El último vagón es la educación

En estos días, donde la mayoría de los candidatos refieren a la educación como motor de cambio social y plantean que en su gestión se hará una reforma radical, quizás sea más importante planificar cómo enseñar diferente para que los estudiantes aprendan de otras maneras

Educación

Hace poco más de un mes, se estrenó la película mexicana El último vagón, basada en una historia real escrita en un libro homónimo, con un claro planteo político acerca de la escuela como posibilidad de crecimiento social.

El film refiere a las primeras décadas del siglo pasado donde se usaban los vagones para dar lugar a la escuela que daban asistencia educativa a los hijos de trabajadores que se veían en la necesidad de viajar por toda la república. El protagonista es Ikal, un niño cuyo padre trabaja en la construcción de las vías del tren y es por ese motivo ha vivido en varias ciudades.

La historia cuenta que la familia de Ikal, en su última mudanza, llega a un pueblo que tenía una escuela rural. La maestra lo ve y se acerca a su casa a invitarlo a la escuela, pero el niño no quería; con casi 9 años nunca había estado en un aula ni tampoco era su interés. Como la docente percibe el deseo del niño de tener un perro y sus padres no se lo permitían, le ofrece que el animal viva en la escuela con la condición de que asista diariamente.

La película es un claro homenaje a las maestras rurales. En este caso, se muestra una docente que da clase en un vagón abandonado, con todas las carencias que se pueda imaginar; pero su actitud es la que hace la diferencia porque valora a cada uno de sus estudiantes y lo demuestra todo el tiempo. Les recuerda a cada momento que siempre tendrán oportunidades mientras haya vida y no sólo los acompaña en sus aprendizajes, sino que crea condiciones para que ocurra, a sabiendas que la escuela no sólo nos da herramientas para abordar la lectoescritura o las nociones de cálculo, sino que nos inserta en la sociedad y nos permite ser parte del mundo.

La escuela de la película corre el riesgo de cierre por las reformas estatales, pero lejos de spoilearla, dejo que ustedes indaguen lo que sucede en ella. Visiblemente es un film emotivo que sorprende con su historia y muestra todo lo que puede una escuela y una buena maestra, quien no sólo enseña a leer y escribir, sino que da posibilidades de vida. Y, claramente, hay una apuesta de esta docente donde su voluntad es la condición para una buena clase, con un Estado ausente que no garantiza los escenarios mínimos para que en el aula ocurran experiencias fundantes para la sociedad, realidad de los países latinoamericanos donde Argentina no es ajena.

En estos días, donde la mayoría de los candidatos refieren a la educación como motor de cambio social y plantean, como cada cuatro años, que en su gestión se hará una reforma radical, quizás se trate de planificar cómo enseñar diferente para que los estudiantes aprendan de otras maneras. No es tan difícil y requiere de decisiones políticas más que de discursos vacíos, con una capacitación profunda y en servicio se podrá ir provocando los cambios tan necesarios, sin olvidar que no hay posibilidad de implementar políticas educativas si no están imbricadas a otras políticas públicas que acompañen a mejorar la vida de niños/as y adolescentes. Enseñar por proyectos, de manera integrada saberes teóricos y prácticos de todas las disciplinas, con abordajes nuevos y con una evaluación que sea un momento más del aprendizaje, podrán ser el puntapié para el cambio tan deseado y necesario y que la educación deje de ser el último vagón.

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