Las imágenes exponen una violencia que escandaliza y asusta. El ministro de Seguridad, Sergio Berni, terminó atacado a golpes y piedrazos por una turba de exaltados que protestaban por el crimen de Daniel Barrientos, un chofer de la línea 620 de colectivos a quien le quedaban pocas semanas para jubilarse. La principal víctima de todo esto, el trabajador, murió de un tiro en el pecho, en medio de un tiroteo entre ladrones y un policía.
El caso de Barrientos no fue el único. Es, desgraciadamente, uno más de una lista terrible de crímenes que incluyen a Leandro Alcaraz y Pablo Flores. Son nombres que se apilan de manera macabra ante un gobierno nacional, provincial y municipal que sólo atina a prometer soluciones hasta el siguiente muerto.
No es un justificativo. Tampoco exime de condena a los que agredieron al encargado de la seguridad de la provincia. El ministro Berni encarna la responsabilidad que tienen los poderes públicos de aplicar la ley. Sin policías, y funcionarios a cargo de brindarla, quedaría la ley de la selva y una sociedad definitivamente inerme.
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Es el contexto y el antecedente que expone la dimensión de un problema que está debajo de las trompadas, las pedradas y el repudiable ataque al funcionario del gobierno de Axel Kicillof. Una sociedad harta de las promesas y que padece cada día, todos los días, un crimen, un robo, violencia. En simultáneo, ve como empeora su calidad de vida, el sueldo le dura menos y las privaciones crecen.
La violencia que se registró en el límite entre la ciudad de Buenos Aires y el partido bonaerense de La Matanza no es, además, un hecho aislado. También fue transmitido en vivo y en directo semanas atrás otra horda en Rosario que trató de hacer justicia por mano propia. Atacaron y desvalijaron la casa de un “transa”, una familia que vivía de vender drogas al por menor. Fue después del asesinato de un chico. Esas imágenes apuraron al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner a enviar más gendarmes. El peor escenario es la anarquía o el caos.
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Son indicios de que la seguridad es un ámbito del que puede surgir cualquier cosa. ¿Un cisne negro a semanas de las elecciones? A metros de la Avenida General Paz volvió a escucharse el que se vayan todos. Los indicadores económicos de pobreza están cerca de 1989, pero no tanto de la crisis del 2001 cuando colapsó entero el sistema. Pero la Argentina camina en esa dirección, con ese rumbo.
Lo concreto es que más allá de las críticas, los dos líderes políticos que tienen chances de llegar a la presidencia se expresaron en sintonía. Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich condenaron el ataque que sufrió el funcionario bonaerense. “Repudio las agresiones al ministro Berni, estamos en contra de toda violencia, nos merecemos vivir en paz”, dijo el jefe de Gobierno porteño.
“No admito la violencia contra la autoridad, ni hoy ni cuando fuimos víctimas. La autoridad y el orden son necesarios y se construyen con el ejemplo, estando siempre del lado de la institucionalidad y no solo cuando conviene”, agregó la titular del PRO.
Tierra de violencia
Que haya ocurrido ese espectáculo dantesco de un funcionario contra un paredón escrito con consignas por Cristina Kirchner y Fernando Espinoza le ponen un telón de fondo pertinente. La Matanza no es un lugar, parece más un síntoma. Un informe de opinión pública que difundió el Instituto Estratégico para el Desarrollo Local (IEDEL) le puso números a lo obvio: el 87% de los consultados está disconformes con la seguridad en el municipio que gobierna con puño de hierro Espinoza hace 17 años. Ese trabajo, incluso, reveló que el 51,8% se siente inseguro en el transporte público o cuando esperan tomarse el colectivo o el tren. Ese temor lo sufren más las mujeres que los hombres.
“El 85,5% afirma que es frecuente el robo o hurto de pertenencias en la vía pública en su barrio y el 60,4% el robo o hurto de vehículos o partes”, estableció el informe que se realizó sobre seis encuestas realizadas entre 2100 personas.
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Es un municipio donde las cifras de pobreza, de inseguridad y la ausencia del Estado conviven con una situación estrafalaria. Es la Municipalidad que tiene miles de millones de pesos depositados en el sistema financiero y superávit fiscal todos los años. Según un estudio de los equipos técnicos del diputado Alejandro Finocchiaro, a septiembre del año pasado, tenía 29 mil millones de pesos inmovilizados.
El reclamo por más seguridad no es sólo de La Matanza. Encabeza, por debajo de la inflación, todos los sondeos de opinión en todo el país. Lo que ocurrió en el límite del distrito más rico de la Argentina y uno de los más pobres del Conurbano dejó un mensaje clave: el hartazgo social se puede salir de control. Y de ahí no hay retorno.
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