economía argentina, palabra que estaría reflejando que la “malvada derecha” quiere sacrificar a los sectores más humildes por el solo capricho de destruirlos.
La realidad es que lo que se llama ajuste no es otra cosa que corregir:
La realidad es que lo que se llama ajuste no es otra cosa que corregir
1) un Estado que gasta más de lo que le ingresa y obliga a financiarlo con inflación (emisión monetaria) o deuda pública; y
2) lo que se denomina distorsión de precios relativos: tarifas de los servicios públicos que están artificialmente atrasadas, al igual que el tipo de cambio oficial y muchos precios de la economía que cayeron bajo el control de la Secretaría de Comercio.
El gran problema, en lo que hace a los precios relativos, tiene que ver con el cepo y el atraso cambiarios. La brecha que en junio estuvo en 88% y la serie histórica de los últimos 52 años muestra que cada vez que desapareció la brecha cambiaria fue porque el tipo oficial alcanzó al blue, y no al revés. Por tanto, es absolutamente contradictorio pretender que ingresen dólares con ese antecedente. Nadie entra a una cárcel voluntariamente para luego no poder salir.
Con el cepo no salen dólares, pero tampoco entran. Por eso, pretender esperar a que primero entren dólares para luego levantar el cepo cambiario es inconsistente. Si no se levanta el cepo, no van a entrar los dólares y si no entran los dólares habrá cepo eternamente.
Y al tener cepo eternamente, faltarán dólares para importar insumos y así poder producir. Al faltar insumos para poder producir la economía seguirá estancada y no habrá creación de puestos de trabajo.
En otras palabras, no eliminar el cepo implica seguir ajustando al sector privado en términos que no se le permitirá producir normalmente, golpeando al sector asalariado.
Con el cepo no salen dólares, pero tampoco entran. Por eso, pretender esperar a que primero entren dólares para luego levantar el cepo cambiario es inconsistente
Lo mismo ocurre con las tarifas de los servicios públicos. Se dice que la gente no puede pagar la tarifa plena de luz, gas, agua, etc. La pregunta que surge es: ¿Cómo es preferible pagar esos servicios: en la boleta o vía inflación? La pueden pagar los sectores de mayores ingresos con más impuestos, pero lo que se logra es que emigren. En el largo plazo, el ajuste, nuevamente, existe para los sectores más humildes.
Ni hablar del endeudamiento al que lleva el déficit fiscal. En todo el Gobierno de Mauricio Macri la deuda del Tesoro aumentó USD 72.634 millones, a un ritmo de USD 1.513 millones por mes, según los datos de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía.
En el caso de Alberto Fernández, la deuda aumentó USD 85.533 millones, a un ritmo de USD 2.086 millones.
Ahora bien, si se agrega la deuda del BCRA con las entidades bancarias, que es hija del déficit fiscal, la deuda durante el período de Macri aumentó en USD 82.869 millones, en tanto que en los 42 meses del de Alberto Fernández se elevó en USD 126.996 millones.
Es tanta la deuda en pesos que coloca Tesoro en el mercado y tanto lo que absorbe el BCRA vía Leliq y Pases, que quedan migajas de crédito para el sector privado y a tasas de interés disparatadas.
A esto hay que agregarle el creciente gasto público que, además, no le brinda a la sociedad adecuada seguridad pública, salud, educación, defensa, ni ninguna de las funciones básicas del Estado.
Se suma a ese cuadro el gran negocio de la asistencia social que se lleva miles de millones de pesos en impuestos para que los “gerentes de la pobreza” adquieran poder político y económico.
La contrapartida de todo esto es una carga tributaria fenomenal que espanta inversiones, no se crean puestos de trabajo y no mejora la productividad de la economía para poder mejorar los salarios reales.
La contrapartida de todo esto es una carga tributaria fenomenal que espanta inversiones, no se crean puestos de trabajo y no mejora la productividad
Ahora le llaman ajuste salvaje a corregir todos estos problemas que hay que solucionar: 1) lograr que no falten dólares por el cepo y el atraso cambiario; 2) terminar con el atraso de las tarifas de los servicios públicos que se financia con inflación; 3) mejorar la calidad del gasto público; 4) bajar el gasto para dejar de esquilmar a la gente con impuestos; y 5) terminar con la inflación que destruye los ingresos reales.
No corregir todos estos problemas es hacer un ajuste salvaje.
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