En 1915, el Imperio Otomano comenzó el genocidio contra los armenios. Durante ese año, una mujer llamada María Jacobsen se encontraba en Turquía intentando rescatar a niñas y niños armenios de una muerte segura. Nacida en Dinamarca en 1882, dedicó su vida a la ayuda humanitaria. En su país estudió enfermería, pero ya se había enterado de las persecuciones y masacres contra los armenios en el Imperio Otomano durante fines de siglo XIX. Esas masacres habían generado un movimiento de ayuda internacional en el que las mujeres tuvieron un papel fundamental.
En los primeros años del siglo XX, María llegó a la provincia turca de Harput para trabajar como enfermera en el Hospital Americano. Allí, empezó una labor de ayuda con la población cristiana armenia y al mismo tiempo comenzó a escribir un diario.
En 1915, el mundo estaba en plena Guerra Mundial y María fue testigo directa de la deportación y asesinato de la población armenia de Harput. La provincia era un punto donde confluían las rutas de diversas caravanas de deportados, por ello las imágenes de los cuerpos mutilados de mujeres, niños y ancianos se multiplicaban a lo largo de los caminos.
Los testigos de las masacres como Jacobsen -que continuó escribiendo sus memorias y las titularía: Diarios de una misionera danesa, Harput, 1907-1919- mostraron cómo fue la política de exterminio. Así, en uno de sus pasajes, Jacobsen describió cómo en julio de 1915, tras la deportación de los hombres armenios de Harput, los gendarmes y los grupos kurdos retornaron con sus vestimentas aún impregnadas con la sangre de sus víctimas. Además de escribir su testimonio, tuvo un importante papel en asistir a los niños y ayudar a los pocos sobrevivientes.
Una vez que logró salir del Imperio Otomano, se llevó de forma secreta su diario personal. Un registro de cientos de páginas y fotografías que mostraban la verdad sobre los asesinatos contra los armenios. Un documento histórico que es un testimonio de primera mano y fundamental para analizar el exterminio.
Luego de la guerra, María brindó conferencias en los Estados Unidos sobre el genocidio y se dedicó a recaudar fondos para las víctimas, sin embargo, su misión era ayudar a los huérfanos y por eso durante los años ‘20 regresó a Medio Oriente, donde iba a estar a cargo de un orfanato en Líbano que llamó Nido de Pájaros. Allí, se criaron niñas y niños sobrevivientes del genocidio. Allí quiso María que la enterrasen.
Jacobsen fue la primera mujer de la historia de Dinamarca en recibir la condecoración de la medalla de oro por su ayuda humanitaria en 1950. La historia de María es la de una mujer valiente, cuyo legado y acción en el rescate de niñas y niños de Armenia honra a toda la humanidad.
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