No recuerdo bien, a decir verdad.
Eran unas personas, sí, que – pongámoslo con cierta rusticidad- vivían por su especificidad no limitada con centímetros sociales y económicos, en la franja del país en el sitio ubicado entre la clase alta y la clase baja. No es gran cosa, pero uno se da una idea.
Como se hace difícil expresar sus modos, aspiraciones y dentro del rodar de la historia porque se está –suele decirse así- en vías de extinción. No el de los animales de nuestra fauna, porque aquí se están extinguiendo todos, y la clase media, de la que se aseguran haber visto unos ejemplares inesperados, con adaptación darwiniana al ingreso de algunas de las 6.000 villas que se encuentran en nuestra tierra.
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- Hola, cómo anda, señor. Era de la clase media, no sé si se ubica, pero mi familia y yo hemos pasado a la pobreza y buscamos un lugar por aquí.
- Sí, pase. Tiene que hablar con el jefe y ver cómo están los precios.
- Por favor. Es que ya no llego a la Canasta Básica, unos $200.000 en este momento, ha dado un salto enorme, y somos varios: mi mujer, dos hijos menores y yo, ¿Se da cuenta?
- Mire, no hace falta tanta parla. Aquí hay de todo. Canilla, escuela, almacén y cura villero.
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El espécimen cuelga de un barranco aferrado del borde con las manos antes de que unos zapatos lleguen, como en las películas, se las pise y lo mande a la indigencia.
¿Qué era la clase media?
Leyendas lejanísimas cuentan historias de esfuerzo, prudencia, empleo para guardar como una tiara real, y que, de ese modo, se podía conseguir o construirse una casa algún día. Esas leyendas se ubican- pueden fallar, como advertía Tu Sam- pero suena verosímil que empezara a esbozarse cerca del veinte y tantos, cuando en escena el esquema burguesía-proletariado, fuente de Karl Marx, para formarse la clase media. Cierto es que sobre el final de El Capital, medio boleado y escrito con su letra casi impenetrable, el filósofo advirtió y escribió que no era solo burguesía y proletariado, que ya surgían clases con otros matices y objetivos, nuevas, con distintas intensidades (ver obra del pensador rupturista y arisco Antonio Escohotado). Uno, que ha leído Marx de verdad, como ha pasado por Platón en la Antigüedad o a Pitágoras, matemático, geómetra fundador de una escuela a medias hermética, creador de teorema olvidado: en un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los lados.
Asunto muy poco eficiente para comprar una lechuga, dos o tres tomates y una pera, pero se observa que los remotos griegos pensaron lindo. Lo escrito aquí no implica ni sabiduría, ni erudición, ni descubrimiento: colegio secundario.
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Es penoso que los sobrevivientes de la clase media- ¿qué era, realmente, la clase media?- viven en el insomnio al pensar que sus hijos quizás no alcancen el secundario de cualquier clase, desde el momento en que se registran millones de chicos de trece años que no son capaces de entender un texto, ni sumar, ni restar. Como quiera que sea, se tranquilizan un tanto penosamente: y si aprueban todos, pasarán de división y grado en tropilla, aunque resulta la secuela bárbara del regreso al analfabetismo justo donde se logró el primer país de hispanoamérica en erradicarlo.
Por muchas razones, la consolidación de la clase media con numerosos aportes a un futuro con ilusiones y concreciones, se consideró durante mucho tiempo de un gran valor capaz de producir acceso social, resultados económicos, científicos, arte, trabajo, empresa, literatura (junto con la clase alta, ojo: Hernández, Lynch, del Campo, Güiraldes, Borges, Sara Gallardo, Mansilla, Mujica Láinez y sigue). La demagogia empobrecedora y los hipnotizadores de masas se proveyeron un arma: el fascismo de izquierda. Se quitaron el antifaz y, con la cabeza estreñida de ideología- numerosos integrantes de aquella clase media- para encontrar el desprecio y aún el odio de la clase media en su conjunto, a lo bestia.
Había una razón.
No hay argumento robusto para suponer otro explicar, el fascio izquierdismo maquillado detesta como dogma a la clase media- ¿qué era la clase media?- por su presencia es la demostración empírica de que el capitalismo funciona hacia arriba y elimina la proclamada lucha de clases en la consolidación de una tercera que conseguía mejorar sus vidas y aspersor del conjunto. Puede que la palabra capitalismo sea difícil de pronunciar y de escribir- el rencor planificado lo convirtió en insulto- y , por supuesto, se encarna en Estados Unidos. Es que Estados Unidos –una civilización en la punta de la ciencia, los alimentos, la tecnología, las vanguardias estéticas, y a la vez una civilización guerrera con excesos muy numerosos en la protección de sus intereses–, encarna el capitalismo y puede mostrar a las visitas la creación de la clase media como una creación ascendente . ¿Qué era la clase media? Con seguridad las cifras no bastan en torno a cuánto es necesario para no abrir la tranquera o portón de la villa una tarde sombría. También existe una forma de vida - ¿existía?- sino también un concepto, un aire y un modo: un libro por mes, a veces al teatro, guardar algo para viajar a comer afuera de tanto en tanto. También ha hecho aportes a mujeres y hombres de la Argentina, una buena cantidad ahora víctimas del síndrome de Estocolmo aunque ya no pueden pagar las cuentas y respiran en la aflicción.
Que estos gestores al frente de nuestro vasto lugar llaman a sus críticos “la derecha”- casi un chiste-, y reserva en el corazoncito para la incómoda clase media que les rompen el esquema maniobrador todo tipo de insultos. Por lo general son llamados “pequeñoburgueses”.
¿Qué era la clase media?
¿Me podrían repetir la pregunta?
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