El kirchnerismo tuvo finalmente su acto patriótico en la Plaza de Mayo. Un gran escenario, invitados VIP y mucha militancia dieron bajo la lluvia su última muestra de movilización, aprovechando para ello la excusa del aniversario 213 de la Revolución de Mayo. Todos intentaron explicar las bondades de la política “nacional y popular” y de transmitir su interminable recuerdo por los 20 años de la asunción de Néstor Carlos Kirchner como Presidente de la Nación, allá por el año 2003.
Es extraña la manera que tiene el kirchnerismo de visualizar la realidad: al momento de asumir a la Presidencia de la Nación -luego de ganar las elecciones con el 22% de los votos- la Argentina tenía un superávit fiscal de 4 puntos del producto bruto interno; luego de dos décadas eso se ha transformado en 4 puntos de déficit fiscal. En este tiempo han desguazado las cuentas públicas en 8 puntos del PBI: los números son lastimosamente astronómicos.
Tampoco estas dos décadas se han destacado por tener buenos resultados en materia inflacionaria. Al momento de asumir el ex Presidente, la inflación anual se ubicaba en torno al 14,3%: hoy la misma es del 108,8% y parece poco cuando uno imagina lo que puede llegar a ocurrir los próximos meses en materia de precios. Han multiplicado el índice de inflación al menos 8 veces.
El tamaño del Estado ha sido uno de los grandes emblemas del descontrol K. La presión impositiva pasó del 26% del PBI al 44% en apenas dos décadas. En 2003 los empleados públicos (entre la Nación, las provincias, los municipios y las empresas públicas) totalizaban 2,22 millones. Hoy esos empleos suman un total de 4,24. Sin embargo cuando se ajusta la cantidad de empleados estatales por el crecimiento poblacional, hoy Argentina debería tener un total de 2,5 millones de empleados públicos, lo que implica que el Estado soporta la carga de 1,7 millones de empleados públicos que están “de más”.
Por aquellos años donde iniciaba el kirchnerismo de la mano de Néstor en el sillón de Rivadavia existían 6,3 millones de personas que cobraban un cheque del Estado. Luego de 20 años ese número se ha multiplicado también: hoy son 18,5 millones de personas las que pasan por alguna ventanilla pública a retirar dinero público cada mes. El contraste es la evolución que han tenido los empleos privados: hace dos décadas los mismos eran 4,9 millones en total mientras que hoy son 6,2 millones. Aquellos que cobran del Estado se han incrementado en un 194% mientras que aquellos que aportan al fisco por sus trabajos privados apenas lo hicieron en un 27%.
¿El dólar? En 2003 cotizaba en 2,97 pesos por dólar: hoy su cotización roza los 500 pesos por unidad.
Se estatizaron los fondos de las AFJP confiscando compulsivamente el ahorro de cientos de miles de argentinos que habían optado por el sistema de jubilaciones privadas (a su propio riesgo), se pulverizó el superávit energético, se vació el BCRA (pasando de 14.000 millones de dólares de reservas líquidas en 2003 a un saldo negativo en estos tiempos), se estatizó Aerolíneas Argentinas generando 2 millones de dólares diarios de déficit y se esquilmó al campo con retenciones perversas que no sirvieron para frenar una decadencia que no encuentra ningún freno ni final.
Los datos más tristes seguramente sean los de la pobreza. Hoy la Argentina tiene 1.000.000 más de pobres que los que había en el momento en el que Néstor Kirchner asumió (se crearon en promedio algo así como 136 pobres por día durante los últimos 20 años).
20 años no son nada o son muchas cosas juntas. Ojalá Argentina en algún momento pueda volver a festejar la esencia de lo que significó la Revolución de Mayo y dejarlo de hacer por un relato que no significaron otra cosa que atraso, pobreza y pasado.
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