Las grandes distorsiones de la economía argentina no parecen estar en la agenda oficial. Tampoco lo están medidas que generen empleo, aumenten las exportaciones o bajen la inflación. El equipo económico se encuentra de gira por China intentando conseguir alguna buena noticia que apenas nos permita subsistir por algún tiempo más en un contexto donde el Banco Central se ha quedado sin reservas y la inflación no parece estar dispuesta a dar tregua.
La situación es sin dudas compleja. Se ha terminado el tiempo del “dólar soja 3″ donde la esperanza de rebalsar las arcas del Banco Central de dólares ha quedado trunca: si bien se logró que el campo liquide a través de este esquema diferencial unos 5.080 millones de dólares (de los 6.000 que el gobierno pretendía que se liquiden) apenas se pudieron retener unos 1.405 millones de dólares (el 28%). Además el “dólar soja” ha implicado una emisión de pesos cercana a los 685.000 millones –solo en su última edición–, un combustible inflacionario perfecto en estos tiempos.
La falta de divisas termina de complicar una economía que se apaga lentamente. La deuda con importadores superaría los 15.000 millones de dólares y los problemas para importar se multiplican. El acceso a los dólares oficiales no parece ser una opción entre quienes necesitan traer del exterior insumos y materias primas para seguir produciendo. Tampoco parece que esto tenga una solución en el horizonte, teniendo una implicancia directa en la escasez de productos y el nivel de precios.
El acceso a los dólares oficiales no parece ser una opción entre quienes necesitan traer del exterior insumos y materias primas para seguir produciendo
El viaje a China parece haber sido una puesta fallida. Anuncios débiles y pocas cuestiones concretas –más que alguna promesa de inversión de dudosa concreción por algunos cuantos millones– que no lograrán modificar las tensiones cambiarias.
En la última parte del mes de junio operan los vencimientos con el FMI por unos 2.800 millones de dólares lo que agregan mayor volatilidad debido a que las metas con el organismo se incumplen y conseguir los desembolsos para hacer frente a los compromisos no está resultando una tarea sencilla (cunado además no disponemos de los dólares para hacer frente sin tener que depender del FMI). Sin embargo el problema no se limita a los billetes verdes: los niveles de deuda serán sin dudas el gran desafío, no solo de este gobierno sino de quién tome el mando a partir del 10 de diciembre. Solo este mes los vencimientos en pesos serán en torno a los 1.100 millones de millones de pesos ($1,1 billones). Más aún, en los próximos tres meses los vencimientos ascienden a 7.700 millones de millones de pesos ($7,7 billones), un 135% de la base monetaria con el agravante que buena parte se encuentra en manos de privados lo que complejiza aún más la situación. En virtud de este escollo el Ministerio de Economía seguramente intentará canjear esa deuda con anticipación ofreciendo tasas de interés elevadas que más tarde o más temprano, pagaremos entre todos.
En la última parte del mes de junio operan los vencimientos con el FMI por unos 2.800 millones de dólares
El Gobierno solo recurre a medidas cortoplacistas con el único objetivo de intentar sobrevivir. La inversión, el crecimiento, la creación de empleo y las medidas que apunten a terminar con la inflación parecen ser los grandes olvidados de una Argentina que añora cuando el intento de un futuro mejor formaba parte de la discusión de todos.