Lo he pensado mucho. Meses enteros: ¿por qué no me postulo y quizás pueda contribuir a un país tan contrito y enfrentado entre posiciones políticas, económica, emocionales e irracionales, y otros asuntos que no acuden ahora a mi mente?
Tengo derecho. Todo ciudadano y habitante de la Argentina puede aspirar a proponerse como presidente de la república una vez cumplidas las formalidades y las exigencias legales correspondientes.
Me anima mucho el desfile incontenible de postulantes que cada día se apuntan a la candidatura respectiva. ¿Concurrirá a tal número de caras y nombres la dificultad para hablar de manera coherente y sin repetirse hasta el agotamiento? Tiene que ser, me dice el desfile de cada día. Al punto de que, interrogados diversos dirigentes acerca de si alguna vez ha pensado en ser presidente, en lugar de contestar que es una gran responsabilidad, o no se me había ocurrido dicen: “Pero ahora que me preguntan, sí, lo confieso. Desde los cuatro o cinco años he jugado con la idea de ser algún día luminoso presidente”. Se dice con toda tranquilidad y como lo más natural del mundo, tanto hombres como mujeres impensados y en numerosos casos inexplicables, risibles o absurdos que se ofrecen a la patria.
Podría ser – está ya registrado- el Partido Perdedor, el PP, aunque el nombre de mi espacio, - se dice espacio, pongánse en onda- que en apariencia se presentó una contradicción. Pero no: la mayoría de los cuarenta y cuatro, cinco o seis millones, porque nunca se terminan los censos, o no pocos se niegan a abrir la puerta cuando llama el adolescente encargado de verificar el nombre y todo eso para ir sumando en previsión de ser asaltado está formada por perdedores en toda la línea. Ahí habría una buena cantidad de votos, ¿no?
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Lo diré de frente: lector omnívoro, no me he limitado a leer sino también a escribir algunos – gloria y lamento por Luis Chitarroni sabio y polimorfo escritor, crítico, pensador, escéptico secreto que me impulsó a hacer “El amante del amante de la psicoanalista” en el 2000, quien ha partido, por ejemplo, valga esta pequeña mención- viajé una enormidad por oficio, ver otros humanos y por la fuerza, que no puede ser siempre todo a favor. Los divorcios me han templado el carácter – importante para el lanzamiento en la política grande- , me he forjado en el Colegio Nacional de Buenos Aires y en universidades, soy un periodista con un mejunje que por ahí puede parecer algún estilo. Qué sé yo, hay pistas para empezar a carretear y poner en marcha el Partido Perdedor.
Con mucha discreción, me están midiendo. Poco a poco, con tranquilidad, hay tiempo para presentar listas.
No puedo decir aún el nombre para integrar la fórmula, pero se dirá apenas que se trata de alguien de estimable inteligencia y decisión, mujer trans de una lucidez indiscutible. Eso será capaz, estoy seguro, de ensanchar la base del PP.
A lo largo de un tiempo respetable, soy conocido. Ayer el taxista me preguntó: ¿Usted no es por casualidad Gelblung? Le anduvo por los alrededores, digamos. Una vez aclarado, me pidió una foto y me dijo que me escucha siempre, que me ve incluso. Siempre que puedo, agregó, hay que estar muchas horas aquí.
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Una vez redondeada y refulgente el programa – nada de vueltas, a los bifes- pediré unos minutos a Bonelli, a Alfano, a Wiñaski, a Lanata, a Sehinkman, a Viviana Canosa, a Majul, a Rossi, a Luciana Geuna, a María Eugenia Duffard, a Caro Amoroso y otros periodistas de influencia unos minutos. En todo caso será una novedad, una noticia. Para mí, está listo. Como mínimo, ballotage. Es entonces cuando jugará la novedad y las argentinos adoramos las novedades, tal como explicó el General como una causa entre varias del despido presentado a Yirigoyen entre la algarabía popular.
Con respecto a la economía (estúpido), propondré convencer a mis compatriotas que es mejor ser rico que ser pobre. Porque parece que no quieren aceptarlo: hace falta un click psicológico, como tantas veces. ¿Acaso no es infinitamente más conveniente tener un Porsche o un Rolls (como abundaron en la coronación de Carlos lll) que tomar dos colectivos, salir de noche en grupo por los delincuentes, esperar con paciencia estupefaciente que lleguen atestados después de treinta cuadras de tierra hasta la parada? ¿No es cierto?
Cuando un pueblo se da cuenta las cosas cambian, hay que verlo de una vez, compatriotas.
Aunque resulta difícil, llamaré al ahorro, la base de la fortuna. Con elementos y resoluciones constantes y eficaces: cada día se obtiene un dólar y se guarda con prolijidad en una caja o donde se les dé la gana. Con un peso, no importa si es cara grande o cara chica. Al día siguiente otro dólar. ¿Quién puede tener dificultades y fatigas para conseguir un dólar? Así, con disciplina, se llegará a un millón de días, es decir ¡al primer millón de dólares!
¿Van orejeando? No quiero adelantar demasiado pero se verá el programa completo antes del comicio con la máxima claridad. Mañana temprano le rogaré a Rosendo Fraga que reflexione sobre el nuevo jugador.
Será un esfuerzo, pero un esfuerzo feliz. Debemos ser realistas: si un alumno de 16 años no es capaz de entender el sentido de un texto, hay que simplificar el texto: “Mamá me ama”, pongamos. Y liquidado el problema. Hay más. Muchísimo, deslumbrante, posible.
Me tengo confianza en el Partido Perdedor y en nuestra consigna: “¿Qué somos? ¿Argentinos o qué?”
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