El puente virtual entre el automovilismo y las nuevas generaciones

Un terreno poco explorado, pero que no para de crecer, es el simracing

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(Unsplash)
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Que los esports son una industria en pleno crecimiento, no es ninguna novedad. De acuerdo con un informe de la consultora Newzoo (2022), se espera que para 2025 la cantidad de entusiastas ascienda a 318 millones y la audiencia total alcance los 640 millones de espectadores a nivel mundial en menos de diez años. En este sentido, los esports podrían llegar a superar a eventos como el Super Bowl y la Champions League. A nivel regional, Argentina es el tercer mercado más importante de esports, detrás de México y Brasil. Según datos del Observatorio de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuego, el sector facturó más de u$s86 millones en 2021.

Desde el 2000, cuando las compañías de videojuegos decidieron apostar e invertir en el desarrollo de juegos y plataformas que permitieran las competencias multijugador, hasta la actualidad, la industria de los esports ganó masividad, sofisticación — gracias al aporte de las nuevas tecnologías—, y el apoyo incondicional de las marcas: uno de los grandes motores para que los esports sigan desarrollándose y creciendo.

De hecho, la mayoría de los ingresos del sector proviene de las empresas que pagan para patrocinar equipos, torneos, jugadores o streamers. Ahora, cabe preguntarse, ¿Cuál es el beneficio para las marcas? Los esports son, cada vez más, tierra fértil para el marketing y la publicidad. Los motivos sobran.

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Además de la relevancia de los esports en términos de audiencia y aficionados, un punto importante es la estrecha relación que existe entre los ídolos o jugadores y las audiencias, habilitada por canales de comunicación fluidos e interactivos, como lo son Twitch, Discord, Youtube, entre otros. Por otro lado, se trata de una manera renovada de llegar a las nuevas generaciones, que tienen una relación más cercana con la tecnología. Esto se potencia, cuando las marcas logran dar con el influencer “correcto” y aprovechan sus redes sociales como canales de difusión. Como correlato, la inversión publicitaria se optimiza, al llegar a la audiencia correcta, con el mensaje y portavoz correctos.

Otro beneficio para las marcas es que los esports son uno de los pocos canales de difusión que aún no tienen saturación publicitaria y esto es una gran ventaja en términos de relevancia. En esta dirección, un terreno poco explorado, pero que no para de crecer, es el simracing.

El automovilismo virtual creció, sobre todo, durante la pandemia, cuando las carreras físicas se suspendieron por el aislamiento preventivo. En ese momento, el Turismo Carretera y el Súper TC2000, las categorías más populares del país, encontraron en los esports el soporte ideal para mantener vivos a pilotos, patrocinadores y fanáticos.

Con el apoyo de ACTC, desde eMotorEsports creamos los campeonatos TC y TC Pick Up, donde participaron pilotos profesionales que corrieron desde sus casas con simuladores de manejo. El éxito de las carreras, que se emitieron en la televisión abierta, se vio reflejado en los picos de rating que en algunos domingos superaron los niveles de audiencia de una carrera normal. Esta experiencia nos llevó a trabajar en el desarrollo de TCF, una versión moderna y tecnológica de lo que va a ser la máxima categoría del automovilismo en su versión real.

Este es solo un ejemplo de cómo el deporte virtual puede complementarse con el deporte físico para llegar a más audiencias y empoderar a las marcas.

En el caso del simracing, muchas de las marcas que patrocinan competencias virtuales tienen su correlato en el automovilismo físico como, por ejemplo, Pirelli, Shell, Red Bull, Río Uruguay Seguros, Movistar, entre otras. De esta manera, las empresas automotrices, petroleras y tecnológicas, unas de las últimas en sumarse a esta tendencia, pueden asegurarse su llegada a dos generaciones bien diferenciadas que están unidas por una misma pasión: los fierros.

En un país donde existen 19 millones de gamers, sin duda, hay lugar para que el simracing siga desarrollándose y creciendo. Se trata de una fuente de oportunidades que las marcas no deben desaprovechar: un puente que les permitirá llegar a las nuevas generaciones y a las nuevas maneras de vivir y experimentar el automovilismo.

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