Cinco características fundamentales en una reforma monetaria

Si el objetivo es eliminar la inflación, el próximo gobierno inevitablemente deberá llevar adelante un cambio de fondo

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Hay creciente probabilidad de hiperinflación, más de una década de estanflación
Hay creciente probabilidad de hiperinflación, más de una década de estanflación

El contexto inicial es de fuerte polarización política, creciente probabilidad de hiperinflación, más de una década de estanflación, fuerte anomia institucional, y alto deterioro económico-social, el cual llevará a una inevitable reforma monetaria que deberá no solo eliminar la inflación sino también resolver el problema de las Leliq. Para ello deberá ser creíble, es decir, generar expectativas de que no será revertida por un próximo gobierno. Si no es creíble, la probabilidad de fracaso será muy alta.

Salvo Javier Milei, el resto de los candidatos a la presidencia de la Nación hasta el momento han rechazado la idea de una dolarización. Sin embargo, más allá de algunas generalidades, aún no han explicado como eliminarán la inflación.

Las únicas propuestas de reforma monetaria que se conocen hasta el momento son: 1) una convertibilidad con el real, 2) una convertibilidad con una canasta de monedas, 3) competencia de monedas, y 4) ley de independencia del BCRA.

La experiencia de Ecuador y Zimbabue muestra que una dolarización es efectiva en términos de bajar la inflación rápidamente. En 2008 Zimbabue estaba en hiperinflación, en 2009 la inflación fue de un dígito (6,2%). La experiencia de Ecuador y El Salvador es efectiva en mantenerla baja durante gobiernos populistas o autoritarios (en ambos casos una década de gobiernos que se oponían a la dolarización).

La experiencia de Ecuador y Zimbabue muestra que una dolarización es efectiva en términos de bajar la inflación rápidamente

En este aspecto hay cierto consenso y no parece ser un tema en discusión. Recordemos que, si bien en Ecuador la tasa de inflación anual aumentó el año de la dolarización, luego cayó rápidamente a niveles similares a los de Estados Unidos sin volver a ser un problema a pesar de los 10 años del gobierno populista de Rafael Correa. Los datos interanuales muestran que la misma comienza a caer de manera consistente en octubre del 2000.

También sabemos que otras reformas “duras”, como un régimen de convertibilidad como el de los noventa, pueden rápidamente eliminar una inflación fuera de control.

Posibilidad de fracaso

Es importante que el próximo gobierno tome con seriedad la probabilidad de fracaso de su reforma monetaria. La economía y sociedad del país no están en condiciones de soportar otra crisis cambiaria. La probabilidad de caer en una peligrosa trampa de pobreza no es menor (hoy se habla de una tasa de pobreza que supera el 50% de la población en algunos estratos sociales).

Quienes tengan que diseñar e implementar la próxima reforma monetaria deberán elegir entre errar por exceso de rigidez o quedarse cortos y correr el riesgo de que el país caiga en una trampa de pobreza -una situación ideal para que el populismo regrese al poder cargado de energías-. También deben recordar que quien paga el costo de dicho error es la ciudadanía, no el gobernante de turno.

El éxito de un régimen monetario depende fundamentalmente de dos cuestiones: 1) su consistencia interna; y 2) su credibilidad, es decir la convicción generalizada de que no será revertido. En la Argentina debido a la anomia institucional imperante una ley no alcanza para generar credibilidad. De poco sirve establecer por ley de independencia del BCRA si el gobierno fácilmente puede violarla, ignorarla o modificarla impunemente.

La economía y sociedad del país no están en condiciones de soportar otra crisis cambiaria

El grado de anomia institucional es tal que incluso una reforma constitucional que respalde la independencia del BCRA no sería creíble. Según la Constitución de 1994, el Congreso tiene un mandato de preservar el valor de la moneda que ha ignorado olímpicamente. Y dada la experiencia de 2002, un nuevo régimen de convertibilidad (ya sea contra el real o una canasta de monedas) tampoco sería creíble.

Una dolarización como la que proponemos con Emilio Ocampo tendría el máximo grado de credibilidad porque la probabilidad de reversión sería más baja. Una desdolarización forzosa sería difícil de implementar en el plano técnico (no imposible) y muy costosa electoralmente.

Una dolarización como la que proponemos con Emilio Ocampo tendría el máximo grado de credibilidad porque la probabilidad de reversión sería más baja (Reuters)
Una dolarización como la que proponemos con Emilio Ocampo tendría el máximo grado de credibilidad porque la probabilidad de reversión sería más baja (Reuters)

Esto quiere decir que de las opciones de reforma monetaria mencionadas más arriba, una dolarización es la que tiene menor probabilidad de fracaso. Dado el contexto económico-social en el que va a asumir el próximo gobierno, no es un tema menor.

El problema de las Leliq

Repetidamente hemos explicado cómo resolver el problema las Leliq sin recurrir a una confiscación real o nominal a los depositantes. Quienes critican nuestra propuesta aún no han explicado cómo proponen resolver este problema. Una reconstrucción institucional es fundamental para el futuro de Argentina (con o sin dolarización).

El principio fundamental que debe guiar la reforma es el de respetar los contratos y la propiedad privada

Que un nuevo gobierno arranque con una violación de los derechos de propiedad de los depositantes implicaría continuar con la erosión de las instituciones argentinas y dañar la ya maltrecha confianza en el sistema financiero.

El principio fundamental que debe guiar la reforma es el de respetar los contratos y la propiedad privada. Además, teniendo en cuenta que el mercado de capitales doméstico está poco desarrollado y que los bancos siguen siendo la fuente de financiamiento más importante del sector privado, sería un error dañar la viabilidad de éstos últimos.

El Tesoro debe afrontar pagos en dólares (deuda), pero cobra en pesos. No es factible pensar que Argentina vaya a poder emitir deuda en moneda local en un futuro cercano ni lejano. Eliminar el descalce cambiario, por lo tanto, requiere cambiar la moneda en que el Tesoro recibe ingresos: dolarizar.

La mejor manera de implementar la competencia de monedas es con plena libertad de movimientos de capitales. Lo primero que hay que entender es que en una economía “normal” el dinero bancario es 90% de la oferta de dinero (M2). Esto significa que para que haya competencia de monedas los bancos locales deben ofrecer, libremente, depósitos en múltiples monedas o los depositantes pueden mantener cuentas en el exterior en monedas distintas al dólar. Como explicamos en nuestro libro, nuestra propuesta de dolarización incluye una competencia de monedas.

El Tesoro debe afrontar pagos en dólares (deuda), pero cobra en pesos

Bajo nuestra propuesta, habría libertad de operar y celebrar contratos en cualquier moneda convertible. Si el sistema financiero local no ofrece depósitos en otras monedas (porque, por ejemplo, no hay demanda de crédito en otras monedas), se podrían abrir y utilizar cuentas bancarias en el exterior denominadas en monedas convertibles distintas al dólar. Es decir, se podrían efectivizar pagos en la Argentina con cuentas en el exterior sin tener que pasar por el sistema bancario argentino.

Quizás el mayor problema de esta propuesta sea su inestabilidad institucional. La política local no puede ofrecer un compromiso creíble sobre este régimen monetario. Especialmente con depósitos en pesos, una competencia de moneda es rápida y fácilmente reversible para un nuevo gobierno populista. De este modo, una inestabilidad monetaria se traslada al sistema bancario bajo un régimen de competencia de monedas.

En resumen, una dolarización bien diseñada e implementada tiene la ventaja de resolver más problemas que cualquier otra reforma que busque salvar al peso o atarlo a una moneda que no sea el dólar. Una reforma monetaria como la que necesita Argentina debe estar basada en argumentos racionales y técnicos, no debería haber lugar para sentimentalismo ni nacionalismo monetario.

La credibilidad es un componente fundamental que distingue a la dolarización de los planes alternativos.

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