El lado oscuro de Tik Tok: peligros y consecuencias de los retos virales

Los chicos deben sentir su valía independientemente de la mirada del otro. Es necesario que lo sepan

La exposición a las propuestas en redes sociales puede ser peligrosa algunas personas. Crédito: Getty

Cortos, simpáticos, llamativos y sumamente adictivos. Así son muchos Tik Toks.

Lamentablemente, en los últimos tiempos, hemos visto casos de chicos, que, inducidos o por decisión propia, se enfrentan a desafíos virales que han generado resultados peligrosos y hasta la muerte. Sí, hasta la muerte.

Algunos por inocencia, otros para sentirse aceptados, otros por conseguir más seguidores o likes, la cuestión es que muchas veces los chicos no miden consecuencias y se exponen peligrosamente, ya sea a situaciones riesgosas, o a haters.

Y si bien la gran mayoría de los videos en tik tok o Instagram son inocentes, divertidos y recreativos o informativos, hay algunos que exponen a los chicos a situaciones complicadas: desde interactuar con desconocidos, recibir comentarios que podrían, en función de su edad y madurez, desbordarlos emocionalmente, compararse con cuerpos o situaciones que poco tienen que ver con la realidad de la mayoría, o bien incitarlos a realizar desafíos peligrosos. Y en relación a estos retos virales, se requiere de mucha madurez emocional para poder rechazar estos desafíos riesgosos sin sentirse avergonzado. ¿Están nuestros hijos preparados para decir “no” cuando lo divertido se convierte en riesgoso?

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Si los chicos, por ejemplo, necesitan de un filtro porque se siente menos lindos que otros, tal vez estaríamos en la antesala de un problema causado por una baja autoestima que podría tener consecuencias en sus relaciones y con ellos mismos, además de afectar su autopercepción. La autoestima de los chicos puede ser muy frágil, y hay que cuidarla.

A veces, los chicos harán cosas solo para sentirse aceptados por sus pares- desde aceptar un reto en tik tok, tomar alcohol en una fiesta o vestirse de tal o cual manera. Debemos aprender a tener conversaciones con ellos acerca de la importancia de sentirse aceptados por sí mismos, no por los demás. Es decir, hacerlos sentir su valía independientemente de la mirada del otro. El mensaje, tal vez, es que no tienen que demostrarle nada a nadie. Cuando ellos se sienten cómodos con ellos mismos, y cuando se sienten queridos, no necesitan demostrarle nada a nadie. Si los ayudamos en el desarrollo de su autoestima y su autoconfianza desde chicos, y los ayudamos a desarrollar un pensamiento crítico, es decir poder sopesar si ese reto que me proponen pueden tener consecuencias o atentar contra mi salud o integridad, podrán permanecer más en calma cuando lo necesiten para tomar las mejores decisiones aun cuando alguien quiera ejercer una influencia negativa sobre ellos.

Dependiendo del grado de madurez emocional, la influencia de las redes sociales puede ser un riesgo. REUTERS/Dado Ruvic/File Photo

Es nuestra responsabilidad, como adultos, saber a qué juegan, qué miran, qué les gusta o interesa, y por supuesto, con quién se vinculan de manera virtual.

Esto no significa prohibir, espiar o emitir juicios de valor, sino generar la confianza necesaria para poder mantener conversaciones de manera frecuente. Necesitamos tener un diálogo fluido con nuestros hijos que invite a la reflexión y enseñarles a cuidarse en las redes. Debemos ofrecerles información clara y oportuna y acompañarlos en su desarrollo integral.

Es muy difícil saber qué información consumen cuando todo transcurre con una velocidad que abruma. Por eso, cuando un chico se siente confundido, asustado o incómodo por algún comentario, información, reacción, o invitación a algún reto en las redes, necesita saber que siempre están los brazos de sus padres donde poder descansar, desahogarse o sacarse las dudas. Esta seguridad es crucial para que pueda aprender a manejar sus emociones y a tomar las mejores decisiones.

Conversar con nuestros hijos, cuando no están acostumbrados, requiere paciencia y autocontrol.

NO los fuercen.

NO los obliguen.

NO los humillen.

NO descalifiquen sus emociones o sus problemas.

Buscar momentos en donde la conversación surja de manera espontánea es mejor que forzar un diálogo.

Como adultos tenemos que tomar la responsabilidad de alentar a los chicos a despegarse de las pantallas cuando sentimos que el uso es excesivo, nocivo, y estimularlos a hacer otro tipo de cosas.

¿Cuándo debemos interferir? En principio siempre. Ejercer un control parental es una responsabilidad que no podemos relegar. Debemos saber qué redes frecuentan nuestros hijos y qué contenido consumen. Pero además, la intervención es necesaria:

Cuando no pueden detenerse a pesar de lo que les pedimos.

Cuando están tan absortos en la pantalla que no reaccionan cuando se les habla.

Cuando dejan algún juego enojados, angustiados, agitados o ansiosos.

Cuando vemos que se involucran con retos que pueden ser dañinos o no aptos para su edad.

Cuando se quejan de estar aburridos porque no tienen un celular o tablet a mano.

En la era de la tecnología y la infancia digital, debemos estar alerta. Los desafíos en redes sociales pueden llevar a consecuencias peligrosas para nuestros hijos. Es crucial fomentar su autoestima, enseñarles a valorarse y a tomar decisiones basadas en su bienestar. Como adultos, tenemos la responsabilidad de guiarlos y protegerlos en el mundo virtual. Con diálogo abierto y control parental, podemos asegurar su seguridad y desarrollo integral. Tomemos conciencia para que lo divertido no se convierta en riesgoso.

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