La feroz revancha del “enano” que se metió dentro de Macri

El ex presidente y una pelea despiadada entre su parte republicana y su costado populista

Unas horas después de anunciarle al país que no sería candidato a presidente, Mauricio Macri le confesó a Luis Majul cuál fue la principal dificultad que enfrentó antes de tomar esa decisión. “Me costó muchísimo Luis, eh? –admitió-- Porque este enano que tenemos adentro es muy fuerte. El ego es muy fuerte. El ego decía: “vos tenés la revancha. Te la merecés. Si ganás, por qué no vas?”

Luego detalló otros diálogos con el “enano”. “Fue un proceso muy largo. Una especie de viaje que no terminaba nunca. Me sirvió estar mucho tiempo solo. El año pasado viajé seis de los doce meses. Durante cuatro meses estuve solo. Y la verdad es que eso me hacía pensar, y sujetar este enano que me decía: “dale, ¿cómo no vas a darles, mostrales?”. Y hasta que empecé a darme cuenta: “No, yo no necesito revancha”.

Luego, en una nota con Jorge Lanata, abundó sobre el tema: “Ese enano que tenemos que es tan dañino, que es el ego, empujaba, y además tanta gente me empujaba. Finalmente, terminé sintiendo que hay que romper con el tema que creer que un liderazgo salvador resuelve todo. Igualmente, el enano es duro. El ego, el ego que tenemos adentro, que es el autor de todas las macanas que hacemos cuando se descontrola. Cuando lo tenés controlado es el que te empuja. Pero cuando se descontrola… Por eso hay que batallar, sabiendo que nunca, nunca le vas a ganar la guerra. Pero le vas ganando batallas. Uno me dijo: no te bajaste, te elevaste”.

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En esas horas, a Macri se lo veía relajado, feliz luego de ese gesto inesperado de grandeza. Había logrado sobrevolar las pasiones menores y soltar su chance, pequeña pero chance al fin, de volver a ser presidente para que otros ocupen su lugar. Efectivamente, para un líder se trata de un momento clave. ¿Por qué iría a soltar lo que él construyó? Sin embargo, en esos días Macri lo había hecho, había entendido –o parecía haber entendido- que las construcciones sólidas nunca dependen de una sola persona y que era momento de dejar espacio a otros.

Mauricio Macri hablando del "enano" - en referencia al ego- que había podido controlar

Pero el “enano” –como él dice- nunca se rinde. Y una evidencia de eso es lo que ocurrió desde el mismo día de la renuncia a la candidatura con el destino que él quiere para la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de algo, realmente, muy difícil de entender, una especie de brulote. El Macri magnánimo, generoso, inteligente, seguro, que sabe que nadie es imprescindible y que hay muchos dirigentes capaces, con experiencia, en el Pro de la Ciudad para reemplazar a Rodríguez Larreta. El enano, en cambio, le dice: “poné a un familiar, estás en tu derecho, no importa lo que dice la ley, y si es posible imponé un sistema de votación tramposo para que gane como sea”.

Y entonces Macri se decidió a jugar el todo por el todo:

- Eligió como candidato a su primo hermano. O sea, a un familiar directo. A alguna gente le parecerá bien. Otras personas tendrán todo el derecho a ver en eso un gesto de nepotismo.

- Ese primo hermano no tiene trayectoria en la ciudad de Buenos Aires. Hay decenas, tal vez cientos, de funcionarios que fueron formados en la gestión en la Ciudad durante los últimos dieciséis años. ¿Ni uno solo es mejor que su primo que viene de afuera? ¿Qué es lo que lo distingue de los demás salvo el lazo de sangre?

- La legalidad de esa candidatura es, además, sumamente discutible. La Constitución de la Ciudad establece claramente que para ser candidato a jefe de gobierno un dirigente debe haber vivido 5 años en la ciudad. Jorge Macri es intendente con licencia en Vicente Lopez hasta el día de hoy, es el presidente del Pro de la provincia de Buenos Aires, votó en la última elección en Olivos. ¿No es evidente que no corresponde? Y si la justicia lo habilita, ¿no será eso el inicio de una discusión sobre cómo funciona la Justicia en la Ciudad?

- Pero Macri no para ahí. Para asegurar que gane, Macri quiere que Macri sea el único candidato del Pro –es decir, evitar que los afiliados de su propio partido voten.

- Y cómo si todo esto fuera poco, quiere que en la elección general se vote por medio de una lista sábana, donde su primo sea el único candidato que pueda llevar a los candidatos presidenciales más competitivos de Juntos por el Cambio.

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Se le puede dar las vueltas que quieran, pero no hay demasiada diferencia entre el empecinamiento de Macri por favorecer a un familiar –con todas las legítimas suspicacias que esto provoca-- y otros fenómenos similares de la política argentina. El más llamativo de ellos es lo que ocurrió en la familia Kirchner. Máximo es una persona tan capaz que en pocos años de actividad política logró ser el jefe de La Cámpora, el presidente del PJ bonaerense, la cabeza de la lista de diputados, el presidente del bloque del PJ de la Cámara de Diputados. O no había nadie tan talentoso como él o se trataba de una cuestión de apellido. Jorge Macri, por su parte, mientras era intendente de Vicente López fue designado como titular del grupo de empresas del Banco Provincia, presidente del Pro bonaerense, secretario general de Gobierno de la Ciudad y ahora candidato a jefe de Gobierno. Seguramente, en ninguno de los dos casos el apellido tuvo algo que ver.

Más allá del drama interno que vive el alma de Macri, esa escisión tremenda entre el hombre generoso y el enano ególatra, esa pelea despiadada entre su parte republicana y su costado populista, hay algo más llamativo en todo esto que no es la actitud de Macri sino cómo todo esto expone la cultura política del pro de la Capital, su creación más importante. ¿No existe un solo dirigente que diga que esto es un disparate, que hay muchos cuadros de primer nivel que pueden gobernar la ciudad sin necesidad de importar a un primo de otro distrito? ¿Ni uno? ¿Tal es el nivel de verticalismo que Macri decide algo y todos bajan la cabeza? ¿Se transformó el Pro en una escribanía?

Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y Patricia Bullrich (Franco Fafasuli)

El segundo elemento impresionante que surge de este episodio –además del verticalismo, y el miedo a disentir con el jefe en algo tan obvio— es la manera en que una especie de politburó reacciona ante un dirigente que disiente con Macri. Horacio Rodríguez Larreta decidió que los porteños voten el mismo día pero en dos pasos: en un rincón, con lista sábana, para Presidente; en el otro, con lista única, al jefe de Gobierno y otras autoridades de la Ciudad. No es un tema tan terrible. Pero, al minuto, como a Macri no le gustaba, los Macri, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich, Cristian Ritondo, Laura Alonso y tantos otros hacían cola para aleccionar al traidor. ¿Traidor a qué causa? ¿La causa de la familia Macri? Solo alguien que teme perder por si solo se refugia en una lista sábana.

El tercer elemento es el lugar en el que pone este capricho a la principal fuerza de oposición. Todos los encuestadores coinciden en que Juntos por el Cambio va cayendo en su intención de voto. En general, a expensas de Javier Milei. ¿Qué pensará sobre este episodio tan familiar el sector de los votantes que está dispuesto a emitir, por encima de cualquier otra consideración, un voto de repudio a la casta? ¿Cómo les caerá que un primo haga tanto esfuerzo para ubicar a otro primo? ¿Y que Juntos por el Cambio esté tan ocupado en pelearse por candidaturas y criterios electorales cuando hay tantas urgencias? Si, como dice María Eugenia Vidal, primero está la patria, después el movimiento y después los hombres, ¿cómo es que subordinan todo eso a la voluntad de un primo de poner a otro primo? ¿De verdad creen que pueden explicar que es un tema de cuándo se cambia la ley electoral?

El conflicto entre Macri y Rodríguez Larreta es un clásico de la política. Habitualmente esas cosas suceden en el vilipendiado peronismo. Macri debe sentir que Larreta le debe todo lo que es y tal vez tenga razón. Larreta debe pensar que sin él Macri no sería lo que fue. Y tal vez también la tenga. El traspaso de poder entre ambos, evidentemente, está repleto de conflictos, suspicacias, ambiciones, resentimientos y disputa de intereses. Y parece que no lo están pudiendo procesar de manera criteriosa. Eso abre el juego para que la irreverente Patricia Bullrich meta una cuña. Pero Macri también desconfía de ella. Cosas que pasan en las mejores y peores familias: todos recelan de todos.

En algún momento, los dirigentes de Juntos por el Cambio se convencieron que era un trámite su llegada al poder en pocos meses. Entonces, empezaron a pelearse por las candidaturas. Si la pelea por la herencia de Macri se desarrolla como se ve en estos días, tal vez paguen un costo más alto del que calculan. La dinámica está lanzada a una velocidad que no parece sencillo que los principales protagonistas puedan frenar a tiempo, en medio de un clima social que no parece demasiado concesivo para la clase política.

“Que tremenda desilusión”, escribió ayer Mauricio.

Lo que es la vida.

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