Malvinas, un desafío geopolítico para la Argentina

Estamos siendo testigos no de una época de cambios sino de un cambio de época que trae aparejado un mundo más multipolar

Islas Malvinas

En la cumbre del G-7 celebrada el año pasado en Alemania, el ex premier británico Boris Johnson le propuso a nuestro presidente cooperar e invertir en las áreas de alimentos, energía e hidrocarburos. La repuesta fue que primero el Reino Unido (RUGB) tenía que sentarse a negociar la devolución del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las Islas Malvinas y del Atlántico Sur conforme a las múltiples resoluciones de la ONU. Esa escena sintetiza los principales desafíos geopolíticos del siglo XXI para la Argentina y países del sur global. Esto es, la soberanía sobre sus recursos naturales y las decisiones en materia internacional que hacen a nuestro desarrollo económico en un contexto geopolítico de alta intensidad.

Cómo señaló el ministro de defensa Jorge Taiana ante la Comisión de Defensa Nacional del Congreso en junio del 2022: “Estamos siendo testigos no de una época de cambios sino de un cambio de época que trae aparejado un mundo más multipolar en el aspecto político, económico y militar. El ex asesor de seguridad del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski, dijo en la Universidad de Beijing que el principal riesgo de este cambio era el caos. Frente a ese riesgo es que la Argentina por su territorio y recursos naturales necesita tener FF.AA”.

En esta situación de transición hegemónica, el balance militar ofensivo-defensivo resulta ser una de las variables explicativas principales de la dinámica del sistema internacional. Esto ocurre porque las potencias en ascenso empiezan a cuestionar los principios y reglas del orden internacional vigente, ya que no reflejan la distribución del poder existente. Ya en el año 2003 el académico Barry Posen advertía que las grandes potencias basaban sus estrategias de primacía global en el control de lo que denomina bienes comunes (alta mar, espacio exterior, estrechos internacionales, etc).

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Hoy estamos asistiendo a la disputa geográfica de las pretendidas esferas de influencia de las grandes potencias cuyo control otorga a la potencia que lo logre grandes ventajas sobre comercio, seguridad, recursos naturales y acceso a mercados. Esto demuestra la creciente importancia de la conectografía como herramienta moderna para el análisis estratégico y que a diferencia de la geografía, que relacionaba naciones y fronteras, relaciona infraestructuras y cadenas de suministro. Es decir que pareciera estar produciéndose una evolución de la importancia de la geografía política a la geografía funcional.

Islas Malvinas

Cabe destacar que la importancia de esos recursos naturales fue recientemente objeto de reflexión pública por altos mandos militares de las grandes potencias y aún así existe, en ciertos círculos, una visión miope al respecto. Esos sectores relativizan el rol de la defensa de los recursos naturales poniendo ejemplos destinados a ridiculizar esa postura tales como la imposibilidad de que una fuerza militar extranjera se lleve el agua o el litio en camiones. La respuesta a este planteo, la da el académico Juan Gabriel Toklatián (2018) al explicar: “¿Qué nos enseñan la historia y las relaciones internacionales en materia de recursos energéticos? Algo relativamente sencillo: para las grandes potencias, declinantes y emergentes por igual, los intereses de las empresas en los hidrocarburos son, también, intereses gubernamentales y los intereses gubernamentales incluyen intereses militares.” Obviamente, esta reflexión que el autor hacía sobre Vaca Muerta no sólo se aplica a los recursos energéticos, sino también a los recursos naturales en general. Toklatián explica en esa cita una vieja máxima de la geopolítica que formuló Mahan a fines del siglo XIX: “Donde va el comercio, va la bandera”.

En lo que respecta a Latinoamérica, el General (R) Carlos Alberto Nogueira, en su artículo publicado en la Revista Visión Conjunta (2023) “Malvinas y la competencia por la conectividad”, advierte que el RUGB posee un collar de islas sobre la dorsal del Atlántico Sur (Ascensión, Santa Elena, Tristán da Cunha, incluyendo la ocupación ilegítima sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwhich del Sur) desde donde controlan dicho océano y proyectan su poder tanto a América Latina como al África y la Antártida. ¿Qué es lo que tienen en común África, América del Sur y la Antártida, incluyendo sus mares circundantes? Justamente alimentos, recursos naturales e hidrocarburos que era lo que procuraba obtener el ex premier Johnson en su entrevista con nuestro presidente. En ese mismo sentido, el ministro de defensa de Brasil, Nelson Jobim, en su visita a la Argentina en 2010 afirmó que el dominio del RUGB sobre ese collar de islas le daba la posibilidad de cortar las comunicaciones de América Latina con África y con la Antártida. En efecto tanto en Ascensión como en las Islas Malvinas, el RUGB posee sofisticadas bases militares adelantadas que constituyen infraestructuras que actúan como nodos logísticos para el apoyo de las operaciones que el RUGB realiza en el Atlántico Sur y sobre nuestro territorio ilegalmente ocupado. En ese sentido, en una entrevista con un medio local el jefe militar de la Base Conjunta de Monte Agradable afirmaba que 1000 efectivos no amenazaban a la Argentina (más allá de que ese número lo convierte en el territorio más militarizado del mundo en relación a la población). Lo que ese comandante se olvidó de expresar es que por doctrina las bases militares adelantadas no poseen grandes contingentes desplegados en forma permanente. Por el contrario, el valor estratégico de Mount Pleasant-East Cove radica en la capacidad de recibir en menos de 48hs y luego en forma escalonada a grandes contingentes militares cuando el RUGB así lo desee. Así Malvinas se constituye en un portaviones insular que le permite al RUGB dominar el paso del Atlántico al Pacífico (recodemos que ante un conflicto bélico entre las grandes potencias, el Canal de Panamá es muy sencillo de bloquear) y proyectarse hacia la Antártida.

Antárdita argentina

La Argentina posee la octava superficie terrestre (duplicada si se consideran sus espacios marítimos) cuya longitud en Europa se extendería de Lisboa a Moscú. A lo largo de su territorio (incluyendo el mar territorial, la plataforma continental y la zona económica exclusiva) posee recursos naturales, reservas de agua dulce y alimentos cuyo acceso son objeto de interés para las grandes potencias. A su vez, es un país bicontinental que reclama conforme a los convenios que ha suscrito un sector de la Antártida. Esta desconexión geográfica entre territorio continental, insular y antártico hace necesario desarrollar lo que la conectografía denomina nodos de conexión y un instrumento militar con capacidad de proyectarse en esas tres áreas. Siguiendo los principios de la conectografía se llegó a la conclusión de que era necesario reforzar las capacidades e infraestructura en Santa Cruz y Tierra del Fuego ya que constituyen los nodos que conectan la Argentina continental, con la insular y la antártica. Es por ello que se reforzaron capacidades en Santa Cruz, se desarrolló un puente aéreo con la IGTF a través de LADE, se instaló un radar de vigilancia aérea en Río Grande, se desarrolla una base del Ejército en Tolhuin, una Base de Despliegue adelantada de la Fuerza Aérea en Ushuaia y se ampliará la base naval de Tierra del Fuego para convertirla en Base Naval integrada, se reinauguró Petrel como base permanente y se proyecta su evolución a convertirla en una nueva y mas eficiente puerta de acceso al continente antártico. En resumen, infraestructuras y cadenas de suministros para mejorar la competitividad conectiva.

El diagnóstico de la DPDN es que Sudamérica constituye una zona de paz y que la política de defensa deber ser autónoma, cooperativa y disuasiva. Si Sudamérica es una zona de paz y se han venido estrechando los lazos de cooperación con los países vecinos esto implica que las amenazas militares estatales externas a disuadir son extra regionales. En consecuencia, estaríamos hablando de una potencia que posee una gran capacidad de proyección militar.

Como señaló el Ministro Jorge Taiana, hubo en Argentina un proceso de desinversión en defensa de más de 30 años que trajo serias consecuencias sobre la capacidad operativa de nuestras FF.AA y su nivel de alistamiento, adiestramiento y sostenimiento. Revertir un proceso de 30 años lleva mucho más que una gestión de 4 años. Es preciso que los miembros de las FF.AA no caigamos en expectativas poco realistas del FONDEF producto de la ansiedades y frustraciones de haber vivido ese largo ciclo de desinversión. El FONDEF lo que marca es un quiebre de una larga tendencia cuyos resultados más significativos se verán en un plazo de 10 años. Este ciclo de planeamiento y diseño de las FF.AA es el cimiento sobre el cual se construirán las nuevas FF.AA. preparadas para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Como toda política pública requiere para su éxito una continuidad en su ejecución.

Islas Malvinas

¿Cómo disuadir a una potencia con capacidad de proyección en el contexto anteriormente descripto? Hay dos formas de concebir el diseño del instrumento militar para ello. Una asimétrica y la otra boba. La boba es la forma convencional clásica, copiando modelos que responden a otras realidades (de disponibilidad de recursos humanos, materiales, tecnológicos y financieros o de teatros de operaciones con frentes y profundidades menores) que pretende diseñar un instrumento militar con las capacidades de un mítico pasado que hoy en términos económicos resultaría totalmente inviable de sostener para el país y aún así no estaría en condiciones de disuadir a una Amenaza Estatal Militar Externa (AEME) extra regional porque necesitaría estar por lo menos en una relación de 3 a 1. Es por eso que la única alternativa realista (nos guste o no a nivel teórico) es un diseño de capacidades asimétrico que maximice el desgaste del agresor y le ocasiones daños desproporcionados respecto a los medios empleados. Para ello la recuperación de capacidades como la submarina y de caza multirol resultan fundamentales, ya que en ambos casos requieren por parte de la AEME la disponibilidad de gran cantidad de recursos para localizarlos, disuaden porque no se sabe con exactitud donde se encuentran, restringen el acceso a un área, y en el caso terrestre, permitir el reempleo de los efectivos mediante el desplazamiento con rapidez y un buen grado de protección con medios como el blindado a rueda.

En este punto es importante destacar la concepción de disuasión del Almirante alemán Tirpitz. A fines del siglo XIX Alemania no podía competir con la flota británica y le era imposible económicamente equiparase en tonelaje con los británicos. Tirpitz diseñó una flota que sin poder ganar en una batalla decisiva a la flota británica podía ocasionarle una daño muy grande haciendo que el RUGB perdiera su supremacía frente a otras potencias (Francia, Rusia, Japón). La disuasión que plantea este Estado Mayor Conjunto (EMCO) se materializa en disponer de un instrumento militar resiliente preparado para una guerra de desgaste con capacidad de ocasionar un gran daño, aun cuando no logre una victoria decisiva.

Antártida argentina

La Dirección General de Planeamiento Estratégico (DGPE) y el Comando Operacional (COPERAL) del EMCO tras estudios comparados llegaron a la conclusión que la estrategia que mejor responde a las demandas del poder político es la concepción de empleo de la estrategia multicapa de restricción de área. Esta estrategia o concepto de empleo se llama multicapa porque concibe la defensa como varios sistemas de operaciones multidominio dispuestos en profundidad o capas, compuestos por diversas capacidades que operan en forma sincronizada, ágil e integrada en sus dimensiones físicas (aire, mar, tierra, espacio exterior) como no físicas (información, ciber, espectro electromagnético). Es de restricción de área porque procura limitar la libertad de acción del enemigo en una zona de operaciones mediante acciones militares no lineales de desgaste, rehusando el enfrentamiento decisivo. Por acciones militares no lineales se entiende a la aplicación de estrategias, tácticas y procedimientos disruptivos para evitar o negar las fortalezas del oponente y explotar sus debilidades. No se pretende, en primera instancia, destruir físicamente al agresor sino desgastarlo, paralizarlo y hacerlo colapsar moralmente.

Esta estrategia o concepto de empleo responde a una optimización realista de un escenario a 20 años de lo que el instrumento militar argentino estará en condiciones de hacer con los recursos humanos, materiales, su extensa geografía/espacios jurisdiccionales a defender y el horizonte financiero previsto en ese plazo. Es decir, es la mejor adecuación posible de los modos a los medios que se le otorgan y a los fines que se le fijan al instrumento militar en la Argentina.

Desde las funciones que nos otorga la ley, nuestro desafío generacional es motorizar los cambios necesarios para disponer de unas Fuerzas Armadas preparadas para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

El EMCO asume la responsabilidad asignada por el marco normativo argentino para lograr la recuperación de las capacidades necesarias, generar la doctrina que responda a nuestras posibilidades y elaborar los planes que permitan asegurar el cumplimiento de nuestra misión principal.

Visión estratégica, coraje, disciplina y compromiso irreductible respecto de los juramentos que efectuamos a la bandera y a la Constitución Nacional, serán los elementos fundamentales de una transformación que ya comenzó

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