El presidente de la Nación y presidente del PJ sacó a relucir las PASO con un tono desafiante. Con voz afectada habló de democratizar la toma de decisiones, lo que no se corresponde con su decisión de vaciar los órganos partidarios. El partido no se reúne porque no se lo convoca. No hay ninguna mesa o instancia que permita debatir y sintetizar un núcleo básico de propuestas de acción política. No hay liderazgo, mucho menos un rumbo claro. En definitiva, hay un vacío político construido deliberadamente para silenciar las voces de quienes anhelamos otro rumbo.
La amenaza de presentarse en una PASO, formulada por el mismo que vació al partido, no es más que una maniobra de distracción con el único fin de ganar tiempo, desorganizar lo que comienza a organizarse y echar más confusión a la confusión, o en criollo como decimos en el campo, una maniobra para marear la perdiz. En concreto no estamos ante una decisión firme para consolidar una propuesta electoral clara. Se amaga, se retrocede, se amenaza veladamente y todo queda en veremos. Ese es el sello distintivo de este presidente: hablar mucho y no hacer absolutamente nada. Así las cosas, se impide y obstaculiza la necesidad de aparición de hombres y mujeres, comprometidos con el destino de la patria y con capacidad de representar la voluntad ciudadana en las próximas elecciones. Las reglas no están claras justamente por las vacilaciones a designio que buscan alargar el tiempo generando la pasividad, desmovilización e inacción de los distintos actores del peronismo.
Estamos próximos a la elección presidencial y en el peronismo hay un anhelo unánime: que la PASO sea la herramienta para legitimar nuestra representación. Ante el vaciamiento conceptual y doctrinario al que fue sometido nuestro movimiento por quienes confiesan abiertamente sentirse más hijos de la cultura hippie, que estar cerca de las veinte verdades peronistas.
No queremos un peronismo acrítico resignado a la derrota que algunos postulan como inevitable. Queremos un peronismo que se propone reconstruir un proyecto nacional con vocación de mayoría, capaz de interpelar a la Argentina federal y productiva. Si Cristina decidiera ser la candidata, este debate sería estéril porque no habría duda alguna. Pero no podemos pedirle más sacrificios a quien lo dio todo. Nuestra responsabilidad, entonces, es tomar el bastón de mariscal y construir legitimidad, representación y volumen político. Para eso es necesario no solo impulsar las PASO presidencial y promover un gran debate que permita la masiva movilización ciudadana a través de las urnas, sino también tener la humildad para saber interpretar el grito de cientos de compañeros que necesitan la esperanza de saber que en estas decisiones primero está la Patria y no las jugadas individuales y mezquinas cargadas de especulación, rasgo que caracteriza a los tiempistas del sálvese quien pueda.
La legitimidad política se construye debatiendo, caminando, construyendo representación social, articulando un discurso que sintonice lo que sucede a cada compatriota.
Hay un imperativo ineludible: volver a la doctrina, volver a Perón y recuperar el ímpetu arrollador de Néstor Kirchner. Llegó la hora de construir representatividad propia para dinamizar al peronismo, entendiendo que no hay nada más sagrado que la voluntad soberana del pueblo expresada libremente a través del sufragio. Por eso yo digo presente, por qué no miro para otro lado cuando la historia nos convoca y nos pide que actuemos con arrojo y valentía, porque no voy a consentir que se cristalice el desguace doctrinario del peronismo, porque creo en el futuro de la Argentina si somos capaces de sostener con fuerza las convicciones y lograr las transformaciones necesarias para salir de tantos fracasos y frustraciones.
Hay que terminar con el juego de las dilaciones eternas y las postergaciones indefinidas.
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La tentación de resolver todo a fuerza de ganar tiempo para que nada suceda está latente, claro. Pero ya sabemos cómo terminan esas tentaciones en el peronismo: al suprimir los matices para uniformizar el pensamiento, se achica la base social propia, se resiente el resultado electoral y las consecuencias políticas la terminamos pagando todos.
Somos un movimiento con una vitalidad que no puede ser encorsetada por el capricho de aquellos que secuestraron al peronismo en una carambola producto casi del azar. Que el conformismo jactancioso no derive en soberbia, y que la soberbia no se convierta en la fuerza ciega que nos haga equivocar, solo así podremos volver a soñar con un peronismo dotado de la vitalidad necesaria para hacer lo que hace falta en nuestra Patria.
Hoy 2 de abril es un día caro para los Argentinos de bien.
Jamás se me ocurriría comparar el heroísmo de mis camaradas caídos en combate, de mis camaradas heridos en el campo de batalla y de aquellos que volvieron cubiertos de gloria por defender los mas altos intereses de la patria, con los miserables ejemplos de aquellos que hoy pretenden guiarnos.
Que Dios ilumine a quienes con sus acciones deban honrar la memoria de nuestros héroes, que desde las invasiones inglesas de 1806 hasta la batalla de Puerto Argentino entregaron su vida con generosidad por la Patria.
Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario de la gesta de Malvinas, debemos reivindicar y honrar a nuestros héroes asumiendo los grandes desafíos de la patria inspirados en su heroísmo. El legado de la grandeza de nuestros soldados caídos está grabado a fuego en nuestros corazones, por eso no podemos ser indiferentes, no podemos mirar para otro lado y mucho menos dejar de actuar sin imitar su entrega por la Patria.
Los 649 patriotas, héroes de Malvinas, lo dieron todo, lo dieron sin mezquindades, sin especulaciones, hasta entregar la vida, que ese arrojo, que su entrega al servicio de la Patria sea el símbolo que nos conduzca por siempre y por su memoria a engrandecer nuestra Nación.
GLORIA Y HONOR A NUESTROS HEROES.
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