Trabajo infantil y adolescente: ¿qué podemos hacer para erradicarlo?

Todos los niños y niñas deben tener sus necesidades básicas cubiertas, estudiar, jugar, divertirse e imaginar que un futuro mejor es posible

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El trabajo infantil es una realidad naturalizada en la sociedad. EPA/FAROOQ KHAN/Archivo
El trabajo infantil es una realidad naturalizada en la sociedad. EPA/FAROOQ KHAN/Archivo

En el marco del día mundial contra el trabajo infantil es imperante resaltar que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 1 de cada 10 niños y niñas en Argentina trabajan. Además, se estima que el 5,37% del total de niños, niñas y adolescentes de la zona urbana trabajan, y esta situación se agrava en la zona rural, alcanzando la cifra del 9,36%. La mayor incidencia se observa en las regiones del NOA y el NEA, duplicándose la participación en las zonas rurales.

Si bien la principal causa del trabajo infantil es la pobreza, algo preocupante ya que en Argentina el 54,2% de los menores de 14 años se encuentran en situación de pobreza, las causas van más allá de las condiciones macroeconómicas. Otras causantes de esta vulnerabilidad de derechos son los servicios de la seguridad social, las dinámicas familiares, las pautas culturales, el acceso a la educación, la desigualdad de género, entre otras.

Cabe destacar que el trabajo infantil no solo implica un problema en la etapa inicial de sus vidas, si no que repercute en su desarrollo, ya que muchos niños dejan de lado los estudios por el trabajo. Esto genera una rueda que gira sin fin ya que, al no tener conocimientos básicos, es realmente difícil que consigan un trabajo digno en su adultez, por lo que es altamente probable que, al no poder subsistir con su trabajo, requieran que sus hijos trabajen, tal como ellos hicieron.

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Por estos motivos, es importante comprender que el trabajo infantil es un problema social complejo, que nos atraviesa a todos como sociedad y está determinado por diversos factores.

El NOA y el NEA registran los índices de trabajo infantil más altos de la Argentina. (Especial)
El NOA y el NEA registran los índices de trabajo infantil más altos de la Argentina. (Especial)

Si analizamos un poco más las cifras, en las zonas rurales de las provincias del NOA, el 13,6% de los niños, niñas de 5 a 15 años trabajan; y el porcentaje de adolescentes de entre 16 y 17 que lo hacen es aún más alto, llegando al 36,8%. En la región del NEA, también se registra una cifra elevada, con un 13,1% de niños y niñas de 5 a 15 años que trabajan. Para los adolescentes de 16 a 17 años de esta región, el número es del 33,4%.

Estos datos, lejos de ser sólo números, reflejan las duras condiciones de vida a las que se enfrentan las infancias y adolescencias rurales, viéndose completamente expuestos de manera sistemática a la transgresión de sus derechos.

Esta es una realidad que parece muy lejana, cuando verdaderamente está muy cerca nuestro. Seguramente cada vez que salgas a la calle veas a un menor pidiendo dinero, o vendiendo algún producto a cambio de una colaboración. Esto, que no es más ni menos que una violación a sus derechos, no debería de ser indiferente para las personas. Es extremadamente importante que, como sociedad, asumamos el compromiso para prevenir y erradicar el trabajo infantil.

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Este objetivo únicamente puede lograrse si trabajamos en conjunto los diversos actores públicos, privados, sindicales y OSCs, para construir alianzas y encontrar respuestas efectivas a esta problemática tan naturalizada.

Sin embargo, esto no basta. Nos enfrentamos a un problema alarmante que necesita con urgencia el reconocimiento tal y el esfuerzo de cada uno de nosotros. Debemos trabajar unidos por una meta en común: garantizar los derechos fundamentales que cada niño debe tener, logrando infancias y adolescencias cuidadas, contenidas y felices, en donde se garantice el pleno ejercicio de sus derechos, y el acceso a nuevas oportunidades.

Por nuestra parte, desde Asociación Conciencia continuamos implementando programas en las regiones del NOA y NEA de Argentina, en articulación con diferentes actores, que contribuyan en la prevención de los riesgos de exposición al trabajo infantil y adolescente. Para ello, nos parece fundamental la creación de espacios de cuidado que fomenten el desarrollo y la contención de los niños, niñas y adolescentes, y facilitar un abordaje interinstitucional e intersectorial para mejorar las condiciones de vida de las familias.

Sabemos que no es tarea sencilla, pero es nuestro deber como sociedad erradicar el trabajo infantil. Todos los niños y niñas deben tener sus necesidades básicas cubiertas, estudiar, jugar, divertirse e imaginar que un futuro mejor es posible, porque de eso también se trata la infancia.

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