Chat GPT: más que una amenaza, una llave

Es una herramienta para la escuela que conocemos, útil para resolver los desafíos de nuestros sistemas educativos

OpenAI quiere que otras compañías puedan ofrecer sus desarrollos a terceros. (Unsplash)

En noviembre de 2022, cuando OpenAI lanzó el Chat GPT, generó una explosión que decantó en más de 100 millones de usuarios para inicios de 2023. Esta herramienta forma parte de lo que conocemos como inteligencia artificial (IA) generativa, con algoritmos capaces ya no solo de buscar y procesar información, sino de sostener diálogos y ofrecer respuestas consistentes y elaboradas casi sin límites. Todas las esferas de la vida social se vieron sacudidas, y los sistemas educativos, protagonistas centrales de todas las sociedades del mundo, no fueron la excepción.

¿Qué es GPT y cuales son interrogantes que plantea a la dinámica escolar actual?

Como ante cada irrupción de una tecnología disruptiva, se siembran múltiples interrogantes respecto a cómo afectará a la educación, si pondrá en riesgo el futuro de las escuelas tal como la conocemos, si la tarea docente se verá afectada o amenazada, entre otras muchas preguntas que se disparan al aire con tono inquietante. Desde la perspectiva de la gestión pública, la inteligencia artificial se traduce en demandas para la definición de políticas educativas que, ya sea regulando, facilitando o prohibiéndola, arrojen luz sobre los usos habilitados y los beneficios o riesgos de su inclusión dentro del proceso educativo a gran escala.

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GPT es un prototipo de chatbot, es decir un robot programado para sostener conversaciones con cualquier persona, entender preguntas con precisión y dar respuestas de manera específica y adaptadas al contexto, a partir de sus más de 175 millones de parámetros de aprendizaje automatizado, que le permiten generar tareas que van mucho más allá de simples respuestas -como la redacción de ficción, la generación de material de estudios como resúmenes o ensayos-, pudiendo llegar a escribir códigos de programación. Y puede expresarse de forma tal que no sea nada sencillo distinguir si lo producido fue mediante inteligencia artificial o inteligencia humana.

REUTERS/Dado Ruvic

Semejante innovación plantea desafíos más que importantes sobre las implicancias que esta herramienta puede traer en los aprendizajes de los estudiantes y en el trabajo docente. Una primera lectura nos pone la mirada sobre una piedra angular del proceso educativo, la evaluación tanto en su función certificativa como de monitoreo del avance de los aprendizajes. Si GPT es capaz responder enunciados complejos sobre cualquier área del conocimiento, con coherencia, relacionando variables y con producciones únicas, incluso al repetir la pregunta, entonces la forma de evaluar los aprendizajes entra en tensión, ante la imposibilidad de poder determinar a través de los instrumentos de evaluación tradicionales si los propios estudiantes realizan las actividades o no.

En este contexto, las reacciones de las administraciones educativas jurisdiccionales o nacionales han sido variadas. Al inicio de este año, tal como plantea el informe del editor senior sobre IA en @techreview Will Douglas Haven, varios de los distritos más grandes de EEUU bloquearon inmediatamente el acceso al sitio web de OpenAI desde la red de sus escuelas. Pronto se sumaron otros distritos escolares de todo el mundo anglófono a prohibir el software, desde Washington, Nueva York, Alabama y Virginia en Estados Unidos hasta Queensland y Nueva Gales del Sur en Australia. Además, varias de las principales universidades del Reino Unido, como el Imperial College de Londres y la Universidad de Cambridge, emitieron comunicados en los que advertían a los estudiantes contra el uso de ChatGPT para hacer trampas.

Pero esta respuesta restrictiva inicial no duró mucho tiempo. Ante la imposibilidad de prohibir lo que circula libremente al alcance de todos y todas, esa mirada empezó a reemplazarse por una más optimista y proactiva respecto al rol de los chatbots como ChatGPT pueden tener para mejorar la forma en que enseñamos a las generaciones jóvenes de la sociedad.

¿Porque puede ofrecer oportunidades para mejorar la educación?

Sabemos que recién ha pasado un semestre desde su aparición, por lo que es muy pronto para conocer su verdadero impacto teniendo en cuenta que los niveles de apropiación de la herramienta aún son bajos. De hecho, una encuesta realizada en EE.UU. a 1.002 profesores de K-12 y 1.000 estudiantes de entre 12 y 17 años, encargada por la Walton Family Foundation en febrero, reveló que más de la mitad de los profesores habían utilizado ChatGPT -el 10% de ellos afirmaba utilizarlo a diario-, pero sólo un tercio de los estudiantes. Eso sí, casi todos los que lo habían utilizado (el 88% de los profesores y el 79% de los alumnos) afirmaron que había tenido un impacto positivo.

Tal como decía Richar Culatta, director general de la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE) en el informe antes mencionado, “tenemos que preguntarnos qué tenemos que hacer para preparar a los jóvenes -los alumnos- para un mundo futuro que no está tan lejos”. Esta organización sin ánimo de lucro, defiende el uso de la tecnología en la enseñanza y viene advirtiendo hace bastante tiempo sobre cómo las tecnologías generativas basadas en IA están transformando la forma en que enseñamos y aprendemos.

Prohibirlo no parece una alternativa, y si entendemos a la institución educativa como un espacio que dialoga e interactúa con el contexto, saliendo de posiciones endogámicas que no suelen contribuir a la hora de abordar algunos de los mayores retos de la educación actual, los especialistas que analizan este fenómeno empiezan a ver oportunidades incipientes sobres las que es necesario empezar a indagar y a debatir.

OpenAI desarrolló ChatGPT (Unsplash)

Y esas oportunidades se pueden identificar en distintos niveles, desde la forma en que se enseña y aprende en el aula y el modo en que se gestiona una institución educativa, hasta la toma de decisiones eficientes y anticipadas en materia de política educativa para la conducción de un sistema educativo. Dentro de este marco, si pensamos en la inteligencia artificial más allá del GPT, podemos identificar múltiples aportes como los que se detallan a continuación.

En cuanto a la automatización de procesos administrativos, así como también para desarrollar sistema de alerta temprano, las administraciones y ministerios han mejorado sustancialmente sus sistemas de recolección de información, por lo que aparece una gran oportunidad de desarrollar avances en el procesamiento y análisis de esos datos para la toma de decisiones. Muchos procesos administrativos que hoy ya están digitalizados y automatizados pueden ser mejorados, pero además dar un salto de calidad con los sistemas de alerta temprana (SAP) para detectar estudiantes en riesgo de abandono o repitencia, a partir de la puesta en juego de indicadores de contexto socioeconómico y geográfico, trayectoria educativa, rendimiento académico y asistencia, nos permiten poder predecir sobre quienes hay que poner especial atención. Este es un ejemplo de una gran cantidad de nueva información que se puede construir para realizar intervenciones más eficaces.

Teniendo en cuenta que los sistemas de alerta temprana tienen como objetivo proporcionar una advertencia rápida de un evento o condición que pueda representar un riesgo, para que las personas y organizaciones puedan tomar medidas preventivas para reducir o evitar el impacto negativo del riesgo, adquieren especial relevancia a la hora de garantizar las condiciones para brindar el servicio educativo. Por ejemplo, el proceso de designación de docentes suplentes, considerando que los sistemas de gestión administrativa ya cuentan con información sobre los postulantes, podría optimizarse ofreciendo automáticamente las vacantes tomando en cuenta variables como la formación, carga horaria disponible, zonas geográficas de ejercicio declaradas, últimos antecedentes respecto a la toma de suplencias, entre otras. Pero también es posible dar un paso más, y poder predecir qué cargos docentes tendrán mayores desafíos de cobertura en los próximos años, tomando en cuenta el perfil de los docentes en actividad, los estudiantes que se están formando y el ritmo al que lo hacen, así como las estructuras de las plantas docentes de los sistemas educativos a escala.

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A nivel del trabajo docente, para liberar de tareas rutinarias y poder destinar más tiempo al desarrollo de un proceso de enseñanza más personalizado: Si bien es cierto que los avances de las diferentes aplicaciones de IA apuntan a la disminución del tiempo de trabajo automatizando tareas de corte mayormente administrativo, lo cual liberaría tiempo para que los profesores poder dedicarlo a tareas pedagógicas, principalmente el potencial es enorme para el desarrollo de actividades que ponen en el foco en la enseñanza personalizada y porque no pensarlo, en aspectos “humanos” de la misma. En ese sentido, prototipos como el GPT pueden ser herramientas muy útiles para desarrollar propuestas de enseñanza a medida de las características de cada alumno y alumna, considerando los diferentes ritmos de avance, intereses y potencial en cada materia.

A su vez, uno de los mayores interrogantes que se planteó de entrada en el mundo educativo es cómo puede impactar esta tecnológica sobre las tareas que el docente asigna a los estudiantes y la posibilidad de que los estudiantes las realicen a través de estos chatbots, teniendo en cuenta la dificultad para poder advertir la intervención humana. Pero en realidad, esta idea se reduce a una interpretación del proceso educativo centrado en la transmisión de habilidades del orden inferior, que en todo caso estimula el desarrollo del pensamiento convergente, y que muchas veces se reduce a los tipos de enseñanza y aprendizaje más memorísticos y mecánicos. Ahora, si pensamos en la necesidad de priorizar también las nuevas alfabetizaciones, y no solo tecnológicas, sino también capacidades como el pensamiento crítico y ético, el trabajo colaborativo y la creatividad como una forma de resolver problemas y adaptarnos, y en cómo los estudiantes pueden desarrollar estas capacidades del orden superior para aplicar en contextos cambiantes y dinámicos, veremos que tecnologías como las IA pueden ser un gran aliado.

Jessica Stansbury, directora de excelencia en la enseñanza y el aprendizaje de la Universidad de Baltimore, plantea que estas innovaciones pueden reflejar un cambio más amplío en el papel que desempeñan los profesores: “La información que antes se dispensaba en las aulas está ahora en todas partes: primero en Internet, luego en los chatbots. Lo que los educadores deben hacer ahora es mostrar a los alumnos no sólo cómo encontrarla, sino en qué información confiar y en cuál no, y cómo distinguir la diferencia”. En un ejemplo que una colega de Stansbury compartió en su taller, los alumnos utilizaron el GPT para generar un ensayo sobre la historia de la imprenta. Cuando su respuesta, centrada en EE.UU., no incluía información sobre los orígenes de la imprenta en Europa o China, el profesor lo utilizó como punto de partida para una conversación sobre los prejuicios. “Es una forma estupenda de centrarse en la alfabetización mediática”, afirma.

Gabby Jones/Bloomberg

Respecto a los estudiantes, para mejorar las herramientas que se les ofrecen y lograr procesos de aprendizajes significativos más integrales y virtuosos: La aparición de nuevos recursos educativos que buscan vencer las distintas barreras que enfrentan las personas para aprender, también es una noticia esperanzadora. Por ejemplo, para el aprendizaje de idiomas, en el que algunos programas pueden utilizar el reconocimiento de voz para ayudar a mejorar la pronunciación, o para redactar textos en segundas lenguas. Los chatbots también sirven a los estudiantes que tienen necesidades específicas de aprendizaje, como por ejemplo estudiantes dentro del espectro autista.

También hay avances respecto a algunas aplicaciones que adaptan los materiales de trabajo en función de los conocimientos que una persona indica que posee sobre un determinado tema y de qué forma prefieren aprender. Estos y otros avances, testeados y utilizados mayormente en el ámbito universitario, son prometedores a futuro pensando en una educación más holística y centrada en las personas.

Por último, dos reflexiones. Por un lado, y tal como advierte Mercedes Mateo Díaz, Jefa de División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo, hasta hace poco decíamos que el trabajo especializado y repetitivo, que requería de la acumulación de información y seguir instrucciones era fácilmente automatizable, entonces debíamos formar a las personas para aquellas tareas y actividades en que la inteligencia humana era superior a la inteligencia artificial como “generar conexiones entre conceptos que no habían sido relacionados antes; habilidades para enfrentarse a situaciones que no se podían predecir; que nos permiten usar y entender nuestras emociones para resolver problemas; o para crear y generar nuevas ideas”. Tal como dice Mateo, la IA generativa rompió esa barrera.

Eso nos lleva a la segunda reflexión, respecto a cómo posicionarnos respecto a estas nuevas innovaciones, que forman parte de una larga lista de tecnologías que desafiaron a la institución escolar a lo largo de su historia. Es fundamental poner a discusión estos temas para reflexionar sobre su uso y los desafíos de equidad, seguridad y hasta éticos que plantea.

Los gobiernos tenemos la responsabilidad no solo de fomentar que esas discusiones se den en las escuelas y circulen donde se debaten las políticas educativas, sino de garantizar políticas de educación digital que otorguen equipamiento y conectividad, condiciones sine qua non para que estás tecnologías estén al alcance de todos.

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