Se ha publicado bastante, y bien, acerca de Emiliano Martínez, “Dibu”, y surge de manera cotidiana cómo es y qué hace en torno a la personalidad del mejor arquero de este tiempo – premio “The Best” en Qatar- el que, se asegura, ha renovado el puesto y convertido en dueño de una popularidad donde el afecto tiene un lugar de preferencia.
El mote, Dibu, se le adhirió durante el programa de televisión “Mi familia es un dibujo”, donde a los personajes humanos, actores, se incluía un dibujo muy simpático que alternaba con los personajes de la tira, tres temporadas. Le quedó Dibu: lo vieron parecido, con pecas y pelo revuelto. No se sabe si, por ejemplo, la mujer lo llama Dibu- es improbable, tiene dos hijos- pero para el mundo del fútbol sin excepciones.
Dibu mide un metro noventa y cinco, pesa ochenta y ocho kilos y camina con unas patitas cuarenta y siete. Contratado por el Aston Villa, club de más de un siglo fundado en un pueblo cerca de Birmingham, la segunda ciudad de Inglaterra donde funcionan sesenta mezquitas – muchos de los habitantes son paquistaníes - y la actividad industrial y comercial es potente.
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Durante el Mundial ganado por nuestra Selección, se produjo una alegría unánime en territorio de campo de espinas: el amor por el equipo con epicentro en el poco menos que irreal Messi, encontró eco en el liderazgo fraternal y optimista del arquero. En tanto las autoridades, al volver, fueron soslayadas por el equipo - quedaron manos tendidas sin respuesta-, menos que por una decisión política partidaria o de lo que llame la calamidad general en desarrollo y gesto hacia la pobreza , la desilusión , la angustia. Los campeones lamieron las heridas por unos días, recibidos con la desorganización, inseguridad y torpeza habituales.
Salsa inglesa
Allí moja el pan sin problemas Emiliano Martínez, aunque la salsa Worcestershire funciona más como aderezo con muchas especies, mucha sal, con gotitas en las sopas como añadido algo fuera de moda. Lo que se quiere decir es que ha jugado en Arsenal, Oxford, Sheffield, que es un curioso lector frecuente, observador de la actualidad y que habla inglés a la perfección como puede verse en las redes. Nadie subrayó la condición bilingüe del arquero. Resulta llamativo: se hicieron bromas con el inglés del gran Tévez – que iba aprendiéndolo poco a poco a fuerza de inteligencia y oído- pero no la facilidad para pasar de idioma del Dibu. No es costumbre entre nosotros destacar, admirar. Aplauso en el arco, lo demás se acalla, se silencia, qué importa. Así nos va.
Emiliano es autor de un libro de unas cien páginas , “Pasión por el fútbol”, donde cuenta su vida, sus pensamientos, sus ilusiones, hecho primero en papel con una tapa como de superhéroe, después electrónico. Lo hizo antes del Mundial, precisión importante. Ya se han impreso otra vez muchos ejemplares. Piensa que es para unos siete años, más o menos. El carismático Dibu es adorado precisamente por los chicos: juegan a gesticular como él frente a los penales – incluso los encantadores hijos de Messi, que tienen un claro sentido del humor lo hacen–, quieren camisetas de este ídolo irresistible nacido en Mar del Plata, el padre obrero portuario, la madre empleada doméstica, familia de muchas horas respectivamente golpeada por el 2001.
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Instalado en Inglaterra también es un punto de la relación extensa entre la Argentina y el Reino Unido, punta que va desde la incorporación del hecho, - Rosas, la Vuelta de Obligado, Manuelita con un lord, quizás más por celos y falta de aprobación que por geopolítica (negoció en algún momento a las Malvinas a cambio de una negociación ventajosa), las lanas embarcadas al punto de que llegaban ponchos a nuestro país “made in England”-. El enemigo resuelto de los primeros revisionistas, como los hermanos Iruzasta, Julio y Rodolfo, centrados en su trabajo con el blanco del imperialismo inglés, lo mismo que Ernesto Palacio. Los revisionistas de izquierda se diferenciaron del nacionalcatolicismo primigenio pero el imperialismo de Inglaterra como enemigo permaneció y permanece, a pesar de los cambios históricos y el traslado del enemigo a los Estados Unidos.
Y la Guerra de las Malvinas lanzada por pasmarotes engalonados y héroes en la lucha como pocos vistos en la historia moderna. Hay algo, a pesar de los pesares, emociones, alianzas, negocios, nacionalizaciones, que atrae ingleses y argentinos.
Los nacionalistas señoriles – y cultos- no podían vivir sin su tweed Harris, sus Barbour para el buen tiempo, los zapatos Church, las botas Thompson, las “tricotas”, como cuenta Silvina Bullrich. Y los polistas argentinos, únicos, deliran por jugar con ellos allá, como cada temporada. Y los futbolistas, que son unos cuantos, son recibidos con respeto y buena onda.
El magnético Dibu volverá en horas, tal vez como en el libro del polémico Peter de Peter Handke, Nobel:” La soledad frente al penal.” Pero no: Emiliano Martínez no temerá.
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