¿Quién le puso la corona al Rey?: rito impensable para los entusiastas de la deconstrucción cultural

La ceremonia de coronación del nuevo soberano del Reino Unido fue medieval y religiosa. Dos rasgos que deberían hacer reflexionar a los detractores del pasado de una nación y a los cultores de un laicismo mal entendido que persigue todo hecho o signo confesional

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El rey Carlos III es coronado por el Arzobispo de Canterbury, reverendísimo Justin Welby, en la Abadía de Westminster, Londres, el 6 de mayo de 2023 (Aaron Chown/Pool via REUTERS)
El rey Carlos III es coronado por el Arzobispo de Canterbury, reverendísimo Justin Welby, en la Abadía de Westminster, Londres, el 6 de mayo de 2023 (Aaron Chown/Pool via REUTERS)

No se escuchó de quienes en Argentina gritan desaforados “Iglesia y Estado, asunto separado” (como si no lo estuvieran ya) ningún comentario indignado ante el espectáculo de la coronación de Carlos III en el Reino Unido. El señor que en la Abadía de Westminster le puso la corona en la cabeza al nuevo soberano es el Arzobispo de Canterbury, primado de la Iglesia de Inglaterra y máximo referente de la fe anglicana, Justin Welby.

Imagínense el coro de indignados si el Papa católico coronase al rey de España…

No se trata de hacer aquí un manifiesto antimonárquico. Lejos de eso. Es entendible que los británicos -como otros europeos- defiendan sus instituciones y su tradición, como elemento de cohesión nacional, cultural y espiritual, como ancla en la tradición porque, para elevarse, una comunidad, una nación, necesita tener raíces firmes.

La coronación del rey Carlos III, en la Abadía de Westminster, Londres, el sábado 6 de mayo de 2023: una ceremonia medieval y religiosa (Yui Mok, Pool vía AP)
La coronación del rey Carlos III, en la Abadía de Westminster, Londres, el sábado 6 de mayo de 2023: una ceremonia medieval y religiosa (Yui Mok, Pool vía AP)

Sobre esto deberían reflexionar los anticlericales furibundos, los que son ateos militantes en su país pero contemplan embobados otros ritos y los admiran siempre que sean ajenos. Son capaces de ponderar y hasta adherir a religiones que postulan sistemas de casta. Concedamos que puede ser antes que nada por ignorancia.

Pero lo que se vio en la ceremonia de coronación no fue todo. Un comentario del obispo español de Orihuela-Alicante, monseñor José Ignacio Munilla, destacó otros elementos de hondo significado religioso que escapan a la percepción de los legos en la materia.

Además de señalar que fue el “Reverendísimo Justin Welby” quien coronó las testas de Carlos y Camila, el obispo Munilla comentó que ambos, el rey y la reina, fueron “ungidos con óleos que se traen de Jerusalén”.

La reina Camila es coronada por el arzobispo de Canterbury, el reverendo Justin Welby. Ella y Carlos fueron ungidos con óleos traídos de Jerusalén (Yui Mok, Pool vía AP)
La reina Camila es coronada por el arzobispo de Canterbury, el reverendo Justin Welby. Ella y Carlos fueron ungidos con óleos traídos de Jerusalén (Yui Mok, Pool vía AP)

Más aún, el momento de la unción transcurre en la intimidad, para lo cual se colocan unos biombos que ocultan al soberano de la vista del público, para expresar “intimidad” con el Creador y subrayar “que Dios unge a los Reyes”. La reflexión de monseñor Munilla fue: “Quien organiza una ceremonia así no se avergüenza de las raíces religiosas”.

El momento íntimo y secreto de la ceremonia. Unos biombos ocultan al Rey de la vista del público, para subrayar la comunión con Dios
El momento íntimo y secreto de la ceremonia. Unos biombos ocultan al Rey de la vista del público, para subrayar la comunión con Dios

Una clara alusión al contraste con los protocolos de la Casa Real española, de los cuales, dice el obispo, “se han ido apartando cada vez más los signos religiosos”. “El laicismo que vivimos en los países latinos -dice- es de corte ‘anticlerical’”.

Aunque la Casa Real española es la más antigua de Europa, pues sus orígenes se remontan al siglo VIII, la tradición se ha ido olvidando, lamenta Munilla.

La coronación de Felipe VI, en junio de 2014, no contó con ningún símbolo religioso, a diferencia de lo ocurrido con su padre, en 1975. Es cierto que la Constitución española promulgada después de la entronización de Juan Carlos, proclama la “aconfesionalidad” del Estado.

En 2014, la coronación del rey Felipe VI fue despojada de todo símbolo religioso. Aquí, llega con la reina Letizia a la Abadía de Westminster para asistir a la coronación de Carlos III (Foto AP/Alessandra Tarantino)
En 2014, la coronación del rey Felipe VI fue despojada de todo símbolo religioso. Aquí, llega con la reina Letizia a la Abadía de Westminster para asistir a la coronación de Carlos III (Foto AP/Alessandra Tarantino)

Pero la supresión en el pendón real de Felipe de la Cruz de San Andrés, implica simplemente romper una tradición. Más todavía en el caso de los símbolos ligados a los Reyes Católicos, el yugo y las flechas, que también desaparecieron. Que Isabel y Fernando hayan pasado a la historia como “católicos” no significa que lo fuesen más que otros monarcas de su tiempo. En cambio fueron los artífices de la reconquista y de la unificación de España, estadistas que engrandecieron el reino y sus instituciones. Borrar su huella por la “aconfesionalidad” del Estado es un sinsentido. Es renegar de la historia grande de España.

Según Munilla, la simbología de la coronación de Carlos III transmite “que el Rey es un ungido de Dios, que se reconoce que toda autoridad humana en el fondo viene de la autoridad de Dios”. El obispo no es ingenuo y se pregunta si esta interpretación más profunda de los ritos es compartida por todos.

Ya sabemos que ser y parecer no es lo mismo. El futuro dirá si Carlos III es capaz de honrar la unción divina que ha recibido.

El recién coronado Carlos III de Gran Bretaña saluda a la multitud desde el balcón del Palacio de Buckingham. Ser y parecer no es lo mismo; el tiempo dirá si Carlos III estará a la altura de la unción divina que ha recibido (AP Foto/Frank Augstein)
El recién coronado Carlos III de Gran Bretaña saluda a la multitud desde el balcón del Palacio de Buckingham. Ser y parecer no es lo mismo; el tiempo dirá si Carlos III estará a la altura de la unción divina que ha recibido (AP Foto/Frank Augstein)

Lo cierto es que en muchos países latinos, como dice Munilla, se cae en un laicismo mal entendido que consiste en “perseguir cualquier tipo de hecho o signo religioso”.

Sucede también entre nosotros, donde no faltan los que pretenden imponer esta interpretación agresiva del laicismo. La Argentina nació católica, y eso no es un mito, así lo diga y lo repita un zanattero. Nació católica y por eso mismo nació tolerante. Por eso mismo Estado e Iglesia están separados. Así como la unción religiosa del Rey -que es cabeza de la Iglesia Anglicana- no impide la libre práctica de otros cultos en el Reino Unido, tampoco en Argentina el hecho de que el Estado sostenga el culto católico contradice la libertad y la pluralidad religiosas.

La simbología religiosa no es la única diferencia con España en lo que hace al vínculo con su institución monárquica. Mientras Juan Carlos es un paria en su tierra, el hecho de que Carlos, siendo todavía príncipe, haya recibido donativos del jeque catarí Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani por un monto de tres millones de euros en efectivo fue objeto de un piadoso olvido. El escándalo, revelado por The Sunday Times hace menos de un año, no logró empañar la coronación de Carlos III. Un millón de euros le fue entregado en mano en una valija. Otros dos, en bolsas de una tienda de lujo. Cuando recibió la maleta, el Príncipe se la dio a dos asesores que “contaron el dinero a mano”. El entorno del ahora Rey no desmintió la información; sólo precisó que el destino del dinero era el Fondo Benéfico del Príncipe de Gales.

Un piadoso manto de silencio cubrió un reciente escándalo revelado por The Sunday Times: siendo todavía príncipe, Carlos recibió donativos del jeque catarí Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani por un monto de tres millones de euros en efectivo en una valija y en bolsas con logo de una tienda de lujo (Foto AP/Kirsty Wigglesworth, archivo)
Un piadoso manto de silencio cubrió un reciente escándalo revelado por The Sunday Times: siendo todavía príncipe, Carlos recibió donativos del jeque catarí Hamad bin Jassim bin Jaber Al Thani por un monto de tres millones de euros en efectivo en una valija y en bolsas con logo de una tienda de lujo (Foto AP/Kirsty Wigglesworth, archivo)

En contraste con las actividades de beneficencia y protocolares que han sido las ocupaciones de Carlos a lo largo de su vida, el rey Juan Carlos de España tiene en su haber algunas contribuciones bastante más sustanciosas a la política de su reino.

Laurence Debray, hija del intelectual francés Regis Debray, el amigo del Che Guevara que pasó varios años en prisión en Bolivia, española por adopción, es biógrafa y defensora del rey borbón. En 2013, publicó una primera biografía de Juan Carlos cuando éste era aún rey.

En una entrevista con Infobae, en 2019, decía: “Mi padre y yo defendíamos cada cual a nuestro tipo de monarquía”. Una alusión al estilo monárquico de François Mitterrand, de quien Régis Debray fue asesor.

Laurence Debray, la hija de Regis Debray, compañero de aventuras del Che en Bolivia, es biógrafa y admiradora de Juan Carlos I
Laurence Debray, la hija de Regis Debray, compañero de aventuras del Che en Bolivia, es biógrafa y admiradora de Juan Carlos I

“Yo quería subrayar el papel democratizador del rey en una España que pasó de un sistema dictatorial como el franquista a una democracia europea y moderna -decía Laurence Debray-. Él fue el motor del cambio. Es decir que tuvo un papel histórico, no fue un rey cualquiera, que sólo estuvo ahí porque era nieto e hijo de rey, sino que tuvo de verdad un papel importante”.

En cuanto a las denuncias y acusaciones de que su admirado rey ha sido objeto, Laurence Debray dijo: “Lo siento mucho por los elefantes, y por las amantes, lo siento. Pero desde el punto de vista histórico tengo que decir que jugó un rol importante. Eso no se puede negar. Jugó un papel muy positivo”. “Tuvo un rol protagónico en la transición española. El Rey (Juan Carlos) era el más republicano de todos los soberanos”, insistió.

La biografía de Juan Carlos que escribió Laurence Debray en 2013
La biografía de Juan Carlos que escribió Laurence Debray en 2013

El año pasado, Laurence publicó un segundo libro: Mi rey caído. También visitó a Juan Carlos en Abu Dabi, en el “exilio” al que fue forzado por las circunstancias.

Irónicamente, mientras en España ya no está siendo investigado, la justicia británica ha admitido una demanda de una ex amante del Rey que alega que éste la espiaba en suelo inglés. ¿Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago? No sólo eso, los que jamás piden perdón por los crímenes conmetidos en sus dominios imperiales son grandes promotores de la leyenda negra antiespañola más o menos solapadamente.

La biógrafa francesa del rey Juan Carlos apuntaba justamente también contra la morbosa inclinación de España por la leyenda negra. “Tiene ese don de autoflagelarse”, dijo sobre el país ibérico que es su patria de adopción. “Todos los presidentes [franceses] han tenido amantes y ahora incluso estamos preocupados porque Macron no tiene, fíjese usted”, ironizaba. Y rescataba: “Juan Carlos sigue siendo el padre de la democracia, de las instituciones actuales”.

Hay mucho que aprender de los ingleses: no sólo de cómo defienden sus tradiciones -a veces cayendo en cierto ridículo, pero contando siempre con la protección del cholulismo universal- sino de la constancia con la cual libran la batalla cultural.

Los ingleses defienden sus tradiciones, cayendo a veces en cierto ridículo, pero contando siempre con la protección del cholulismo universal (Foto AP/Frank Augstein)
Los ingleses defienden sus tradiciones, cayendo a veces en cierto ridículo, pero contando siempre con la protección del cholulismo universal (Foto AP/Frank Augstein)

Desde 1994, cuando se inauguró, hasta 2007, el Eurostar, el tren bala que une París con Londres, llegaba a la estación “Waterloo”; una afenta que fue protestada por un airado Jacques Chirac, entonces presidente de Francia. Ahora llega a King’s Cross St. Pancras.

En la Ciudad Luz, los franceses sólo evocan al vencedor de Austerlitz con una calle bautizada “Bonaparte”, a secas, porque “Napoleón” evoca una gloria respecto de la cual tienen una conciencia vergonzante.

Aprendamos de los ingleses, que rescatan hasta al último de sus piratas y que bancan a una familia real tanto o más rodeada de escándalos que la española.

Aprendamos de lo que el ex presidente de Uruguay José Mujica ha dicho una y otra vez [la cita corresponde a una entrevista con el diario El País el 2/6/2013, pero ha reiterado este concepto en muchas ocasiones]: “Los latinoamericanos tenemos dos grandes instituciones comunes: la lengua, porque el portugués, si hablas despacio, se entiende. Y la otra es la Iglesia católica. Esas son las columnas vertebrales comunes que tenemos en nuestra historia y no reconocer el papel político de la Iglesia católica es un error garrafal en América Latina. Y yo, por más ateo que sea, no voy a cometer ese error.”

Aunque se declara ateo, el ex presidente urugayo José Mujica ha señalado en varias ocasiones que América Latina tiene "dos grandes instituciones comunes": el idioma y la Iglesia Católica, como elementos de cohesión (REUTERS/Ivan Alvarado)
Aunque se declara ateo, el ex presidente urugayo José Mujica ha señalado en varias ocasiones que América Latina tiene "dos grandes instituciones comunes": el idioma y la Iglesia Católica, como elementos de cohesión (REUTERS/Ivan Alvarado)

[Este artículo sintetiza algunos de los temas que trato en mi newsletter “Contracorriente”. Para recibirlo vía mail, suscribirse sin cargo aquí]

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