No hace falta ser un erudito en la materia para saber que el campo es el motor de nuestro país. No en vano la Argentina fue bautizada como “el granero del mundo” allá por la década del ‘40, cuando las exportaciones de productos provenientes del agro nos llevaron a codearnos con las principales potencias del planeta.
Generador de divisas permanente, hoy el sector se ve amenazado por la peor sequía de la que se tenga registro en los últimos 60 años. Las desoladoras imágenes de animales muertos y arroyos transformados en apenas hilos de agua se han multiplicado a lo largo y lo ancho de nuestro suelo. Y, si bien en los últimos días se han registrado algunas lluvias, por ahora parece sólo un paliativo, insuficiente para dejar atrás la pesadilla que representa para los productores. Mientras tanto, en medio de la angustia, el hombre de campo se debate entre la esperanza y el miedo a perderlo todo.
Vale destacar que esta situación viene de arrastre desde el año último, en el cual, según lo informado por el Servicio Meteorológico Nacional, la temporada invernal fue la séptima más seca de los últimos 61 años, siendo afectada por el fenómeno conocido como “La Niña”, que produce una temperatura más baja en el Océano Pacífico ecuatorial.
Por eso, he presentado un proyecto de ley en el Senado Nacional, que toma como referencia la Ley de Promoción de Inversiones en la Industria Automotriz-Autopartista y su cadena de valor, sancionada el año último, que apunta justamente a impulsar las inversiones, la producción y las exportaciones de productos de la industria agropecuaria, en pos de beneficiar a los distintos sectores que forman parte de las cadenas agroindustriales.
La urgencia por generar divisas para hacerle frente a las obligaciones que tiene que afrontar nuestro país en los próximos meses amerita dejar de lado cualquier diferencia y que todos los sectores políticos nos unamos para llevar soluciones concretas que impulsen el crecimiento del sector productivo, el empleo y las exportaciones.
Dentro de este contexto, entiendo que el alivio a la carga fiscal se constituye en un pilar fundamental para motorizar ese crecimiento. En tal sentido, consideramos un incentivo el reducir los derechos de exportación, para el incremental de las exportaciones respecto al año anterior de los bienes de la industria agropecuaria, siempre que no disminuyan la producción destinada al mercado local.
De esta manera, se busca aumentar la competitividad de las distintas cadenas de valor y de los productores que las conforman, y que nuestros productos puedan salir al exterior y ganar nuevos mercados, compitiendo contra otros países que hoy cuentan con ventajas comparativas y menores impuestos. Asimismo, con la amortización acelerada de ganancias, se pretende incentivar nuevas inversiones que permitan aumentar la productividad y avanzar hacia una mayor industrialización.
En resumen, los beneficios de este proyecto abarcan la reducción de retenciones al incremental de las exportaciones, la amortización acelerada de las inversiones en el Impuesto a las Ganancias, el recupero del IVA en tres períodos fiscales y la financiación a tasas subsidiadas para las inversiones a realizar en bienes de capital nuevos y obras de infraestructura, entre sus puntos más destacados.
Como representantes de las provincias, considero que nuestra responsabilidad es diagramar iniciativas tendientes a aliviar la difícil situación que atraviesa cada región del país, con una pobreza creciente que se ve agravada aún más por el flagelo de la inflación.
El proyecto apunta justamente a aumentar las exportaciones y el desarrollo de la industria agropecuaria, abordando un sector estratégico para la producción argentina, con un fuerte impacto en el desarrollo económico y social del país.
Hoy por hoy, las exportaciones de productos primarios, junto con las de manufacturas de origen agropecuario, representaron en 2022 un 64,3% de las exportaciones totales de nuestro país. Por eso, consideramos que es de vital importancia fomentar una mayor producción y exportación de dichos bienes, ya que son los principales generadores de las divisas para nuestra abatida economía.
Si logramos potenciar el crecimiento de nuestro principal sector exportador, no sólo alcanzaremos una mayor generación de divisas, sino que, además, esto irá de la mano de la generación de más empleos, mayor actividad y cantidad de recursos.
Es hora de proyectar a futuro, y tener previsibilidad en materia de exportaciones para el mediano y largo plazo. Resulta importante que tomemos conciencia de la oportunidad histórica a la que nos enfrentamos, nada más y nada menos que volver a ser ese “granero del mundo” que nos hizo ser potencia hace ya casi un siglo.
Frente a un escenario internacional dominado por una guerra todavía latente entre Rusia y Ucrania, con su consecuente repercusión en el mundo entero, nuestros productos pueden ganar nuevos mercados y generar acuerdos comerciales con otros países.
Esta iniciativa apunta también a la generación de empleo, fundamental para que el país pueda disminuir la pobreza y dar una respuesta concreta para las millones de familias que hoy buscan trabajo y no lo encuentran.
Creo fervientemente en que hoy, más que nunca, tenemos que dar nuestro apoyo a iniciativas de esta índole. Deseo de todo corazón que sigamos uniendo voluntades desde todos los espacios políticos para tratar proyectos que se enfoquen en la inversión y en la generación de trabajo que, insisto, es lo que Argentina necesita para salir adelante y crecer.
Argentina tiene que volver a ser un país pujante, pero para ello debe consolidar su economía y generar confianza, tanto fronteras adentro como hacia el resto del mundo. Y en eso, claro está, nuestro campo juega un rol preponderante.
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