Qué esconde la importación de alimentos

La pérdida del patrimonio nacional es disimulada de forma perversa como una acción que tiene por objeto llevar alimentos más baratosa la mesa de los argentinos

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Banco Central de la República Argentina
Banco Central de la República Argentina

El Gobierno tiene dos meses para juntar dólares. Necesita evitar llegar al proceso electoral en un caos económico con consecuencias impredecibles, no sólo para hacer una elección decorosa, sino para que diciembre no quede insoportablemente lejano.

Por eso, el ministro de Economía, Sergio Massa, hace días, enumeró los desafíos urgentes de la gestión económica y, planteó: “Sin orden político no hay orden económico”.

Lo cierto es que, por lo expuesto, el Gobierno seguramente prorrogará la vigencia de la tercera temporada del dólar soja, que vence el 31 de mayo, aumentando el actual tipo de cambio especial, de 300 pesos por dólar.

Dijimos que tiene dos meses para juntar dólares porque en agosto, mes en el cual se llevarán a cabo las elecciones primarias (PASO), comienza el periodo estacional donde hay menor liquidación de divisas del campo, lo que complicaría el atado con alambres panorama cambiario.

Por eso los representantes del oficialismo andan pasando vergüenza por el mundo y pasando la gorra de manera decadente y humillante: para poder acumular la mayor cantidad posible de dólares antes de agosto.

Las dificultades por la falta de dólares han demorado la entrega de divisas al cambio oficial para realizar importaciones, algo que, además de anular y pausar la actividad económica de muchos rubros, deja una enorme deuda cambiaría. Esta acción deliberada, constituye parte del campo minado y las bombas escondidas, que prepara el oficialismo al próximo gobierno que asuma el 10 de diciembre.

La grave situación cambiaria genera un constante retiro de depósitos de moneda extranjera del sistema financiero, que se acerca e iguala al mínimo registrado en el tercer trimestre de 2022.

El Frente de Todos apuesta a los amigos, a una ampliación del “swap” de monedas con China, a ayudas extras o gestiones favorables de Brasil, Venezuela y Rusia, y una ayuda extraordinaria por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder sostener el esquema cambiario hasta las elecciones presidenciales de octubre. El objetivo es que el desgobierno no estalle antes de agosto y que dure camuflado hasta octubre. Después si, abrirán las compuertas y se inundará todo.

La negociación con el FMI es compleja porque no cumplieron ninguno de los compromisos asumidos; al contrario, profundizaron el déficit primario, vaciaron de reservas el BCRA y siguieron llevando a cabo temerarios adelantos transitorios del BCRA al Tesoro.

Los ajustes de las tasas de interés de referencia por parte del BCRA corren detrás de la inflación y promueven la aceleración inflacionaria, porque la mayor parte de la deuda en manos del BCRA y el Tesoro es en pesos.

Mientras ocurre todo esto, el Gobierno se dedica a hacer negociados como la recompra de bonos, millonarias condonaciones de deuda, el robo a los ahorros de los jubilados -la ANSES tuvo que desprenderse de sus dólares para recibir pesos- y ahora importa alimentos.

No es solo una barbaridad en un país que produce alimentos para 12 veces más que su población, o que produce entre 6 y 8 de los alimentos más requeridos por el mundo, ni siquiera el dislate que significa tener que pagarlos con dólares que no hay, el problema y la gravedad del asunto es que se trata de medidas que esconden pingües negociados, como en la Venezuela de Maduro con las (CLAP), los Comité Locales de Abastecimiento y Producción, regenteados por Alex Saab, hoy extraditado a los EEUU por lavado de dinero y crímenes de corrupción aberrante, en connivencia con el régimen de Miraflores.

La opacidad sobre los indicadores de la economía y la corrupción en el manejo de los dineros públicos no puede ser la norma. No debemos avalar la pérdida del patrimonio nacional bajo el argumento de llevar alimentos más baratos a la mesa de los argentinos.

Salimos con una revolución ética, recuperando la normalidad institucional y la cordura cívica, para constituir así los cimientos que alumbren un país, que con cárcel y castigo a la corrupción y desde la buena política, genere desarrollo y oportunidades.

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