La única pregunta que habría que hacer es: ¿Qué sistema representa mejor la voluntad ciudadana y la transparencia a la hora de votar? ¿La lista sábana o la boleta única de candidatos? Avancemos. Una papeleta de cinco o seis partes que van desde presidente hasta el último comunero o una hoja en la que el ciudadano se vea obligado a poner una cruz sobre cada candidato específico que escoge?
La respuesta se encuentra mirando al mundo y, cómo no, al país.
- Sólo diecisiete naciones en el universo (dice diecisiete) usan la lista sabana.
- Sólo dos en América Latina.
- Santa Fe, Córdoba y Salta lo usan hace largos años. Ahora se suma Mendoza.
¿Algo más?
Sí, claro:
- Es más barato. No hay que imprimir cientos de miles de papeletas. Como cada elector recibe una cuando va a votar, no hay robo de boletas, no hay boletas adulteradas o truchas y demás
- El sistema es claro: en Santa Fe, por ejemplo, no hubo impugnaciones por errores que superara la media del sistema como sábanas.
- Es ágil: no se registraron demoras. Es la experiencia. No el “a mí me parece”.
¿Entonces? Que defender la boleta sábana por parte de los que dicen vienen a modernizar la política es un oxímoron. Por ser suaves.
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Vale la pena ser claro: Mauricio Macri quiere que el próximo jefe de gobierno de CABA sea su primo Jorge. Quiere que la ciudad se quede en el PRO purito-purito. Se ve que el ejercicio de combatir al ego para bajarse de la candidatura presidencial tuvo algún tropiezo. Suele pasar.
Horacio Rodríguez Larreta quiere ser presidente enancado en el aparato de la UCR que lleva a Martín Lousteau como candidato en la ciudad. Lo protege con el “desenganche” de las sábanas.
Si ambos líderes fueran sinceros y dijeran esto, la cháchara (homenaje a don Vicente Leónidas Saadi) que invoca la libertad, la Constitución y a Aristóteles se nos evitaría. Y también el fárrago de videos de archivos de todos y todas que una vez dijeron blanco y ahora dicen negro.
Tomó la delantera en estas lides la dirigente hoy porteña, otrora bonaerense antes porteña y mañana veremos, María Eugenia Vidal. “El PRO y JxC que prometimos a los argentinos no es este” (sic). “No hay ambición personal que pueda estar por encima de nuestros valores y del equipo. Somos el cambio o no somos nada”. Ajá. ¿A qué ambiciones personales se refiere? A las de Horacio Rodríguez Larreta o a las de Jorge Macri, que salió de la provincia cerca del deadline electoral para saltar a la ciudad a la que supo decir que nunca ambicionaría? Se queja Vidal de la boleta única. La misma que propuso para la provincia que entonces gobernaba en 2017. Hay foto y video que atestiguan su cambio no sólo de jurisdicción sino de opinión.
Patricia Bullrich se enoja diciendo que “se cambian las reglas y se hacen trampas”. ¿Trampas? ¿Se vuelve de ese calificativo? Sucede que el artículo 111 del Código electoral de la ciudad prevé la utilización de la boleta única para garantizar la autonomía de los porteños. ¿El código votado por todo el PRO, incluidos bullrichistas, es una trampa? Tanto Bullrich como Vidal, en su calidad de legisladoras, propusieron y sostuvieron los proyectos de boleta única. ¿Defendieron una trampa?
Por fin, Mauricio Macri dice desde su rol nuevo de componedor y contemporizador que está “desilusionado” porque el sistema se cambia muy cerca de las elecciones, es más caro, confuso para la gente y supone varios cuartos oscuros para votar e incluso distintas escuelas para un sufragante.
Ya se explicó que es más barato. Se imprimen muchísimas menos boletas. Se propone dentro de los plazos legales (con perdón del anacronismo de andar citando leyes), ya se usó mientras él gobernaba la Capital y no fue para nada confuso para los mismos que ahora votarán. Sería bueno no subestimar a “la gente”. Lo de las distintas escuelas se lo sugirió alguien desinformado. Se usa el mismo padrón que asigna un lugar de voto por persona. No por categoría.
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En realidad, todo se trata de una estrategia política. Mauricio para sostener a Jorge. Horacio para subirse a la UCR. ¿Y si lo dicen así? Sería más franco.
Si alguno quisiera, luego de ello, podría preguntarse en serio y en conciencia si la boleta sábana, chorizo de nombres y candidaturas ilegibles, es propia del 2023, innovadora y es el verdadero cambio. Difícil ponerse al hombro ese anacronismo. ¿No?
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