Los beneficios que las prácticas deportivas proyectan sobre las personas pueden ser medidos desde múltiples puntos de vista. Uno de ellos, sin margen de duda, es la penetración que el deporte puede tener sobre la sociedad como factor para amalgamar tejidos populares que en ocasiones se vienen mostrando ciertamente agrietados.
Ejemplos claros fueron, a nivel local, la gesta de la Selección Argentina de Fútbol en Qatar, que dio pie a la congregación de 4 millones de hinchas en las calles porteñas, precedida por un espíritu de unívoco acompañamiento por los seguidores de la Scaloneta durante todo el Mundial 2022. Y, entre otros tantos del exterior, la unión del pueblo sudafricano a través del Rugby, concretada por Nelson Mandela en la década de 1990, que tan vivamente retrató Clint Eastwood en su film “Invictus”, protagonizado por Morgan Freeman y Matt Damon.
Entre otros, uno de los deportes que exhibe sobresalientes aptitudes para estrechar vínculos interpersonales es el Judo, disciplina que por estos días se palpita con particular énfasis en el ambiente marcial latinoamericano, con motivo la inminente 24ª edición del Torneo Abierto Internacional de Judo “Copa Hacoaj”. El sábado 27 de mayo el certamen nucleará a cientos de judocas de toda la Argentina, Brasil, Uruguay, Chile y Paraguay, en todas sus categorías, tanto masculinas como femeninas y contará con la participación de una centena de niñas y niños de escuelas deportivas. Intervendrán también juveniles de la Selección Nacional. Por sus alcances, este evento –concebido originariamente por el sensei Juan Carlos Pérez– ocupa un espacio central en la escena deportiva de la región.
Rispideces, contrapuntos y manifestaciones violentas de las que abundan en nuestro día a día contrastan por definición con esta disciplina, creada hacia fines del siglo diecinueve por el Maestro de artes marciales y economista japonés Jigoro Kano. Es que, precisamente, “Judo” significa “camino a la suavidad” y –más que un deporte– constituye en sí un arte y una filosofía de vida cuya práctica estimula las facultades físicas y mentales, tal como lo expresa el sensei Robert Lasserre, miembro fundador del Centro Cultural Francés para el Estudio del Judo “Shudokan”, en sus manuales.
Son ocho los valores del código moral que se le enseñan a cada judoca desde la primera vez que ingresa a un dojo: respeto, honestidad, autocontrol, amistad, cortesía, honor, coraje y modestia. A esto se suman las dos máximas insignia del Judo que son “amistad y prosperidad mutua” (Ji ta kyo ei) y “el mejor empleo de la energía humana” (Sei ryoku zen yo), que fueron suscriptas como emblema por el Maestro Jigoro Kano bajo el curioso seudónimo de Ki Itsu Sai (que traducido al español significa “todo es unidad”).
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Por ello –y en tiempos de desunión esta es una variable de digna observación– quien hace Judo no puede mejorar si no mejora la persona con quien lo practica, en el marco de una virtuosa relación en la que los contrincantes se prestan sus cuerpos mutuamente (lo cual siempre se agradece con una reverencia, al término de cada lucha). También por esas razones la victoria sobre el otro no se festeja, sino que se celebra el mejor despliegue del oponente.
Virtudes como las señaladas se suman a los positivos efectos que este arte marcial proyecta sobre niñas, niños y adolescentes, a punto tal que en su “Plan de educación para el desarrollo y la integración de América Latina”, el Parlamento Latinoamericano y la UNESCO incluyen al Judo entre las disciplinas recomendadas para personas desde los cinco años, momento en que el ser humano consigue cotejar las propias experiencias para sacar conclusiones, en la iniciación del raciocinio lógico formal.
De esta forma, el Judo merece ser entendido como un arte de vivir y un principio de evolución humana, tendiente a disfrutar de una suave y armoniosa confluencia entre quienes se acercan a su teoría y práctica. Su espíritu podrá ser vivenciado, de modo singular, durante el sábado 27 de mayo en el en la sede “Roberto Maliar” del Club Náutico Hacoaj (Av. de las Naciones Unidas – Luis García 943, Tigre), como programa con acceso libre y gratuito al que la institución invita desde las 8 y hasta las 19.
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