Sean eternos los laureles. No supimos ver cómo y cuántos emerencianos - inauguremos un neologismo o algo parecido- supimos ganar.
Tal vez nos hicimos un poco los tontos, los distraídos. Total, así funcionan las cosas y listo. Muy, muy “nacionales”, con mucho mando, crean estados dentro de los estados, siempre listos para levantar las lanzas del piquete cuando le convenga al poder monárquico de un antropófago de los pobres con que se alimentan. Los emerencianos, pongamos un poco de neologismo o lo que fuera que salga, mantienen pobres a los pobres pero también contentos y sobones, mansos. Usa el dinero sin control y con grandes partidas para hacer unas casas, hacen asados, obedecen, respetan, tienen miedo, en algunos casos, una admiración enfermiza, la adicción a la servidumbre.
Se habló de los asuntos de la provincia de El Chaco, una de las que van a la cabeza de los índices de pobreza y miseria.
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A lo mejor, la mayoría está enterada de las cosas del Chaco, nunca se sabe. Aquello de la enredadera de política y crimen que no puede ligarse como causa de los espantos, la muerte de Cecilia, el chiquero donde engordan quién sabe si de forma horriblemente omnívora, de manera propia por los sujetos del poder, siempre con la idea de perpetuarse pero sí, seguro, como hijo temible de lo que emana y maneja un sistema podrido. Es por eso un suceso de sangre, un asesinato, y pegado, el resultado de la convicción de ser intocable con permiso político de corso.
Emerenciano, de profesión piquetero a favor y capanga maquillado de generoso, megalómano que hace levantar todos los días las banderas de Cuba y la Argentina en la escuela, la escuela “Emerenciano”, construída con plata que le llega a montones desde el gobierno. Allí, los alumnos usan camisas rojas como “pioneros”, lo mismo que en Venezuela, en La Habana o en cualquier isla, en Nicaragua. Mussolini las prefería negras con un pañuelito al cuello: los balillas, chicos adoctrinados, instruidos por sus superiores en un duro programa político y semi militar.
Emerenciano mezcla la coctelera. Es un peón político pero no democrático, trabaja el culto de su personalidad- “Barrio Emerenciano”, libro “Emerenciano, el caudillo del Norte”- ocupa las 36 hectáreas de su dominio, cantan coros en honor de Ernesto Guevara, saludan “¡ hasta la victoria siempre”!, como se extrajo y leyó -ver internet- Fidel Castro la carta de despedida y la decisión de sumar focos de violencia revolucionaria, sin advertir que en “siempre” hubo probablemente otro punto para seguir al “Siempre que me necesites…” o parecido.
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“Nos vemos en la lucha”, arenga Emerenciano una que otra vez. ¿Qué lucha? ¿De qué habla? Amigo del gobernador Capitanich, padrino del César, fueron retiradas las boletas en las que figuraban para las Paso junto con “Coqui”, que así llama todo el mundo al precandidato. Las mismas tenían los nombres y caras de Sena y su mujer, Marcela Acuña: están encarcelados lo mismo que el hijo de 19 años, César, “Cascotito”. Se cree que mataron, desmembraron y ocultaron a Cecilia, la esposa de César (28), con distintos grados de participación. Mientras, se vota en momentos en que se suceden estas palabras con una gran abstención. ¿Protesta o hartazgo?
Emerenciano es un nombre surgido del latín, empleado por los cristianos en Roma: “el que merece”. Y los emerencianos que supieron conseguir son criaturas que vienen desde lejos en nuestra historia. La corriente historiográfica revisionista, tanto la vertiente del nacionalcatolicismo como la que después fue girando a la izquierda, pero las dos en reivindicación de los caudillos del interior y oposición al “Puerto” opresor. Dejémoslo como quien pueda estudiar y entender: lo importante es que los emerencianos, cómodos en la miseria que explotan y aumentan ex profeso para conseguir votos dependientes, usan ahora el esquema Puerto-Interior como pretexto: la situación se debe – ni siquiera han leído al respecto- a la ciudad opulenta, al puerto. Da mucha vergüenza, a esta altura, tanto la precariedad de la idea como la justificación descarada de las enormes asignaciones que terminan en la fortuna de déspotas caricaturescos.
Hace rato que conocemos emerencianos y no hemos hecho nada. Resultamos fanáticos o indiferentes, el caminito de esta decadencia que recorre la economía, la sociedad rota y las mentes cada vez más próximas a nuestros abuelos, los primates superiores.
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