La calidad institucional explica muchos de los resultados que los países obtienen, algunos para bien, otros para mal.
El Índice de Calidad Institucional (ICI) que publica Relial, la Red Liberal de América Latina, y aquí la Fundación Libertad y Progreso, evalúa a 183 países tomando en cuenta sus instituciones políticas y de mercado o económicas desde hace 16 años, y en todos ellos hay cuatro países que han ocupado las primeras posiciones, rotando en el liderazgo: Dinamarca, Suiza, Nueva Zelanda y Finlandia.
En el caso de América Latina, Chile ha ocupado siempre el primer lugar, pero ahora cae seis posiciones hasta el puesto 30°, quedando a tan sólo un puesto de Uruguay, quien muestra una sostenida mejora en los últimos años se convierte en candidato a pasar al primer puesto en la próxima edición.
Detrás de ellos, Costa Rica en el puesto 34, un desempeño también muy destacado. Al final de tabla tampoco hay sorpresas, siempre estuvieron Haití, Cuba y Venezuela, a los que se suma este año Nicaragua.
Cada año evaluamos la calidad institucional en relación con un tema que se haya destacado en la región, y en este caso fue el retorno de la preocupación por la inflación. Salvo Venezuela y Argentina, era un indicador de poca preocupación en el resto de la región, que mostraba índices de un dígito o incluso por debajo del 5%, los que de pronto vieron un aumento por sobre ese número como resultado de las políticas expansivas implementadas durante la pandemia del Covid.
Para muchos en esos países tal vez haya sido una novedad. Sin embargo, la región tiene una larga historia al respecto y si bien ahora está lejos de lo ocurrido antes, supo alcanzar niveles hiperinflacionarios allá por los 80.
Por ejemplo, en julio de 1989 Argentina registró un aumento mensual del índice de precios al consumidor de 197%; Bolivia en septiembre de 1985 uno de 183%; Brasil en marzo de 1990 de 82%, Chile en octubre de 1973 de 83%; Nicaragua en mayo de 1987, con 261%, Perú en Agosto de 1990, de 397%; Venezuela en septiembre de 2018 tuvo 233,3 por ciento.
Institucionalidad monetaria
Nada de eso ocurre ahora porque ha cambiado la institucionalidad monetaria de la mayoría de los países de la región. Así, por ejemplo, si se considera la inflación durante 2022 aparecen en primer lugar, con el menor, registro países dolarizados (Panamá 2,1%; Ecuador 3,4 por ciento).
Detrás de ellos viene un buen número de países que se destacan por tener una banca central autónoma o independiente y una regla monetaria con objetivos de inflación, que obliga a la autoridad monetaria a actuar cuando el índice de inflación se aleja un punto porcentual de 2 o 3% anual. Entre otros, estos países son México, Brasil, Chile, Uruguay y otros. Al final de la tabla, por supuesto, Venezuela y Argentina donde no existe la independencia de la banca central, ni tampoco una regla que limite la emisión. Esto está entre las causas de que Argentina ocupe la posición que tiene.
El Índice de Calidad Institucional (ICI) se compone de dos subíndices, uno sobre las instituciones políticas, otro sobre las de mercado o económicas. En el primer caso Argentina está en el puesto 69, y en el segundo en el 139. Una enorme diferencia entre unas y otras, aunque tampoco es que calificamos a ningún mundial en las primeras.
Pero tal vez lo que más llame la atención es que Argentina avanzó ocho posiciones en el ICI de un año a otro, y muchos se pregunta cómo puede ser dada la percepción de una situación en claro deterioro.
Hay que mirar un poco más en detalle. El índice refleja la situación de un país basado en indicadores que a su vez reflejan el panorama un año o dos antes. Y si se mira a esos indicadores se ve que Argentina aparece mejorando notablemente en el indicador sobre libertad de prensa, y luego en el de funcionamiento de la justicia.
El papel que ha cumplido la prensa durante los últimos años en el desenmascaramiento de la corrupción política y el funcionamiento de la justicia
Si se piensa en el papel que ha cumplido la prensa durante los últimos años en el desenmascaramiento de la corrupción política y el funcionamiento de la justicia, que llevó a la condena a algunos dirigentes (con fallas por supuesto porque luego muchos han salido libres), encontraremos aquí la razón de esa mejora. La libertad de expresión y de prensa es siempre un elemento esencial en la calidad institucional porque es control a poder, y sobre todo al abuso de ese poder.
De todas formas, hay todavía un largo camino a recorrer para mejorar, aunque sea buscando recuperar posiciones que Argentina tuvo unas décadas atrás.
En el área de las instituciones políticas los resultados más débiles siguen siendo el orden jurídico (Rule of Law), pese a su mejora, y el indicador de corrupción.
En el de las instituciones de mercado todas las notas son malas y las peores aparecen en los indicadores que evalúan la libertad económica; esto es, la libertad de contratar, de establecer precios, de comerciar con el resto del mundo, de no estar maniatado por regulaciones y hundido con impuestos, de tener una moneda relativamente sana.
El cambio institucional es necesariamente lento, no ocurre de la noche a la mañana, pero se presenta ahora la oportunidad para que Argentina cambie de rumbo. Se tarda tiempo, pero se puede realizar. El ICI muestra que, por ejemplo, Estonia se encuentra en el puesto 11, pero hay que recordar que hace 30 años recién dejaba de ser parte de la Unión Soviética, en el final de la tabla.
Y resulta también que ese cambio genera de entrada un cambio de expectativas que contribuye a iniciar un camino virtuoso de mejora, presentando algunos resultados en forma inmediata, otros tardarán más. A medida que se comience a avanzar en ese sentido la economía se recupera primero, y avanza después.
Recuperar la institucionalidad fiscal (esto significa reducir el gasto público y eliminar el déficit) y la institucionalidad monetaria (en la medida que no haya necesidad de continuar financiando el gasto con emisión) nos pondrá en la pista de nuevo, y con buenas posibilidades de recuperar posiciones perdidas.
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