El 2023 es un año político y electoral clave y desde hace muy poco, 2021 a la fecha, la Argentina tiene una Ley de Promoción de la Alimentación Saludable conocida también como ley de etiquetado frontal en donde se exige a alimentos que se identifiquen con octógonos negros si tiene excesos en exceso de azúcares, grasas saturadas, grasas totales, calorías y sodio.
Si esa ley nos sirve de ejemplo y pudiéramos darle un uso análogo podríamos pensar en implementar también una esquema semejante para la publicidad habilitada en tiempo electoral en donde cada mensaje, post, spot y cada afiche lleve octógonos relativos al candidato que se ofrece como alternativa para el voto.
Si esa ley nos sirve de ejemplo y pudiéramos darle un uso análogo podríamos pensar en implementar también una esquema semejante para la publicidad habilitada en tiempo electoral
A modo de ejemplo, las categorías de etiquetado político para la publicidad electoral a establecer podría ser: duración en función pública, cantidad de denuncias y/o estado de sentencias por delitos, nivel de endeudamiento público que generó en su gestión, inflación promedio durante su gestión, nivel de pobreza durante su gestión, y si condicionó o alteró orden institucional.
Además, bien podríamos establecer también que si tiene al menos un octógono negro en su publicidad estas deban ser parte de la boleta electoral o voto electrónico.
De algún modo, podemos comenzar, junto a herramientas como la ficha limpia o boleta única, comenzar a evitar el fenómenos de la sobre oferta, fake news y excesos en la gestión pública, en donde la publicidad sea un instrumentos de sesgo y delineamiento que valide una baja calidad en los contenidos democráticos que se promocionen.
Bien podríamos establecer también que si tiene al menos un octógono negro en su publicidad estas deban ser parte de la boleta electoral o voto electrónico
Hace tiempo escribíamos sobre el peligro de la postproducción política y la posteridad populista en la publicidad electoral y de gestión y decíamos: El término Postproducción (2009, Hidalgo Editora) remite a un libro –pequeño pero ya clásico de los estudios culturales– escrito por Nicolas Bourriaud, muy recomendable para entender los consumos culturales actuales, pero a partir del cual propongo pensar la política y los tiempos actuales de postproducción -técnica digital en estos días- siendo un recurso clave en tanto permite ajustar sonidos y videos a estéticas e ideologías conforme relatos de ocasión o de época sin reconocer la realidad o criterios éticos. En síntesis, la postproducción de la política afecta directamente a los consensos sociales e institucionales que se pretenden sostener en la verdad.
Quizás como aporte a la calidad política de los contenidos, veracidad de relatos y versiones y una comunicación democrática más cercana a posturas deliberativas, pensar en medidas análogas como las aplicadas a otras dimensiones de la vida social nos pueden ayudar a mejorar la democracia, que este año cumple 40 años ininterrumpidos, y la oferta electoral en años como el actual en que se deciden nuevamente candidaturas de máxima importancia y ellos pueden afectar de modo decisivo todo el proceso de desarrollo argentino de aquí al 2030.
Seguir leyendo: