La acción climática de los Parlamentos como oportunidad para el desarrollo de la región

América Latina podría demandar una mayor asistencia para la resiliencia climática de nuestros países

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(Getty Images)
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La inflación, los movimientos devaluatorios, la falta de trabajo y la desigualdad suelen impedir a los sistemas políticos focalizar sus esfuerzos en las agendas de largo plazo. La agenda climática es un claro ejemplo de esta dinámica, en la que los poderes ejecutivo, judicial y legislativo se ven obligados a dar resolución a determinadas crisis que requieren un accionar más urgente. A la vez, esto se exacerba debido a que los efectos del cambio climático no eran hasta hace poco notoriamente visibles en lo inmediato -cosa que hoy cambió y se manifiesta en el impacto que tienen en nuestra economía las sequías, las inundaciones, las olas de calor y los incendios.

Ante esta coyuntura, es sumamente necesario contar con líderes y representantes que tomen el coraje para abordar a tiempo los desafíos de esta agenda que requieren planificación y anticipación. En este sentido, quienes escribimos esta nota consideramos que desde naciones del Sur Global cómo Argentina es vital valerse de la cooperación internacional y del diálogo entre Estados que comparten diagnósticos y tienen el potencial de compartir también soluciones.

Por eso, y bajo esta premisa, el pasado jueves 20 de abril tuvo lugar la Primera Cumbre del Observatorio Parlamentario de Cambio Climático y Transición Justa (OPCC) en la sede de CEPAL en Santiago, Chile, en la que participamos en total 26 parlamentarios y parlamentarias de 12 países de América Latina y el Caribe.

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Este hito marcó la primera reunión presencial del OPCC, un espacio que venimos impulsando desde su creación en 2021 con el objetivo de constituir una herramienta de información compartida acerca del estado de la legislación y el tratamiento parlamentario en materia ambiental y de desarrollo sostenible en la región.

La importancia de esta primera Cumbre radica en los compromisos concretos asumidos en una declaración conjunta, en un entendimiento común del rol que tienen los parlamentos para establecer, promover y monitorear planes y políticas públicas. En este caso, en materia de conservación de ecosistemas, acordamos impulsar iniciativas para ampliar la superficie de áreas naturales protegidas en consonancia con la meta “30x30″ del Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. Además, nos comprometimos a aplicar criterios de sostenibilidad en los presupuestos de gasto público y a acelerar la transición hacia una industrialización baja en carbono. Por último, a establecer un marco de financiamiento para fomentar inversiones cada vez más sostenibles y proveer financiamiento para infraestructura pública, instalaciones y comunidades verdes, dos cuestiones estratégicas para el desarrollo sostenible en nuestra región. Asimismo, presentamos los avances de la base de datos abierta que estamos desarrollando sobre legislación ambiental en la región, y de un próximo trabajo que publicaremos sobre la legislación marco de cambio climático en cada uno de los países.

FOTO DE ARCHIVO: Una ciclista espera para cruzar una calle en un día contaminado en Pekín, China. 10 de marzo, 2023. REUTERS/Thomas Peter/Archivo
FOTO DE ARCHIVO: Una ciclista espera para cruzar una calle en un día contaminado en Pekín, China. 10 de marzo, 2023. REUTERS/Thomas Peter/Archivo

Nuestra región de América Latina y el Caribe tiene un rol clave en la lucha contra el cambio climático, no solamente por ser la reserva de biodiversidad y agua del planeta, colaborando con la absorción de carbono y la regulación del clima, sino también porque sus emisiones de gases de efecto invernadero son significativamente menores que las del Norte Global. Estas dos cuestiones nos habilitan a conseguir una mayor asistencia en el plano internacional para la resiliencia climática de nuestros países. Y, en este camino, el posicionamiento común regional resulta de vital importancia.

Una vez más, esta agenda nos demuestra que ver al mundo cómo una amenaza o cómo una oportunidad depende de nosotros. La visión de algunos en la política de que el exterior es una amenaza a nuestro desarrollo y que la única manera de sobrevivir es aislándonos, no va más. En el mundo hay cientos de gobiernos, empresas y organismos internacionales comprometidos a invertir dinero, tecnología y recursos humanos en la transición ecológica. Nosotros tenemos que abrirnos, dialogar y atraer esas inversiones. No solamente debemos hacerlo para atraer fondos, capitales y financiamiento en términos económicos, sino también para fortalecer las capacidades de nuestros sistemas políticos, adquiriendo eficientemente conocimiento y know-how. Es más, para Argentina y la región entera, este tipo de instancias son clave para posicionarse en el mundo y así constituir una imagen de responsabilidad, seriedad y confianza que nos permita avanzar más en nuestra senda de desarrollo de la mano de la cooperación internacional.

En adición, si no nos abocamos a esta problemática, a estas discusiones y a este camino de transición, estaremos progresivamente cerrándole las puertas del comercio internacional a nuestras industrias y nuestras pequeñas y medianas empresas, especialmente a aquellas que muchas veces no tienen los recursos para adaptar sus procesos frente a los cambios en la coyuntura macroeconómica y del comercio global. Los criterios de sustentabilidad y la trazabilidad de los procesos productivos se están convirtiendo en la norma -como una suerte de scoring ambiental de la producción-, por lo que los Estados deben trazar planes y acompañar los cambios necesarios para mejorar los estándares, y esto debe ser consensuado también en el marco de los procesos de integración que tenemos en la región, como el Mercosur. De ahí la importancia de discutir estas cuestiones en un ámbito interparlamentario integrado por naciones del Sur Global que compartimos niveles de responsabilidad y padecimientos similares que derivan del cambio climático.

Frente a esta realidad, no debemos ni podemos esperar: los efectos de la crisis ambiental nos están afectando ahora y a todos. Abordarlos a tiempo, con compromiso y con leyes que acompañen las ejecuciones de las políticas necesarias, puede significar, entre otras cosas, el mejor posicionamiento económico de nuestra región en el mundo. Sabemos que no es fácil y que tenemos que afrontar constantes ataques y críticas de algunos sectores para con quiénes asumimos esta agenda como prioritaria. Pero evadir la lucha contra el cambio climático solo nos traerá aislamiento, pobreza y falta de futuro, alejándonos de la solución y de las oportunidades de desarrollo e industrialización verde que tenemos por delante.

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