Desde hace mucho tiempo, en la Iglesia venimos hablando del Sínodo. Como fruto de lo que escuchamos, hay voces que dan esperanza, algunas más temerosas y también algunas contrarias. El Sínodo es una asamblea, donde los obispos y laicos reunidos con el Papa, intercambian información y experiencias fruto del trabajo de un tiempo determinado, con el objetivo común de buscar soluciones pastorales que tengan aplicación en el conjunto de la Iglesia.
El Papa convocó a la Iglesia a una experiencia de Sinodalidad. Francisco ha sido el abanderado de los gestos y él, como nadie, sabe que hoy “una imagen vale más que mil palabras”. Estamos en una sociedad que recibe casi todo por medio de la imagen. Si no se ve, parece que no se entiende.
El Espíritu inspiró al Santo Padre para que todo lo que se expresó y se dijo sobre la Sinodalidad tuviera una imagen. Una imagen que disipe dudas y que nos marque el camino para la comprensión. El documental producido por Disney, que se llama “Amén, Francisco responde”, es ante todo una imagen de la Sinodalidad. Es como si el Papa hubiera dicho: “Vamos a decirlo como lo diría el mundo”; y nos mostrara en esta pieza comunicacional histórica una foto del Sínodo que finalizará en octubre del 2024.
Veamos algunos detalles:
Primero, el Papa sale de su casa, del Vaticano. Y va al lugar de ellos, al encuentro de los jóvenes; lejos de la solemnidad romana y vaticana.
Segundo, el Papa escucha. Y no solo escucha preguntas, sino que escucha al mundo que no piensa como él. Francisco nos dice que hoy la Iglesia debe escuchar. Debe dejar que se exprese el dolor de los hijos e hijas por sentirse excluidos. El Papa escucha, habla, es parte de una conversación, donde también es necesario el silencio atento.
Tercero, el Santo Padre escucha el debate entre los jóvenes. Esa es la Iglesia en medio del pueblo, de sus discusiones y de sus dudas. El documental plantea una Iglesia que no es rectora del pensamiento, sino que puede participar con lo propio en la conversación. En la conversación no hay bajada de línea, hay ida y vuelta, hay cuestionamiento y lugar para la diversidad. El Papa quiere proponernos una dinámica de conversación, donde lo importante no es solamente la respuesta, sino empatizar en las preguntas y búsquedas.
Francisco nos invita a vivir también de cara a parte de un mundo que se siente distanciado y herido con la Iglesia. El Papa pone la cara a jóvenes que tienen profundas heridas y enojos con la institución. Basta con pensar en el tema de los abusos, en tanto dolor, tanta incomprensión y enojo. Este documental muestra a un hombre de Dios buscando que en el hospital de campaña que es la Iglesia haya un lugar especial para la diversidad. Nos muestra cómo tratarlos, cómo escucharlos, hasta cómo vivir la vergüenza…
El Papa nos marca el camino para comunicarnos con un nuevo mundo. Una sociedad donde ya la Iglesia no marca el camino, sino que camina a la par proponiendo un rumbo y, como hace Francisco, puede valorar siempre algo de la persona que tiene delante. En todos los casos que muestra el documental, los jóvenes se llevan algo que el Santo Padre ha valorado de ellos.
Ya no podemos ir con un piloto automático dejando enseñanzas sin lograr primero una empatía clara en la escucha atenta; donde las personas no son “casos”: son hijos e hijas de Dios. Y si no quieren sentirse así, ante todo se encuentran con una Iglesia que, como dice el Papa al finalizar el documental, jamás negociará la fraternidad. Lo cristiano no es sólo explicar, es compartir y compartiendo se articula la respuesta.
Esta “foto sinodal” muestra a Francisco derribando muros que distancian a la Iglesia de la vida de hombres y mujeres, especialmente de los jóvenes. Para eso se somete a la sospecha, a la crítica y hasta a cierta desconfianza. Pero en cada caso, cuando uno está viendo el documental piensa en la contundente frase: “Prefiero una Iglesia accidentada a una Iglesia enferma”. Gracias Francisco por contarnos qué es el Sínodo a través de la imagen.
El documental es un contundente ejemplo de diálogo desde la periferia y con la periferia. Así como una vez el Papa fue a Lampedusa, ahora se quiere sentar entre otros, con aquellos que emergen con fuerzas de “las Lampedusa del mundo”. Acepta mostrarse como la cara de una Iglesia herida que acoge a los que están en desacuerdo con ella. Propone al mundo un paso más, como lo expresa con el joven inmigrante musulmán, no basta solo con tolerar e incluir, hay que integrar. El documental realizado por los españoles Jordi Évole y Màrius Sánchez es una imagen que vale mil palabras. En casi todos los reportajes que dio el Papa con motivo de sus 10 años de Pontificado expresó muchas veces la palabra todos. Esto se ve en esta obra realizada por Disney: el Papa encontró otro modo de decir con claridad y con mayor contundencia que las palabras, que lo primero es “todos dentro de la Iglesia”.
La comunicación del Papa es ante todo de gestos. En una oportunidad, cuando volvió de su viaje a Canadá, hablé de su magisterio de gestos; sumemos el magisterio de las imágenes. Gracias Francisco por esta imagen, por la fraternidad que expresa, por la Iglesia que refleja, por que es el hospital de campaña que anhelamos sea diverso y solidario. Gracias porque en este camino, cada vez que queramos ahondar en qué es el Sínodo, además de textos, encontraremos imágenes.
[El autor es director de la Oficina de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina]
Seguir leyendo: