El mundo laboral es tan amplio como variopinto. Hace unos años oímos hablar de “la gran renuncia”, aquel patrón de comportamiento durante el cual, a la salida de la pandemia, millones de personas renunciaron a sus trabajos y cambiaron de empleo de manera masiva. Pero también nos suenan el “burnout”, el “home office”, el estrés laboral, el trabajo por objetivos, la buena gestión, los metegoles en las oficinas de Google, etc.
Ni muy muy ni tan tan. Los empresarios llevan más de un siglo intentando meterse en la cabeza de sus empleados. En 1920, el Whiting Williams, cofundador de la Federación de Bienestar de Cleveland, pero sobre todo autor de numerosos libros y estudios dedicados al mundo del trabajo, publicó “Encubierto”. En aquel trabajo, se disfrazó como un empleado para saber que hacen y que piensan los trabajadores.
Lo que sí sabemos, y percibimos a diario sin mayor necesidad que la utilización de la observación y el sentido común, es que el paradigma laboral se modificó después de la pandemia.
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Según un trabajo de la prestigiosa consultora estadounidense Gallup llamado “El Estado del mundo laboral 2023″ (State of the Global Workplace: 2023 Report), estamos asistiendo a un fenómeno totalmente nuevo llamado “La Renuncia Silenciosa”, que consiste en hacer lo mínimo posible para mantener el puesto de trabajo.
Según el mismo informe, la renuncia silenciosa surge como respuesta a una combinación de condiciones laborales insatisfactorias y a una situación económica global que dificulta dejar el trabajo actual. Según el informe, el 59% (casi 6 de cada 10) de los trabajadores de todo el mundo se encuentran en esta situación, un dato que asciende al 72% en Europa, a un 52% en los Estados Unidos y Canadá y a un 59% en Latinoamérica.
Gallup establece tres niveles de implicación con el trabajo: empleados comprometidos, no comprometidos y activamente desconectados. El estudio considera a los dos últimos grupos como empleados en situación de desmotivación.
Si bien los datos asustan un poco, los números de América Latina no son tan malos. Es la región con menor porcentaje de ira en el trabajo y la segunda región con el porcentaje más alto de empleados comprometidos con su trabajo (31%), sólo por detrás de EE.UU. y Canadá. Además, es la tercera región con más bajo porcentaje de gente buscando un nuevo horizonte laboral (42% contra un 52% a nivel global.
Los números sí se ponen un poco más densos cuando se analiza con mayor detalle la situación de nuestro país. Argentina ocupa el puesto número 15 entre 20 países analizados en cuanto a cantidad de empleados comprometidos con su trabajo (21%) y ostenta sólo un 17% de clima laboral positivo (puesto 17 de 20 en la región).
Si bien es cierto que nuestro país ha atravesado 8 de los últimos 20 años en recesión (9 si seguimos las previsiones de JP Morgan para 2023) y que la incertidumbre electoral hace presagiar algunos nubarrones a futuro, y que ello necesariamente influye en el ánimo colectivo, el fenómeno de la renuncia silenciosa es un ítem al cual se debería prestar atención.
Según Gallup, el estrés y el salario son los principales detonantes del fenómeno a nivel mundial. Y el mayor problema es que este fenómeno está causando graves disminuciones en cuanto a la productividad. Según el mismo estudio, la renuncia silenciosa le cuesta US$ 8,8 billones a la economía global, el equivalente al 9% del PBI mundial.
El trabajo cierra con cierta esperanza, ya que asegura que es más rentable irse que atrincherarse. La permanencia en un trabajo en el cuál no somos felices se convierte en un problema para las empresas, pero sobre todo para quien no disfruta de su trabajo. El 51% de los encuestados buscan un nuevo trabajo y lo consideran una buena manera de mejorar sus ingresos, aunque el bienestar y las oportunidades para crecer profesionalmente son cada vez más valoradas.
No sabemos cómo terminará esta historia, si estamos asistiendo a un problema grande como lo fueron la gran depresión, la gran recesión o la crisis de las hipotecas del 2008, o si sólo se trata de un reacomodamiento en el mundo del trabajo post pandemia. Lo que sabemos es que siempre es mejor ser felices que infelices, así que, como recomienda Gallup, mejor irse y buscar un mejor horizonte que atrincherarse.
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