Jorge Bergoglio y la ancianidad

El Papa advierte que el número de ancianos se ha multiplicado, pero nuestras sociedades no se han organizado suficientemente para hacerles un lugar con justo respeto y concreta consideración por su fragilidad y su dignidad

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El papa Francisco saluda a una monja durante la audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro del Vaticano
El papa Francisco saluda a una monja durante la audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro del Vaticano

“Los ancianos están llamados a ser los artífices de la revolución de la ternura” - Papa Francisco

El anciano, joven y experimentado jesuita visitará la Argentina

Veinte días atrás, este cronista y su esposa se encontraron con el Santo Padre en Santa Marta, conversaron durante más de media hora, a solas. Y como en tantas otras ocasiones quien suscribe quedó conmovido por esa fusión de corazón puro e inteligencia que siente. Excepto la lesión de la rodilla, que no deja de ser un problema menor, físicamente se lo ve muy bien, dispuesto a viajar a Portugal y a Mongolia este año, y a venir a la Argentina en el 2024. Como no se cansa de repetir “la idea está!” y el entusiasmo acompaña a la idea y este cronista cree que también -Dios mediante- es verosímil pensar que esten dadas tanto sus condiciones de salud como la circunstancia nacional. Debemos prepararnos todos, pero en especial los ancianos y los niños para el gran encuentro.

El anciano y el sí mismo

El gran teólogo y filósofo ítalo-alemán Romano Guardini escribió un libro titulado “La aceptación de sí mismo y las edades de la vida” que leí hace más de cincuenta años. Nos pone ante el espejo en los diversos momentos de la existencia y nos invita a revalorizar -desde uno mismo- las distintas etapas de la vida. No tengo el libro a la vista, sin embargo, después de tanto tiempo, me quedó el rescoldo de la obra: cada edad de la vida tiene una extraordinaria riqueza que debemos saber descubrir. Ayer, leyendo la frase que me sirve de epígrafe encontré el significado de la riqueza de los ancianos confrontada con una sociedad individualista, violenta, secularizada y atea. La ternura como arte de la revolución que derrote al maligno.

Los ancianos y una sociedad portadora del virus de la muerte

El Papa Francisco dedicó su catequesis (Aud. General 4/03/2015) a reflexionar sobre el papel de los ancianos y la relación de estos con la sociedad; en especial con la sociedad que los descarta -una sociedad dice el Santo Padre- que “porta consigo el virus de la muerte”.

La circunstancia actual y la vocación de los ancianos

“La catequesis de hoy y la del miércoles próximo están dedicadas a los ancianos -dijo Francisco-, hoy reflexionamos sobre la problemática condición actual de los ancianos y la próxima vez, es decir el próximo miércoles, más en positivo sobre la vocación (del latín vocatio, llamado; las itálicas y el significado etimológico son nuestros) contenida en esta edad de la vida.

“Gracias a los progresos de la medicina la vida se ha prolongado: ¡pero la sociedad no se ha “prolongado” a la vida! El número de los ancianos se ha multiplicado, pero nuestras sociedades no se han organizado suficientemente para hacerles lugar a ellos, con justo respeto y concreta consideración por su fragilidad y su dignidad”.

¿Hay asiento para los ancianos?

Y recordando una frase de Benedicto XVI Francisco afirma: “La atención a los ancianos hace la diferencia de una civilización. ¿En una civilización hay atención al anciano? ¿Hay lugar para el anciano? Esta civilización seguirá adelante porque sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los ancianos. Una civilización en donde no hay lugar para los ancianos, en la que son descartados porque crean problemas... es una sociedad que lleva consigo el virus de la muerte.”

“Cultura del provecho”: tener pocos hijos y descartar a los viejos

“En Occidente, los estudiosos presentan el siglo actual como el siglo del envejecimiento: mientras los hijos disminuyen los viejos aumentan. Este desequilibrio nos interpela, es más, es un gran desafío para la sociedad contemporánea. Sin embargo una cierta cultura del provecho insiste en hacer ver a los viejos como un peso, una “lastre”. No sólo no producen sino que son una carga. En fin, ¿cuál es el resultado de pensar así? Hay que descartarlos! ¡Es feo ver a los ancianos descartados, es una cosa fea, es pecado! ¡No nos atrevemos a decirlo abiertamente, pero se hace! Hay algo vil en este acostumbrarse a la cultura del descarte. Pero nosotros estamos acostumbrados a descartar a la gente”. Por eso en una economía liberal donde hay exceso de habitantes improductivos, hay que matar.

Hay que matar a los niños por nacer y a los ancianos

“Queremos remover nuestro acrecentado miedo a la debilidad y a la vulnerabilidad; pero de este modo aumentamos en los ancianos la angustia de ser mal soportados y abandonados”.

“Ya en mi ministerio en Buenos Aires toqué con la mano esta realidad con sus problemas: «Los ancianos son abandonados, y no sólo en la precariedad material. Son abandonados en la egoísta incapacidad de aceptar sus limitaciones que reflejan las nuestras, en los numerosos escollos que hoy deben superar para sobrevivir en una civilización que no los deja participar, opinar ni ser referentes según el modelo consumista.”

A propósito de esa referencia recordemos que en uno de sus discursos en la Fiesta de la Presentación del Señor, 2 de febrero de 2008, en la Catedral de Buenos Aires, el entonces Arzobispo Bergoglio decía: “Los argumentos neoliberales de esta exclusión se basan en la carga económica que implica una mayor población con expectativa de vida avanzada y el incremento de gastos y aplicación de nuevas terapias en el cuidado de la salud de nuestros mayores”.

Reiteramos, para bajar el gasto público se sostiene el congelamiento de las jubilaciones y la reducción de los costos en salud de los mayores. Eso dicen algunos de los importantes candidatos a presidente de la República. A lo que se agrega la campaña internacional a favor del asesinato legal de los niños por nacer y la eutanasia.

Las fuentes doctrinales que entonces cita en sus fundamentos el Cardenal de Buenos Aires son Puebla y Aparecida que, desde luego, rechazan esas políticas neoliberales y proponen cuatro puntos de consideración de nuestros abuelos y ancianos (ver Documento de Aparecida puntos Nros 447 a 450).

El anciano debe sentir que es “parte viva de su comunidad”

“La Iglesia no puede y no quiere adecuarse a una mentalidad de intolerancia, y menos aún de indiferencia y desprecio a los mayores. Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de acogida, que haga sentir al anciano parte viva de su comunidad”.

“El anciano somos nosotros”

“Los ancianos son hombres y mujeres, padres y madres que nos han precedido en nuestras mismas calles, en nuestra misma casa, en nuestra batalla cotidiana por una vida digna. Son hombres y mujeres de quienes hemos recibido mucho. El anciano no es un extraterrestre. El anciano somos nosotros: dentro de poco, dentro de mucho, inevitablemente de todos modos, aunque no lo pensemos. Y si nosotros no aprendemos a tratar bien a los ancianos, así nos tratarán a nosotros.”

“Hay degeneraciones que la Iglesia no puede tolerar”

“Frágiles, somos un poco todos los viejos. Algunos, sin embargo, son particularmente débiles, muchos están solos, y marcados por la enfermedad. Algunos dependen de cuidados indispensables y de la atención de los demás. ¿Haremos por ello un paso atrás? ¿Los abandonaremos a su destino? Una sociedad sin proximidad, en donde la gratuidad y el afecto sin compensación -incluso entre extraños- van desapareciendo, es una sociedad perversa.”

“La Iglesia, fiel a la Palabra de Dios, no puede tolerar estas degeneraciones. Una comunidad cristiana en la cual la proximidad y gratuidad dejaran de ser consideradas indispensables, perdería con ellas su alma. Donde no hay honor para los ancianos, no hay futuro para los jóvenes”.

En la cultura de los pueblos originarios son valiosos y respetados

“En la vida de los pueblos indígenas los mayores son valiosos y tienen roles importantes, practican y mantienen la sabiduría, la espiritualidad, participan de la socialización de los niños pero también en la vigilancia de la vida comunitaria y de los adultos. En el caso del pueblo mapuche (en las) ceremonias, actos políticos, acuerdos, parlamentos, en los actos de recuperación de la tierra, de los derechos, los mayores son convocados para dar legitimidad a los acontecimientos…se les respeta por sus sabiduría y experiencia, por su compromiso con el azmapu, ‘filosofía mapuche’ o pensamiento mapuche, son los maestros en el sistema de conocimiento propio, son los que conocen la lengua a cabalidad, tienen la práctica viva de la cultura.” (Elisa Loncon Antileo)

A propósito de esta cultura y de nuestra hermandad, en un nuevo 24 de junio, día nacional del pueblo mapuche, le deseamos un buen y bello Wiñoy Xipantu, momento de renovación.

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