Feminista en falta: Shiv Roy y (el derecho a seguir decidiendo) la maternidad

En Succession, la serie de HBO, la hermana se entera que está embarazada y entra en shock: un hijo sería un freno a sus ambiciones y es inevitable que la atraviese la duda. Mientras el mundo vive el retroceso tras la anulación del fallo Roe vs Wade y en la Argentina avanza en las encuestas un candidato antiderechos, como Milei, un convenio de la Ciudad con una ONG religiosa pone en riesgo el derecho a decidir, sobre todo de las más vulnerables

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16/09/2020 Sarah Snook en Sucesión de HBO
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16/09/2020 Sarah Snook en Sucesión de HBO CULTURA HBO

“Si los hombres se embarazaran, no habría grandes edificios con formas falicas, sino en forma de útero”. Se lo escuché decir esta semana a la actriz Sarah Snook en el podcast de Succession de HBO y me hizo reír bastante, pero es cierto y triste. En el último capítulo de la serie de Jesse Amstrong, el personaje de Snook, Shiv Roy, recibe una noticia que la atraviesa en pleno duelo y justo cuando está a punto de desatarse la verdadera guerra por la herencia y el control de los negocios de su padre. Mientras el directorio de la empresa familiar acuerda nombrar a sus dos hermanos varones como CEOs interinos, ella se entera de que su embarazo es viable.

La audiencia entiende rápidamente que Shiv lo ocultó hasta ahora cuando su médica le anuncia por teléfono que los resultados de la amniocentesis (un test prenatal para chequear las condiciones de salud del feto) dieron bien y no hay nada de qué preocuparse. Pero para ella, más que una preocupación, lo que acaba de comunicarle es un shock: que los estudios hubieran salido mal le habría dado la oportunidad de abortar sin culpa, dice Snook en el podcast: “Ahora nada –más que su deseo– le impide seguir adelante”.

Shiv está en negación, recién separada, recién huérfana, apartada de la conducción de la compañía por la que vive y respira incluso aunque nadie conozca todavía su secreto. Siente la punzada de la competencia con su madre, el deseo de ser mejor de lo que fueron con ella y la certeza de que probablemente no será capaz. Y a la vez, la frustración por lo que imagina –basada en lo que sabe que implica un embarazo en la carrera de otras mujeres– como un final para todo lo que quiso y ahora supone que no podrá lograr, ¿cómo ser una mujer de negocios implacable y a la vez una madre? “No son malas noticias, es el peor momento”, dice Snook.

En Somos cíclicas, el libro de las doulas feministas Cecilia Valentini e Isis Coalova sobre menstruación, embarazo, parto, puerperio, menopausia, aborto y muerte gestacional que acaba de publicar Planeta, las autoras se preguntan “¿Cuál es la imagen de alguien gestante en las publicidades, las películas, los medios masivos? Una mujer –porque acá también opera la cis heteronorma– con una panza bellísima, reluciente, con una sonrisa y un aura de paz y serenidad, como si se tratara de un ángel. Esa tendría que ser la forma en la que deberíamos sentirnos, eso nos pide el sistema. Debemos estar conformes de ser gestantes en este contexto y, si es posible, acatar en silencio”.

El mundo sufre el retroceso tras la anulación del fallo Roe vs Wade en los Estados Unidos el año pasado
El mundo sufre el retroceso tras la anulación del fallo Roe vs Wade en los Estados Unidos el año pasado

La historia de Shiv da la vuelta a esa pregunta y anima a pensar en otras miradas mientras el mundo sufre el retroceso tras la anulación del fallo Roe vs Wade en los Estados Unidos el año pasado. La historia de Shiv es la de alguien que entiende que va a estar sola, como en el fondo lo estamos todas. “Quienes hemos pasado por un embarazo sabemos que la idealización de llevar otro corazón además del tuyo dentro no es real –dicen Valentini y Coalova–. Más allá de los cambios fisiológicos que ocurren en los cuerpos, la marea de hormonas, las náuseas, la falta de aire, el asco y las diversas sensaciones para nada agradables que debemos transitar, nos pasan cosas. A veces los embarazos no fueron deseados, a veces vivimos en contextos de violencia, a veces nos sentimos frustrados porque no podemos hacer aquello que nos hacía mejor, a veces porque tenemos que ocultar nuestro embarazo para que no nos echen del trabajo y miles de particularidades con todos sus matices y variantes. Y entonces vemos esa imagen perfecta a la que se nos pide que respondamos y parece, más que una utopía, un engaño”.

Shiv será madre en condiciones más que favorables –al menos en lo económico– respecto de la mayoría de las gestantes. Es rica y educada y le sobra para pagar nannies, insumos y todo tipo de ayuda. Pero un hijo es un obstáculo en su ambición corporativa y eso la planta desde el primer momento como una madre “desnaturalizada”. No importa que nunca veamos a los hijos de su hermano Kendall, que es padre sin que eso le impida ahora quedar a cargo de la compañía. Los espectadores ni siquiera se preguntan dónde están esos chicos, y que su otro hermano, Roman, fuera a ser padre mañana no generaría ningún conflicto. Pero Shiv es mujer, y un embarazo incluso en el mejor de los contextos casi nunca llega en un buen momento para nosotras, aunque después, con la vista en el pasado, muchas estemos seguras de que tener a nuestros hijos fue la mejor decisión que tomamos.

“¿Cuál es la imagen de alguien gestante en las publicidades, las películas, los medios masivos?
“¿Cuál es la imagen de alguien gestante en las publicidades, las películas, los medios masivos?

Es raro, dice Snook, saber que el sólo hecho de ser mujeres y la posibilidad de gestar de alguna manera va a detener nuestros caminos, que el deseo de ser madres aún implica para nosotras la renuncia a otros deseos, en el mejor de los casos. “Es lo que la sociedad nos hace pensar, pero un humano haciendo crecer un ser humano de la nada es una fuerza que debería impulsarnos hacia adelante –reflexiona la actriz en el podcast–. Las mujeres somos extraordinarias y los tipos usan eso para frenarnos. Nosotras somos las verdaderas poderosas, ¡podemos sacar gente de nuestros cuerpos!”.

El embarazo nos devuelve al cuerpo y nos pide detenernos, dicen las doulas. ¿Pero cuán posible es responder a ese pedido? ¿Acaso lo necesitamos todas, acaso todas tenemos acceso? En la Argentina, señalan, la Ley de Trabajo establece una licencia por maternidad de 90 días de corrido, 45 días antes y 45 después de la fecha de parto, o bien 30 antes y 60 después. Parece poco para que el cuerpo lo registre y a la vez es un abismo en el registro de nuestro entorno que –”en una sociedad consumista y productivista”, como dicen Valentini y Coalova–, muchas veces es suficiente para marginarnos de todas las otras cosas que nos interesan, de todo lo que nos interesaba antes de que ser madres se dibujara como una sentencia en nuestras historias clínicas y nuestros curriculums.

Son apenas algunas de las razones –quizá las más banales, pero igual de atendibles por el sólo hecho de que el cuerpo (y la cabeza) nos pertenecen– por las que la decisión de ser madres debe seguir siendo nuestra. El derecho a la autonomía sobre nuestros propios cuerpos es una conquista reciente que no sólo resulta en riesgo ante el avance de un candidato presidencial como Javier Milei –que parece defender la libertad de todos, menos de mujeres y disidencias–, sino en los obstáculos para la aplicación cotidiana de la ley, aún en los lugares del país en donde el protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción voluntaria y legal del embarazo funcionaba relativamente bien, como es el caso de la Ciudad de Buenos Aires.

El derecho a la autonomía sobre nuestros propios cuerpos es una conquista reciente que no sólo resulta en riesgo ante el avance de un candidato presidencial como Javier Milei que parece defender la libertad de todos, menos de mujeres y disidencias (Franco Fafasuli)
El derecho a la autonomía sobre nuestros propios cuerpos es una conquista reciente que no sólo resulta en riesgo ante el avance de un candidato presidencial como Javier Milei que parece defender la libertad de todos, menos de mujeres y disidencias (Franco Fafasuli)

De la mano de Cynthia Hotton, recientemente incorporada a su proyecto presidencial, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ratificó esta semana su alianza política con sectores evangélicos. En un acto ante mil pastores, Larreta anunció un acuerdo por el que el Consejo Social de la Ciudad, a cargo de Hotton, avanzará en la implementación de la Ley 27.611, o “de los 1000 días” –sancionada en diciembre de 2020 junto a la de acceso a la IVE, para proteger y acompañar el cuidado integral de las madres y personas gestantes con niños en sus primeros 3 años– junto a la Red Nacional de Embarazo Vulnerable, gestionada principalmente por la Fundación Vida en Familia, una ONG “pro vida” asociada a entidades religiosas como la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (Aciera).

En la práctica, eso significa que será esa fundación la que administrará y atenderá la línea 0800 a la que tendenciosamente llamaron “Vida” y que tiene por objetivo dar información sobre gestación y crianza a las madres vulnerables. La cartelería de difusión en color celeste con la línea de teléfono colgará en todos los hospitales porteños. No es difícil concluir que tanto la Ley como la línea de asistencia son lo suficientemente relevantes como para librarlas a las creencias de agrupaciones religiosas o para supeditarse a la intención de voto. Mucho menos es aceptable que una funcionaria sostenga en modo campaña la falacia de que ahora la Ciudad ofrecerá “además de aborto, vida”, como si fueran opciones.

Horacio Rodríguez Larreta y Cynthia Hotton
Horacio Rodríguez Larreta y Cynthia Hotton

La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito lo explica en un documento de rechazo al que ya adhirieron cientos de organizaciones, personalidades y militantes del movimiento de mujeres. El convenio deja las políticas públicas en manos de ONGs que militan contra el derecho al aborto, cuando ya existe una línea 0800 Salud para informar sobre derechos sexuales y reproductivos. Si fuera necesario reforzar ese servicio, ¿por qué derivarlo a entidades confesionales y mezclar a la Iglesia con el Estado en un tema tan sensible?

Si la decisión de continuar o no un embarazo es crucial y definitiva en todas partes hasta para una mujer rica y educada, como Shiv Roy, ¿qué queda entonces para quienes gestan en condiciones vulnerables y ahora sólo tendrán acceso a información sesgada sobre su salud reproductiva? Es una pregunta que parece importar tan poco como nuestros úteros a los fines de sumar afiliaciones políticas. Como dice Snook, si los varones cis se embarazaran, las cosas serían muy distintas. Porque si los varones cis se embarazaran, esto sería un escándalo.

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