Borges está pagando la falta de planificación de su patrimonio

Si el testamento no aparece, todos los bienes de María Kodama, y por ende también los de célebre escritor, podrían quedar en manos del Estado argentino

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La viuda de Jorge Luis Borges, Maria Kodama, falleció el 26 de marzo (EFE/Carlos Díaz/Archivo)
La viuda de Jorge Luis Borges, Maria Kodama, falleció el 26 de marzo (EFE/Carlos Díaz/Archivo)

El domingo 26 de marzo no fue un día más: murió María Kodama, viuda y principal difusora de la obra del gran Jorge Luis Borges. Y con su muerte se abrieron interrogantes que parecen cada vez más difíciles de cerrar: ¿qué pasará con la obra y el legado de uno de los escritores argentinos más reconocidos de la historia? ¿Hay un testamento? ¿Dónde está? ¿Puede el Estado quedarse con la obra de Borges?

“Ella dejó todo arreglado, ya se informará”, había dicho Fernando Soto, apoderado de Kodama, horas después de su fallecimiento. No pasó mucho tiempo hasta que Soto salió a desmentir su propia versión: “Nadie del círculo cercano entre quienes consultamos conoce el testamento. Si al momento de entrar a su casa se encuentra un testamento, se tomará ese, pero las posibilidades son bajísimas”, dijo.

Acto seguido, el abogado inició en la justicia la “sucesión por herencia vacante” de Kodama. Ante este escenario, los sobrinos de la viuda de Borges se presentaron como herederos en el expediente sucesorio iniciado para determinar la sucesión de los derechos de creación del principal autor argentino. ¿Son los sobrinos de Kodama los indicados para quedarse con la obra de Borges? Es una pregunta que muchos nos hacemos.

“Nadie del círculo cercano entre quienes consultamos conoce el testamento. Si al momento de entrar a su casa se encuentra un testamento, se tomará ese, pero las posibilidades son bajísimas” (Soto)

Kodama era la albacea de Borges: no sólo cobraba y negociaba los derechos de autor, sino que decidía sobre su obra. Además, era propietaria de bienes muebles e inmuebles, las medallas, condecoraciones y reconocimientos recibidos por el escritor durante su carrera y de sus manuscritos, dibujos y biblioteca personal, entre muchos otros bienes de altísimo valor.

Por eso, estamos frente a una herencia difícil de calcular. No solo en dinero (aunque se habla de más de 40 millones de dólares), sino también en cuanto al rol que significa.

Este es un breve racconto de la situación en la que se encuentra –en este momento– el inconmensurable legado de Borges. Y digo “en este momento” porque esto parece ser un “minuto a minuto”. En medio de estos idas y vueltas, una sola cosa está clara: la importancia de la planificación patrimonial.

Si el testamento no aparece, todos los bienes de Kodama (y por ende también los de Borges) podrían quedar en manos del Estado argentino, por aplicación del Artículo 2648 del Código Civil y Comercial de la Nación.

Kodama era la albacea de Borges: no sólo cobraba y negociaba los derechos de autor, sino que decidía sobre su obra

En efecto, de acuerdo con esta norma, “si el derecho aplicable a la sucesión, en el caso de ausencia de herederos, no atribuye la sucesión al Estado del lugar de situación de los bienes, los bienes relictos ubicados en Argentina pasan a ser propiedad del Estado Argentino, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de la provincia donde estén situados”.

La falta de planificación patrimonial, tarde o temprano, pasa factura. Ahora, es el turno del gran Jorge Luis Borges. Y, en consecuencia, de todos los que siguen –aún hoy– su inmensa obra. Sin embargo, la culpa de lo que está pasando no es más que del mismísimo Borges, aunque duela reconocerlo, por no haber planificado correctamente –y a tiempo– su patrimonio.

De hecho, aún en vida, María Kodama enfrentó varios juicios por el patrimonio que Borges le había dejado, lo que deja refuerza la idea de que el escritor no dejó “las cosas claras”.

¿Qué debería haber hecho el máximo escritor de la historia argentina para evitar todo este lío? A nivel de planificación patrimonial, es bastante claro que, con una obra y un legado de este nivel, Borges debería haber creado una fundación o un trust. De haberlo hecho, toda su obra y su patrimonio se hubieran mantenido protegidos a lo largo del tiempo.

La culpa de lo que está pasando no es más que del mismísimo Borges, aunque duela reconocerlo, por no haber planificado correctamente –y a tiempo– su patrimonio

Parece lógica la necesidad de planificar correctamente el patrimonio en un caso como el de Borges. Sin embargo, todos los días nos sorprendemos con historias como estas, tan increíbles como comunes. Por eso, un correcto asesoramiento en planificación patrimonial es el mejor camino, sino el único recomendable.

Y un último apunte: no es necesario tener el patrimonio del gran Jorge Luis Borges para que tenga sentido planificar nuestro patrimonio. Por mucho menos, vale la pena hacerlo.

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