El gobierno que llegue a la Casa Rosada en diciembre de este año se enfrentará a una serie de riesgos globales que afectarán los resultados de su gestión económica y social. La Argentina se verá impactada por los conflictos políticos, sociales y la incertidumbre económica de América Latina. Estos son variados y van desde la calidad institucional hasta el desarrollo de las tramas productivas o cadenas regionales de valor. Seguirán en agenda los temas relacionados a los pueblos originarios, el narcotráfico y el terrorismo internacional que golpean con diversa intensidad la seguridad interior del país. Además, si el próximo gobierno es de centro o centroderecha, se insertará en una región de gobiernos “progresistas”, lo cual podría dificultar algunos entendimientos en los que se incluye las relaciones con países como Estados Unidos, China y Rusia.
Si bien no se puede anticipar a esta fecha el final de la guerra en Ucrania, la región oriental europea seguirá siendo un escenario de tensión, aunque también de grandes negocios en algunos sectores. Sin descartar tensiones de variada intensidad en Asia Central, seguirá teniendo prioridad el conflicto multidimensional entre China y Estados Unidos y sus aliados. Más allá de potenciales efectos comerciales, lo relevante para el país serán los dilemas geopolíticos y geoeconómicos que abarcan producciones, tecnologías e infraestructuras críticas y de uso dual en un contexto en que el país se encuentra sometido al cortoplacismo financiero.
El cambio climático sigue siendo objeto de poco interés concreto, a pesar de sus efectos sobre la producción, las exportaciones y los daños en la infraestructura. No se trata de generar más burocracia y regulaciones, sino de abordarlos con efectividad, con actualizadas medidas preventivas y de mitigación. Como muestra basta señalar el impacto actual y futuro de las medidas comerciales de países desarrollados que afectan las importaciones asociadas a producciones que pueden dañar el medio ambiente.
El próximo gobierno deberá estar preparado para diseñar políticas sociales distintas a las que sirvieron para calmar las calles, porque ésas ya son una estampa del pasado de la que no nos alejamos por desidia y corrupción
La incertidumbre económica y financiera global es crítica. Lejos se está de que los países desarrollados y los grandes emergentes puedan ingresar en un período de estabilidad y baja probabilidad de accidentes macroeconómicos. Al alto nivel de endeudamiento público y privado, la dificultad para gestionar la política monetaria y al peligro de la estanflación, se suman los riesgos de seguridad, energéticos y alimentarios que impactan vía precios y presupuestos públicos. Por nuestra vulnerabilidad, cualquier crisis económica y financiera global es capaz de tener serias consecuencias para el país.
La evolución de la tecnología, como la inteligencia artificial, la genética y nuevos materiales adicionan elementos no previsibles en el corto y mediano plazo. Para la Argentina, dado su retraso en varios de estos campos, y a pesar de su rol periférico en cuestiones de seguridad global, este proceso supone riesgos y costos adicionales de muy difícil gestión, incluyendo los geopolíticos derivados de la adopción de tecnologías que son objeto de conflictos entre potencias.
De esto se deriva un elemento crítico que es el impacto en el mercado laboral que tiende a aumentar las desigualdades de oportunidades. Esto afecta la inclusión, la vulnerabilidad y la expulsión social que, como si fuera poco, pertenecen a ámbitos geográficos y grupos etarios diferentes. El próximo gobierno deberá estar preparado para diseñar políticas sociales distintas a las que sirvieron para calmar las calles, porque ésas ya son una estampa del pasado de la que no nos alejamos por desidia y corrupción.
En conclusión, una visión integral y prospectiva ajustada de los riesgos globales que se traduzca en un diagnóstico detallado y ajustado a la realidad, o en estrategias y políticas eficientes aplicadas por equipos idóneos -y patriotas-, permitiría al gobierno minimizar los daños y maximizar el provecho de las inciertas condiciones internacionales que enfrentará.
El autor es Director del Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad del Salvador (USAL)