En los últimos meses la economía viene experimentando una aceleración de la inflación. Y, a fuerza de aprendizaje histórico, los agentes económicos buscan cubrirse, generando ello un aumento en la dolarización de carteras y de la volatilidad del tipo de cambio.
Pero también es sabido que el traspaso de la devaluación a los precios -pass through- en nuestro país es elevado. Una devaluación abrupta, sin un plan que la contenga, generaría altos costos en materia inflacionaria. Queda claro entonces por qué, frente a este contexto, el Banco Central de la República Argentina intenta contenerla. Sin embargo, restricciones mediante, el tipo de cambio oficial brinda capacidad de ancla nominal y fuerza al BCRA a contener las cotizaciones en los mercados financieros mediante diversas operaciones que, en última instancia, requieren de reservas.
Sin embargo, la Argentina atraviesa una muy débil situación en materia de reservas internacionales y, por lo tanto, el BCRA va perdiendo poder para contener las cotizaciones. A la tercera semana de mayo el BCRA llevaba perdidos once mil millones de dólares, el equivalente a alrededor de dos meses de importaciones.
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La sequía que ha atravesado el campo ha menguado fuertemente la principal fuente de divisas de nuestro país; a lo que debe sumarse el adelantamiento de las exportaciones de los stocks en diciembre del año pasado a través del “Dólar Soja 2″, que ha quitado producto exportable al inicio de 2023.
De esta forma, el equipo económico parece centrado en robustecer las menguadas reservas. En el primer cuatrimestre del año se acordó con el Banco de China habilitar la utilización de cinco mil millones de dólares provenientes del Swap. Empero, en vísperas de su agotamiento, una comitiva ha partido al país asiático en pos de la habilitación de más yuanes con el fin de cubrir importaciones de dicho país. Cabe recordar que China es el segundo socio comercial destino y origen de nuestras exportaciones e importaciones, por eso la relevancia del acuerdo que permitiría sostener el ingreso de productos clave para la producción, sin afectar aún más las reservas. No obstante, no debe perderse de vista que el acuerdo implica financiación y, en consecuencia, en algún momento deberá devolverse, con el correspondiente impacto en reservas.
Algo parecido, con menos éxito, se habría buscado con Brasil. No obstante, el acuerdo más necesario es aquel con el FMI ya que, si bien busca adelantar desembolsos de fondos que permitan fortalecer las reservas, al menos debería contener una renegociación de las metas que permita liberar los desembolsos que se requieren para hacer frente a la cancelación de vencimientos con dicho organismo o una postergación de estos.
Si bien el organismo internacional habría mostrado cierta flexibilidad en la negociación, aún restan varias confirmaciones para saber el tenor del acuerdo. Lo que está claro es que difícilmente no implique algún tipo de compromiso de ajuste macroeconómico, ya que son las fuertes distorsiones macroeconómicas que enfrenta la economía argentina las que dan origen a la inestabilidad cambiaria. Por lo que, en tanto no se corrijan los precios relativos y las fuentes de emisión de pesos, cualquier recurso adicional que se sume a las reservas correrá el riesgo de ser quemado en la hoguera de la fuga de capitales.
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